La crítica no es golpismo
De Realidades y Percepciones

Columnista. Empresario. Chilango. Amante de las letras. Colaborador en Punto y Contrapunto. Futbolista, trovador, arquitecto o actor de Broadway en mi siguiente vida.

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La crítica no es golpismo
Foto: Gobierno de México.

No es secreto que al gobierno encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador no se le están dando los resultados que el país necesita. Todo lo contrario, los resultados son una tragedia que se irá incrementando con el tiempo. Las decisiones de hoy serán los escombros de mañana.

Por lo mismo, distintas voces dentro del oficialismo han optado por escapar de la crítica refugiándose en teorías de la conspiración. Acusar a adversarios de llevar a cabo acciones premeditadas por debajo del agua para generar un clima de malestar en la sociedad. Un golpe blando.

Golpes que no son ajenos en la trayectoria política de López Obrador que ha vencido campañas en su contra. Diferencias que vienen de decisiones presidenciales que han afectado intereses económicos y personalidades del poder en México que hoy buscan minar su popularidad. Sería ingenuo e irresponsable decir que estos embates no existen.

Son resistencias normales en un cambio de régimen. Fuerzas que se contraponen, enfrentamientos verbales, defensas judiciales, manifestaciones y reclamos. Un ir y venir de mareas encontradas donde lo esperado sería el debate para encontrar el consenso de la calma. Un escenario que parece utópico en el México que vivimos.

Un México polarizado donde la crítica es una responsabilidad ciudadana frente al gobierno. Donde las diferencias en las opiniones distan de ser una estrategia golpista.

La crítica no es un golpe blando y estigmatizarla es callar uno de los fundamentos esenciales de toda democracia.

Señalar el riesgo que existe al otorgar tanto poder y funciones civiles a las Fuerzas Armadas no es golpismo, es crítica históricamente fundamentada.

Denunciar el desabasto de medicamentos generado por las malas decisiones de este gobierno no es golpismo, es un grito de urgencia.

Exhibir la corrupción de los funcionarios públicos y los posibles conflictos de interés no es golpismo, es un deber ciudadano.

Defender a los órganos autónomos del Estado no es golpismo, es fortalecer la democracia.

Pero huir a la crítica o escudarse en teorías de la conspiración es claudicar a la responsabilidad de asumir las consecuencias de nuestros actos. Es mostrar debilidad de argumentos. Es hundir la posibilidad de corregir el camino. Es culpar al otro de mi propia incompetencia. Es decir que el clima de ingobernabilidad que vive el país es consecuencia de un golpe blando.

Y no es así.

La ingobernabilidad que vive México son las calles convertidas en paredones de fusilamiento y contar con el tiempo necesario para limpiar la sangre.

La ingobernabilidad del país son las más de seis horas de balaceras en Caborca. Es el aumento de la pobreza. Es ver como se escapa la inversión. Es la violencia. Son los millones sin acceso a la salud. Son las 10 mujeres que mueren cada día por el simple hecho de ser mujer. Es la falta de empleo. Es culpar al otro.

La crítica no es golpismo. La crítica no es un golpe blando.

La falta de autocrítica sí lo es.

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