Disidencia(as) sexual(es) feminista(s)
Rosa flaminga

Psicoterapeuta feminista, lesbiana tropical, me especializo en los avatares de la vida lésbica para resistir la discriminación y violencia sin que estas me sean ajenas, pues son parte del día a día.

Disidencia(as) sexual(es) feminista(s)
Foto: Myke Sena/Archivo EFE

¿Heterosexualidad? No, gracias. 

Junio incita a vivirse lesbiana, gay, bisexual/a, asexual/a, travesti, transexual, transgénero, intersexual.  

Ya orientadas en estos rumbos provoca seguirse de largo para tensionar, desbordar y fluir en esas maneras de vincularnos con y entre nosotras/es/os. 

En ese seguirse de largo puede que nos encontremos cuestionando herencias heterosexistas en nuestra relaciones afectivas que se dejan ver en celos, amor romántico, inequidades en las familias, violencias y otras de esas prácticas de pugna entre los seres que encarnan, representan, presentifican masculinidades y/o feminidades. 

Dichos cuestionamientos pueden coadyuvar a entender el sexismo como elemento estructurante de desigualdad social, con el carácter multidimensional y la potencia de afectar bio-psico-socialmente a las mujeres y a las poblaciones LGBATTTIQ+. 

Por ello, el irse edificando como lesbiana, gay, bisexual/a, asexual/a, travesti, transexual, transgénero, intersexual conlleva cierto grado de demolición, pues las estructuras del sistema heteronormativo subyacente han ido moldeando nuestro deseos, y en ese sentido, pintar un recinto de colores puede ser gratificante, aunque esto no lo convierte ipso facto en un espacio habitable, pues el sexismo y la heteronormatividad son los andamios que sostienen la violencia feminicida y anti LGBATTTIQ+ en la que cualquier sujeto puede acosar, hostigar, asediar, abusar, humillar, explotar, golpear, maltratar, violar, secuestrar y asesinar a niñas, mujeres y disidentes sexuales. 

Habitar nuestras vidas LGBATTTIQ+ va más allá de subsistir en un contexto feminicida y violento como México, habitar nuestra vidas exige demoler la heterosexualidad como régimen político para dar paso a un tipo de arquitectura emergente en un contexto hostil, en la que no sabemos a ciencia cierta lo que vamos a conservar o modificar adentro, en medio, afuera, abajo, arriba, aunque de manera intuitiva se sabe que habrá que desmantelar aquel proyecto heterosexual que nos cargaron a cuestas. 

Demoler, abrirse paso entre las escombros y reconstruirse LGBATTTIQ+ son acciones transgresoras, es ir un poco más allá de la diferencia, un poquito más allá de la diversidad sexual. 

Ya que “diversidad sexual” como término útil en su momento, al día de hoy ya se ha quedado corto, pues se limitó a contrastar la heterosexualidad con las otras orientaciones sexuales y/o prácticas sexuales posibles entre mujeres-hombres/feminidades-masculinidades sin cuestionar las expresiones de género y/o identidades sexo-genéricas y las pugnas de poder en el sistema bio-socio-político sexo-género. 

Reconstruirse como lesbiana, gay, bisexual, asexual, demisexual, pansexual, poliamorosa/o/e, travesti, transexual, transgénero, intersexual, cuir, fluide, no binarie y esas otras identidades en cierne, de alguna manera nos reconfigura en un ir y venir en la que no hay algo fijo, que nos desubica y que bueno, porque si algo tiene(n) la(s) disidencia(as) sexual(es) feminista(s) es que acuerpa(n) un cúmulo de acciones contestatarias, rebeldes, desobedientes, resistentes, confrontativas, transgresoras, irreverentes, infractoras e insumisas al régimen político heterosexual y de pasada erosionan otras piedras fundacionales de injusticia social.

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