El lejano bienestar

Es el sábado número ocho del año, pero se han sentido como 20. Ha sido un inicio complicado, tan solo pensar en los cinco periodistas asesinados en lo que va del 2022 nos retrata la crudeza de la realidad. Hace tres noches, habitantes de Caborca, en Sonora, escucharon de sus autoridades la sugerencia de no salir de casa después de las 10 de la noche. Era mucho más seguro eso porque las fuerzas de seguridad estaban completamente rebasadas, los criminales eran más e ingresaron mejor armados. El presidente municipal apeló a su misericordia. Colima ha vivido por casi dos semanas violencia constante, incluso las escuelas optaron por cerrar sus aulas. En Zacatecas, el hallazgo de cuerpos en calles, plazas o puentes se ha vuelto noticia recurrente. En Guanajuato, los ataques incluso se dan en funerales y las víctimas lo mismo son adultos que menores de edad y hasta bebés.

Y al tiempo en que estos hechos se reportan, México lleva su otro registro: el de la pandemia. Los responsables de atender la emergencia sanitaria nos recuerdan de manera insistente que la curva de contagios disminuye, aunque al ver los números cueste trabajo creerlo. Tan solo en dos días de esta semana, martes y miércoles, murieron más de mil mexicanos a causa de Covid-19. Los contagios por día promedian los 20 mil. Al momento, las muertes oficiales por ese virus que sigue bajo estudios ya rebasan las 315 mil, más la cifra negra que seguramente no conoceremos.

Durante el 2020, en México murieron un millón 86 mil 743 personas, según cifras del Inegi. Un 40% más que el año anterior. Cerca del 93% de los fallecimientos fueron por enfermedad y problemas relacionados con la salud. En casi 37 mil se trató de homicidios. En 2021, se registraron 33 mil 308 asesinatos, según la Secretaría de Seguridad Pública. Así las muertes en México en los últimos dos años.

Hace 15 días, en Jalisco, Eduardo murió protegiendo a sus hermanos. Ni en su hogar estuvo a salvo. Un comando armado irrumpió y lo confundió con alguien más, su cuerpo apareció dentro de una casa de seguridad. Eduardo tenía 16 años. Una semana después, cinco jóvenes salieron a divertirse, cuatro de ellos no regresaron vivos a casa, sus cuerpos fueron encontrados en la cajuela de la camioneta en la que viajaban. A Valeria la siguen buscando. Sucedió en Zacatecas, ese estado donde el gobernador, luego de que varios cuerpos fueron abandonados en la plaza principal, pidió a sus ciudadanos encomendarse a Dios.

Esta es la realidad que nos duele a todos, que debería ser la prioridad en todos los niveles de gobierno. Esta es la realidad que debería ser el centro de cada conferencia mañanera: ¿cómo combatirán al crimen? ¿Cómo se fortalecerá el sistema de Salud? ¿Cuándo la violencia dejará de ser cotidiano de tantas regiones en la República, que hasta pone en riesgo la exportación de aguacate? ¿Cuándo los medicamentos serán suficientes?

Evadir estas respuestas y reducir la estrategia a giras y anuncios de operativos que, como en Zacatecas, no han generado resultado alguno, pero dedicar varios días a responder a opositores y a usar el aparato del Estado para descalificar a las voces incómodas que, gusten o no, son necesarias, es lo que se le reprocha al presidente, quién parece simplificar la atención a las necesidades ciudadanas solo a programas de asistencia… o del bienestar, su palabra favorita y que suena tan lejana.