Marionetas humanas
Caleidoscopio

Es licenciada en Ciencias de la Educación, cuenta con la maestría en Terapia Integral Familiar, colabora en varios programas de radio en México y Estados Unidos, así como en el periódico El Imparcial. Da conferencias y cursos, es autora de los libros Atrévete a brillar y Levántate, sacúdete y vuela. Twitter: @deniseramosm

Marionetas humanas
Foto: Pixabay

“La tolerancia llegará a tal nivel que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles”.Fiódor Dostoyevski

No nacimos siendo sumisos, no nacimos intentando darle gusto a los demás, no nacimos callando cuando queríamos gritar. La sumisión es un comportamiento aprendido. Poco a poco y sin darnos cuenta fuimos aprendiendo que no era correcto expresar nuestra opinión cuando era contraria a lo que alguien más decía. Fuimos aprendiendo a decir “sí” cuando queríamos decir “no” para ser evaluadas positivamente por la sociedad. Quisimos pertenecer y empezamos a obedecer mandatos irracionales para gustarle a la gente. Aprendimos a sonreír cuando en realidad sentíamos rabia por dentro. Aprendimos a permitir que los demás pisotearan nuestros derechos porque era mejor quedarnos calladas a ser tachadas de “viejas histéricas”.

Y así paulatinamente nos convertimos en marionetas humanas sin voz propia, sin dignidad, sin aspiraciones, sin voz.

Por muchos años me dediqué a escribir y hablar de superación personal. Tenía una página de Facebook donde ayudaba a muchas mujeres a creer en sí mismas y a salir de relaciones donde no las respetaban. Llegué a tener 45 mil seguidores. También daba conferencias en muchos lugares y la gente me abrazaba, me aplaudía, me escribía agradecimientos en mi página y me mandaban correos donde me decían que mis libros, mis participaciones en radio y televisión habían cambiado sus vidas.

En el 2018 empecé a opinar de política en Twitter. Mi cuenta tenía como 500 seguidores porque ponía frases de motivación. Empecé a opinar porque tenía miedo de que ganara un señor narcisista que claramente estaba queriendo llegar al poder mediante engaños. Ese señor ganó y yo seguí opinando de todo lo que no me gustaba. Me empezaron a llegar mensajes muy distintos a los que yo acostumbraba a recibir. Me decían: “prostituta”, “zorra”, “chayotera”, “tóxica”, “arrastrada”, “vieja”, “fea” y un sin fin de insultos más. Querían callarme. Querían que dejara de opinar. Algunas personas dejaron de contratarme para dar conferencias, también dejaron de invitarme a hablar de mis temas en ciertos medios de comunicación. Ya no quisieron que yo fuera colaboradora porque “me metía en política”, dijeron.

Me han dado ganas de quedarme callada, me han dado ganas de dejar de opinar para no recibir tanto rechazo de parte de los que no están de acuerdo con mis opiniones. Me han dado ganas de dejar de escribir lo que opino, pero no puedo. Me llena de rabia ver que están destruyendo manglares y talando miles de árboles, me llena de rabia ver que los niños con cáncer mueren por falta de medicamentos. Me duele que mujeres víctimas de violencia ya no tienen albergues porque este gobierno se los quitó. Me duele ver que pobladores tienen que abandonar sus pueblos porque no hay nadie que los defienda. Me duele ver la injusticia, el cinismo con el que se presumen honestos cuando salen y salen pruebas de corrupción. Por eso me aguanto todos los insultos que recibo por opinar, porque me dolería más quedarme callada.

Yo no quiero ser una marioneta humana, yo quiero ser un ser humano que piensa y opina, y se queja y llora y grita cuando ve la injusticia.

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