Hay que gritar silencios
De Realidades y Percepciones

Columnista. Empresario. Chilango. Amante de las letras. Colaborador en Punto y Contrapunto. Futbolista, trovador, arquitecto o actor de Broadway en mi siguiente vida.

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Hay que gritar silencios
López Obrador en conferencia de prensa. Foto: Isaac Esquivel/EFE.

A veces tenemos que aprender a leer los silencios. Aprender a ver donde otros no ven. Encontrar el acento escondido y la estrategia rastrera de un político desesperado. El mensaje entrelíneas de cada mañana. El eco de la conversación oscura.

Las mañaneras son un acto de propaganda cínica y descarada. Son ese ruido tratando de callar las voces de la crítica. Son un distractor. Un placebo en medio de un México enfermo. Un huracán de falsedades.

Está en nosotros no caer en la trampa. Entender que cuando estás en medio de la tormenta no es el color del cielo lo que genera la turbulencia, es el viento. Esa fuerza que no se ve. La mano oculta que mueve de un lado al otro la opinión pública. El terremoto que no avisa, la transparencia del desastre.

Son las comunicaciones escondidas entre Julio Scherer y Alejandro Gertz Manero. El pacto de Andrés Manuel López Obrador con Enrique Peña Nieto. Las deudas pendientes con Manuel Bartlett. Los verdaderos responsables de la Línea 12 del Metro. El fango de impunidad que impera en todas partes.

Es la negociación bajo la mesa, es el fuego que generó la cortina de humo. Es el engaño del mago. Son las palabras de Andrés Manuel López Obrador escondiendo la verdad. Son los espejismos que buscan votos. Son las campañas permanentes. Son las promesas inacabadas. El juramento por un bien que nunca llegará.

Son los problemas que se evaden. Es la realidad que se trata de ignorar. Son las muertes que no se quieren ver. Son los datos que se traducen en otros datos. El egoísmo de nunca fallar. La necedad de escribir su nombre en la historia.

El telón tarde o temprano caerá y la realidad entrará a escena. El país será una fosa de discursos incumplidos. Un panteón de esperanzas. Una mala sentencia por generaciones.

Los vientos se acercan y los pronósticos no son alentadores.

El daño está en los silencios, en lo que no logramos ver. En las malas decisiones que no se explican. En las razones que se evaden. En los malos resultados. En los pasillos embotellados de incompetencia. En la narrativa maquillada de temas irrelevantes. En los anzuelos a la prensa.

Porque no son las declaraciones del presidente lo que genera la turbulencia. Es la necedad de invisibilizar lo visible.

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No son los 500 médicos cubanos, es la desaparición del Seguro Popular y un sistema de salud que causa muertes. No es la valentía de los doctores de la isla, es el financiamiento a una dictadura bajo un régimen de trabajos forzados. Es el lavado de dinero bajo el agua, es la falsa concepción de ayuda humanitaria.

No son las vías del Tren Maya que cambian de ruta. No es el intento de conectar una zona del país históricamente olvidada. Es la destrucción silenciosa bajo tierra. El ecocidio callado. La irreversible verdad de lo que no puede renacer. El capricho de acelerar una promesa.

No es la medalla inmerecida de las remesas. No es el éxito discursivo. Es el silencio ante el Título 42. Es el muro firme y obediente de la Guardia Nacional por toda la frontera. Son las miles de historias de dolor. Es la separación irreversible de las familias. Son los millones de migrantes exiliados. Son los más de 400 mil desplazados en territorio nacional. Son las preguntas que se callan en la conferencia matutina. Son la realidad que no se quiere ver.

Y es que en la política como en la vida hay que temerle más a lo que no se toca. Aprender a leer entrelíneas. Hilvanar el eje de las mentiras, la curva que engaña. La risa sarcástica del odio.

Porque no es un incidente en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, es la falta de capacitación. No es la supuesta corrupción en las estancias infantiles, es la compra de lealtades de forma directa. Silencios y complicidades.

No es la austeridad. Son los recortes presupuestales a lo que no les interesa. Es acostumbrarse a mirar de reojo los temas que no se reflejan en las urnas. Es pensar en votos, no en gobernar.

Es el silencio que debería ser grito:

¡Son los más de 100 mil desaparecidos!

¡Son los 11 feminicidios al día!

¡Es el desabasto de medicinas!

¡Es la militarización!

Es la pobreza que crece con datos oficiales. Es la pobreza extrema que se arrastra y avanza sigilosamente.

Es el México y el presidente que calla lo que importa, lo que no se dice, lo que más lastima.

Porque el México que repite que la verdad no se mata, es el que apuesta la vida. El que sabe que lo que no se dice se entierra y lo que se dice, se paga con la muerte.

No podemos callar por todas esas voces que nos hablan enterradas, tenemos que aprender a leer todo lo que no pudieron ya decir.

Porque a diferencia de muchos, ellos tuvieron la capacidad de interpretar esos fuegos cruzados, esos mensajes entrelíneas y esos silencios que esconden la verdad que no quieren que sea revelada.

Hay que gritar silencios.

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