Reír en tiempos de guerra
De Realidades y Percepciones

Columnista. Empresario. Chilango. Amante de las letras. Colaborador en Punto y Contrapunto. Futbolista, trovador, arquitecto o actor de Broadway en mi siguiente vida.

X: @JoseiRasso

Reír en tiempos de guerra
Foto: Pixabay

Encuentro complicado hablar de esperanza en tiempos de duelo permanente. Me cuesta trabajo cerrar la cortina cada viernes como si los homicidios no fueran parte del fin de semana. 

Me parece ofensivo escoger colores vivos cuando más de 120 mil familias visten de negro. Disfrutar cuando millones están de luto o encontrar el amor en un país de más de 100 mil desaparecidos. 

La destrucción de este gobierno parece permanente, las travesías de los migrantes una sentencia, las masacres una realidad que no puede ocultarse, la educación pública una condena ideológica y las vacaciones por venir tan solo un espejismo. 

¿Cómo gozar cuando otros sufren?

¿Cómo brindar cuando las madres buscan?

¿Cómo reír en tiempos de guerra?

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No existe descanso a las malas noticias. No hay paréntesis ni recreo. La violencia no da tregua. El discurso de odio es un fuego cruzado. La extorsión es un renglón más en los planes de negocio y las políticas públicas una promesa olvidada.

¿Cómo sobrevivir el aire de la muerte?

¿Cómo bailar cuando las mujeres exigen justicia?

¿Cómo cantar cuando las voces se ahogan?

Creo que no todo está quemado. Que los ríos de sangre todavía llevan agua transparente. Que el discurso de paz está en las calles. Que el presidente no es el mesías. Que Morena no es la cuarta transformación y que existen otras alternativas esperando. 

Quiero creer que se vale disfrutar en tiempos de guerra. Que la esperanza no tiene dueño. Que está permitido gozar. Que la dignidad se puede hacer costumbre y que no se puede callar la verdad. 

Quiero creer que en todas las constituciones locales las mujeres tendrán el derecho a decidir sobre su cuerpo. Que todas las niñas deben vivir tranquilas. Que los hombres no tenemos ningún derecho sobre las mujeres y que todos los refugios nacionales deben recibir el presupuesto. 

Quiero retener la utopía en mis manos. Que la democracia sea la suma de voces distintas y que el Instituto Nacional Electoral se fortalezca. 

Quiero creer que los problemas se pueden resolver sin acentuar la polarización social. Luchar por lo bueno que todos y todas tenemos y dejar atrás la tragedia que vivimos.

Quiero creer que un mal gobierno no es la vida, sino solo un pendiente en la agenda que debemos atender. 

Quiero creer que se puede reír en tiempos de guerra y que México tiene solución.

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