¿La lucha antirracista mexicana es una adaptación de la lucha estadounidense?
opinión

Actor egresado de CasAzul Artes Escénicas Argos y de la British American Drama Academy. Con una trayectoria de más de 20 años ha participado en cine (Nosotros Los Nobles, Placa de Acero), teatro (Esto No Es Hedda Gabler, La Pieza Que Falta) y televisión (Diablero, Soldados o Zombies). Espectador asiduo, gusta de los videojuegos, los animales y la gastronomía.

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¿La lucha antirracista mexicana es una adaptación de la lucha estadounidense?
Foto: Darkside 550/Pixabay

No. El análisis poco profundo de que esta es solo un activismo “pasajero” es erróneo e invisibiliza la experiencia y la lucha de cientos de años y personas de todo tipo de trasfondos económicos, políticos y sociales. Pinta a todo luchador como incapaz de discernir, de informarse, de ser inteligente, Y es en sí mismo lo que acusa pues sólo considera como Racismo aquello que Estados Unidos y sus medios dicen que es.

Lamentablemente debo empezar en la obviedad: México y Estados Unidos no son el mismo país; si bien, dentro de ambos existe el racismo, somos distintas personas, tenemos contextos muy diferentes. Por lo tanto las personas que reciben ese racismo son otras, la manera en que se expresa es diferente y eso no quiere decir que no se trate de racismo. Es esta discrepancia entre lo que vemos en los medios clasificado por nuestro vecino del norte como racismo y nuestro entorno lo que levanta la duda: ¿Podemos hablar de racismo en México? La respuesta es sí, el nuestro.

Es correcto, en México no sucedió el asesinato de George Floyd, pero sucedio el de Victoria Esperanza Salazar y en ambos casos casos se trata de perfilamiento racial y uso exesivo de la fuerza. No, no tenemos un movimiento de supremacismo blanco y la segregación no está legislada en nuestra Constitución pero tenemos casos en donde las Instituciones de Salud públicas colocan dispositivos de anticoncepción a mujeres racializadas sin su consentimiento. La discriminación racista está presente en absolutamente todos los aspectos de nuestra sociedad. La distribución de la riqueza, la movilidad social, el acceso a la salud y la educación, el trazo urbano y el tardío y reciente reconocimiento legal de la comunidad afromexicana, por mencionar algunas. Racismo sistémico y estructural. El que algunas personas ignoren las expresiones de racismo de nuestro país o que los noticiarios nacionales no las hagan públicas como racismo (o simplemente no las hagan públicas), no significa que no existan. Nuestra incapacidad para nombrarlo sólo evidencia el retraso enorme que tenemos en la materia.

El racismo en este país no ha esperado la aprobación de nadie para tener consecuencias graves en el mismo. Por eso no vamos, ni debemos esperar la aprobación del propio Sistema racista para combatirlo. Recordemos que las expresiones más graves del racismo han tenido su semilla en sus expresiones menos violentas.

La lucha antirracista mexicana no es una negación de la historia del mestizaje personal, no es ningún partido político, no es el gobierno en turno (el que sea), no es una intención de dividir, no es una lucha contra las personas blancas. Es el reclamo de una deuda histórica: a la mayoría de nosotros en este país no se nos ha tratado como iguales y es momento de hacerlo, es momento de ser verdaderamente ese país en donde, aunque seamos diferentes, “todos somos mexicanos”. Y eso no se va a lograr negando la realidad y disfrazando nuestro racismo de exactitud etimológica.

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