Reforma eléctrica, traiciones y virajes
Medios Políticos

Es un periodista especializado en el análisis de medios y elecciones. Tiene posgrado en Derecho y TIC, obtuvo el premio alemán de periodismo Walter Reuter en 2007, fue conductor en IMER y durante 12 años asesor electoral en el IFE e INE, editor, articulista y comentarista invitado en diversos diarios, revistas y espacios informativos. Twitter: @lmcarriedo

Reforma eléctrica, traiciones y virajes
Foto: EFE.

Con el freno a la reforma eléctrica del gobierno, la oposición tuvo su primera victoria en la Cámara de diputados desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador inició sexenio, aunque con un déficit de explicaciones sobre el cambio de discurso y voto en el caso del PRD y MC, quienes en los hechos antes condenaron, y ahora defendieron, la reforma energética vigente del expresidente Enrique Peña Nieto. También es el caso del PVEM, quien antes respaldó y hoy condenó ese mismo modelo favorable a empresas privadas que hace nueve años habría sido impulsado con métodos cuestionables, incluida una trama de corrupción y sobornos millonarios.

Morena es hoy el partido en el poder, nació un año después de aquella reforma energética de 2013 y en 2018 ganó la presidencia con un porcentaje alto de votación, pero no lo suficiente para tener por sí mismo mayoría calificada en el Congreso. En los comicios intermedios de 2021 tampoco la alcanzó, incluso disminuyó cerca de 50 diputaciones y eso le obliga a convencer muchos más votos opositores que los necesarios hace tres años en caso de buscar acuerdos para reformas a nivel constitucional.

Una reforma eléctrica que modificara la de Peña Nieto en aspectos clave requería acuerdos amplios para ser viable y nunca llegaron. Los ajustes constitucionales requieren voto dos terceras partes en la Cámara de diputados, es decir, al menos 333 de las 500 diputaciones tienen que validar iniciativas para que avancen. La reforma que propuso el gobierno actual sumó el 17 de abril pasado solo 275 (le faltaron 58 votos) y fue desechada, ni siquiera llegó al Senado.

Se detuvo así un modelo contrapuesto al que dejó en 2013 la gestión de Enrique Peña Nieto, no prosperó porque así lo decidieron los partidos que hoy son oposición. PRI, PAN, PRD y MC,  quienes sumaron su fuerza en contra de sustituir, con el modelo energético de López Obrador, ese modelo vigente de Peña Nieto, el mismo que se concretó en 2013 marcado por un entorno de sobornos empresariales, por la ramificación visible en México de la trama Odebrecht que el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, ha reconocido y hoy lo tiene en prisión.

Parte de los argumentos opositores para cerrar la puerta a la reforma de López Obrador y mantener la de Peña Nieto orbitan en una narrativa que asume ese modelo energético vigente como vía para tener energías limpias y ayudar al medio ambiente, sugiriendo que el sector privado en el ramo es ecologista y eficiente, mientras que dar mayor peso a la energía que produce el Estado sería contaminante y espantaría a bien intencionados inversionistas comprometidos con la modernidad, la naturaleza y la generación de empleos.

La retórica política siempre tiene excesos en cualquier bando, los adjetivos y mascaradas fluyen contantemente, pero más allá de que es legítimo votar en contra de iniciativas presidenciales sin que eso sea considerado sin más una traición a la patria, el déficit de explicaciones respecto a por qué los votos y discursos contradictorios se mantiene. Hubo virajes notables en MC, PRD y PVEM frente a su propia historia.

En diciembre de 2013, la reforma energética de Peña Nieto alcanzó 354 de 500 votos en diputados. En el Senado había sumado ya 93 de 128. Sobrada fue su mayoría calificada gracias a que casi la totalidad de votos del PRI (entonces en el poder), del PAN y del PVEM la respaldaron ese año; en contraste, toda la bancada presente del partido Movimiento Ciudadano, la del PRD y PT votaron en contra en ese momento, cuestionaron punto por punto e incluso promovieron una consulta popular que atajó de manera muy forzada la SCJN.

En esos partidos siguen sus influyentes dirigentes de antes, e incluso hay varios legisladores de ese 2013 que se mantienen hoy lo son otra vez por las mismas siglas, pero ahora votando en sentido contrario a lo que antes hicieron. Esa contradicción de las bancadas en una y otra esquina fue notable el pasado domingo de resurrección.

El PVEM este 2022 condenó la reforma de Peña Nieto que defendió y votó en 2013, ahora respaldó sustituirla por la de López Obrador; mientras MC y PRD hoy votaron en contra de la reforma energética lopezobradorista, y respaldaron con su discurso la de Peña, sugiriendo que el modelo vigente, muy favorable a empresas privadas, es en realidad algo muy bueno para energías limpias y ayuda al medio ambiente en nuestro país ¿entonces cambiaron de opinión? ¿nada había que corregirle? ¿cero abusos empresariales? ¿ningún tema ameritaba buscar acuerdo?

Es caso cerrado por ahora y quizá los sobornos de Odebrecht y Lozoya eran después de todo, en el fondo, una cruzada incomprendida en favor del medio ambiente, el modelo Robin Hood de las “energías limpias” y no un diseño dispuesto para el abuso de empresas manchado de corrupción desde su origen.

La política y los votos legislativos tienen efectivamente traiciones diversas, quizá no a la patria, pero sí al espejo propio de principios que una mañana dice defender un partido cuando vota reformas, pero al nuevo amanecer los cambia 180 grados, aunque sea trate del mismo asunto.  

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