¡Hasta siempre, Rosario!
La presencia de su ausencia

Coordina la Red Eslabones por los Derechos Humanos, que atiende asuntos de justicia, principalmente personas desaparecidas. Es consejera ciudadana de búsqueda en la Ciudad de México, Estado de México y a nivel federal. Con estudios de periodismo, derechos humanos, derecho y otros. Facebook: Red Eslabones por los Derechos Humanos Nacional.

¡Hasta siempre, Rosario!
Rosario Ibarra de Piedra. Foto: Especial

María del Rosario Ibarra de la Garza, más de 100 mil almas de personas vivas o muertas desaparecidas en México y sus familias que están indisolublemente ligadas a la tuya te despiden de este plano con amor y gratitud. Quienes ya habitan allá, a donde ahora te diriges, te reciben con alegría para fundirse en el abrazo que sella la promesa eterna de buscar.

Aquí nos quedamos tus hijas paridas por tu lucha, con los brazos extendidos hacia ti sin querer dejarte ir, pero a la vez impulsando tu vuelo. Somos quienes no siempre nos conociste de la carne, ni por nuestros nombres, ni viste nuestros rostros… a quienes no supiste que amamantaste y nutriste durante 47 años que se cumplen hoy, 18 de abril en que te desaparecieron a Jesús.

Jesús Piedra Ibarra… tu hijo desaparecido, el estudiante de medicina, “Rafael” como luchador en la Liga Comunista 23 de Septiembre, el hermano de todas nosotras que lo conocimos por su imagen habitada sobre tu pecho, en esa fotografía-medallón rodeada de las perlas de tus miles de lágrimas por él, que son ahora millones, de las madres, hermanas, hijas que buscan a un ser amado desaparecido.

Somos las mujeres a quienes nos despertaste con el tenaz golpe de tu puño en alto, aprendimos de ti a estremecernos, a limpiarnos los sollozos de la súplica, de la resignación y el lamento, para zarpar a las mareas y abrir los caminos con la dignidad de la justicia urgente. Con la exigencia del valor, del grito permanente desde todas las trincheras y las tribunas, emergimos de las honduras cotidianas sin buscar ni necesitar aceptación… sin miedo desde la rebeldía.

Querida Rosario, la trascendencia de tu existencia terrenal no se limita a quienes hoy se saludan, abrazan y dan el pésame en las ceremonias de tus funerales, ni en las publicaciones mediáticas de las palabras de famosos personajes, ni siquiera en los merecidos reconocimientos solemnes… sino en la alquimia que se expande para siempre, por los ecos que reverberan en las conciencias de la sociedad en general y de las mujeres en particular.

Muchas no estuvimos físicamente contigo, ni supiste que existíamos en lo individual, pero fuimos sembradas en el centro del vientre por tu imagen menuda y enorme, sacudidas por tu cabellera ondulada que nos agitó incansable, hasta lograr arrancarnos de nuestra parsimonia ancestral… somos quienes desde el anonimato del pueblo raso vimos por décadas ahondarse las raíces en tu rostro, quienes escuchamos cada argumentación en los foros de las calles, micrófonos, cámaras legislativas, quienes nos sometimos a la fuerza de tu cuello dilatado y tenso por el grito exaltado de la razón, de la exigencia de verdad y justicia… escuchamos y vibramos con tu llamado a la lucha.

Rosario senadora, diputada, candidata dos veces a la presidencia, cuatro veces al Nobel de la paz, merecedora de la Belisario Domínguez, líder de múltiples procesos político-sociales dentro y fuera de México, fundadora del Comité Eureka y muchos reconocimientos más… sobre todos ellos, hoy abrazamos intensamente a Rosario la mujer madre de Jesús, buscadora perpetua de su hijo y a través de su amor por él, buscadora de todas las personas desaparecidas. A la mujer que por casi medio siglo pavimentó el camino agreste que deberían recorrer las miles de familias que hoy, desgraciadamente, buscan a sus seres amados desaparecidos.

Rosario, hoy a unas horas de la muerte de tu cuerpo ya te extrañamos, te entregamos anónimas lágrimas de emoción, añoranza y compromiso. Sabemos que desde tu nuevo lugar caes sobre nosotras en lluvia eterna, húmeda y fértil… cosecharemos los frutos de tu semilla y seguiremos sembrando fuerza y congruencia en las luchas por la justicia, contra las violencias de lo inhumano que se han instalado en nuestro amado México.

Rosario, hermana mayor, madre, eres cubierta por nuestro amor y admiración indeleble, te reconocemos nodriza de mujeres, probamos de ti la savia que hoy a muchas nos recorre viva y caliente, que nos habita y une más allá de la vida material a todas las mujeres zapadoras de todos los tiempos.

Te despedimos con la promesa de continuar unidas en esa mezcla amarga y dulce, que mana de la finitud de tu presencia corporal y la inmortalidad, al saberte abrazada y fundida con todas las mujeres que han logrado evolucionar a la familia humana y transformar al mundo en un lugar mejor a través de su lucha indómita.

Rosario Ibarra de Piedra, después de 95 años soltamos tu cuerpo y tomamos tu mano para que desde tu nueva dimensión irradies luz en el camino, a las decenas de miles de personas dadas por desaparecidas en México, que buscan el camino de regreso.
Vives inagotable en la resistencia y la rebeldía de cada una de tus hijas que no pariste y amantaste… ¡Hasta siempre, Rosario!

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