El sector privado subestima el potencial del componente social
Espacio ESG

Es una entusiasta de la sustentabilidad y el impacto social y ha trabajado en los sectores privado, público y social. Es Maestra en Política Pública por la Universidad de Harvard, Licenciada en Economía por el Tecnológico de Monterrey, y está certificada en inversión ESG por el Instituto CFA.

Twitter: @mariana_reina

El sector privado subestima el potencial del componente social
Foto: Pixabay

Hay múltiples factores que contribuyen a la desigualdad que se vive en México donde, según el Informe sobre la desigualdad global, en 2021 el 10% mas rico del país capturó el 79% de la riqueza total de los hogares. Esto no es un fenómeno local, se replica en la región y a nivel global a distintos niveles. Algunos factores que contribuyen a esto van desde nuestro sistema económico que tradicionalmente se enfoca solo en generar riqueza, hasta políticas públicas cortoplacistas que no van a la raíz de la desigualdad.

Los últimos años hemos visto un incremento en catástrofes naturales, descontento social y escándalos de corrupción que han impulsado una reevaluación de nuestro sistema económico y su impacto en la sociedad. Hay un llamado a hacer una transición de un sistema enfocado puramente en ganancias a uno que también considere a las personas y al planeta. Esto implica acciones desde distintas trincheras, y para el sector privado conlleva adoptar una estrategia de negocios que considere lo ambiental, social y la gobernanza, conocida como ESG (por sus siglas en inglés).

A pesar de que el término ESG está en boga, suele pasarse por alto el aspecto social. Esto es, en parte, dada la percepción de que no genera valor económico, no es ámbito del sector privado o simplemente no se considera relevante. Sin embargo, el componente social puede generar innovación y prosperidad para una empresa y para la sociedad y puede ser integrado principalmente por dos vías: 1) cultura empresarial y 2) estrategia de negocios.

La cultura empresarial conforma las prácticas que tiene la empresa con los actores en su entorno, como trabajadores, comunidades locales y proveedores. Dentro de este rubro, uno de los actos más accesibles es crear políticas internas inclusivas para sus trabajadores. Pensando principalmente en la inclusión, en México desde 2003 se prohíbe la discriminación por razones que van desde color de piel y sexo hasta preferencias sexuales entre muchas otras.

Sin embargo, la última Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) encontró que 20% de los mexicanos encuestados declararon haber sido discriminados durante el año anterior por esas mismas razones. A pesar de que existe un marco normativo para prevenir la discriminación, no necesariamente se traduce a la práctica y es ahí donde el sector privado puede influir y complementar los esfuerzos del sector público. Según el Inegi, en México el 81.1% de las personas ocupadas están empleadas por empresas formales y la mayoría están en pequeñas y medianas (11 a 250 empleados) o grandes (más de 250 empleados). Esto da una plataforma a los negocios para promover una cultura inclusiva y justa al interior de la compañía que ayude a que permeen buenas prácticas en la sociedad.

Algunas acciones que se pueden tomar son: el rediseño de las prácticas de contratación, políticas transparentes de promociones, la creación de avenidas internas para reportar anónimamente cualquier tipo de discriminación y políticas justas de salario.

Esta es un área de oportunidad enorme para los negocios, ya que se ha encontrado que los beneficios de ejercer políticas internas inclusivas, mas allá de beneficiar a la sociedad, puede tener un impacto en reducir la rotación de personal, atracción de talento y en el incremento de la productividad. Adicionalmente, el componente social se puede integrar directamente en la estrategia a largo plazo de la empresa. Hay muchas maneras de pensar en cómo integrar el aspecto social, pues una estrategia realmente exitosa tendrá que conectar directamente con el giro de la empresa para generar valor.

Para ejemplificar, pensemos en una aseguradora de salud. Estas empresas reciben una prima de cada cliente y tienen la responsabilidad de cubrir gastos médicos en caso de que tenga algún problema. Claramente está en su interés que sus clientes tengan hábitos sanos, pero esto es difícil en México donde, según la OCDE, el 75% de los adultos padecen de obesidad, lo cual implica riesgos de salud significativos a lo largo de la vida. Una aseguradora puede decidir simplemente cobrar primas inaccesibles a personas propensas a problemas de salud o puede integrar una perspectiva social y pensar en cómo integrar a su modelo de negocios incentivos para promover la salud de sus clientes. Esto podría ser a través del desarrollo de una aplicación móvil que refuerce hábitos sanos, donde sus clientes puedan recibir beneficios al seguirlos o incluso más básico generar una plataforma con información para sus clientes atado a sus planes, existen una infinidad de posibilidades.

Los negocios que aprovechan la oportunidad de integrar lo social a su estrategia de negocios contribuyen al bienestar de sus clientes, complementan esfuerzos del gobierno, tienen el potencial de generar mayores retornos, fomentan la innovación e identificación de nuevas líneas de negocio e, incluso, refuerzan su licencia para operar.
Ya no existen temas meramente de la esfera gubernamental, los problemas sociales y ambientales a los que nos enfrentamos requieren acción conjunta. El replanteamiento de nuestro modelo económico requiere repensar la manera en que los negocios coexisten con comunidades y ecosistemas más allá de los fines corporativos.

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