Opinión

Del danzón al perreo: el baile como revolución sexual

Antes de lanzar un prejuicio sobre cómo se expresan las nuevas generaciones y la inconformidad que ello nos causa, sería bueno pensar cómo nos expresamos en nuestro momento cuando fuimos víctimas de la rebeldía natural por la edad.

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El danzón también rompió esquemas en la revolución sexual en México durante las primeras décadas del siglo XX. Este baile proviene de la contradanza francesa, un baile aristocrático, sin embargo cuando llegó a la capital del país fue tomado por la clase baja y media. El escándalo llegó con la poca distancia que había entre los bailarines, la cercanía de cachete con cachete arriba de un ladrillo. 

“El danzón heredó muchas de las formas de la contradanza aristocrática, de salón, de una separación aceptable que no fuera tan recriminada por las represiones sexuales que hemos vivido durante tantos siglos. Así se baila en Veracruz. Esto lo pierde cuando llega al altiplano, lo toma el pueblo bajo, entonces el pueblo lo que tienen son ansias de tocamiento sensual y va modificando todo el danzón, que se hace muy arrabalero y es muy condenado por las ‘buenas familias y conciencias’ apoyadas por clero”, así lo explica la actriz y escritora Margo Su en un documental de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). 

Este no fue el único género musical que causó polémica por su manera de bailar, en su momento el mambo desató furor por el movimiento de caderas y hombros. Incluso a rumberas como Ninón Sevilla, María Antonieta Pons y “Tongolele” se les considera figuras de revolución sexual durante la década de los años 50. 

El rock and roll también tuvo su oportunidad con el controversial movimiento de pelvis de Elvis Presley, así como de todos los rockeros que sacudían su larga melena. Cada género musical tuvo su expresión corporal y fungió como parte de la identidad para el sector más rebelde, los jóvenes. 

El común denominador en la mayoría de las situaciones es el baile. La expresión corporal se volvió un pecado para la moral a lo largo de la historia, y así lo expresa la maestra de la Universidad de Cincinnati, Miriam Yvonn Márquez Barragán: 

“El baile como hecho social tiene múltiples y complejas significaciones que a lo largo de la historia han ido cambiando, en una continua tensión entre los valores morales y religiosos de cada cultura y las pulsiones sexuales que el ser humano arraiga en su propia naturaleza. En occidente, durante la Edad Media, se consideró a la danza como una actividad inapropiada, frívola, y peligrosa para la castidad, especialmente para las mujeres”. 

En su estudio Baile como expresión de femineidad y erotismo en Federico García Lorca expresó que sobre todo las danzas urbanas son vistas como una provocación a los sistemas sociales más conservadores. “ La revelación del cuerpo en movimiento era visto en los albores del siglo pasado como una transgresión, una forma de resistencia contracultural”. 

El reguetón no es la excepción, aunque desde su nacimiento ha sido duramente criticado por el contenido de sus letras y la manera de bailarlo, forma parte de una expresión de las nuevas generaciones. El machismo que existe en esta música no es exclusivo de este ritmo, en todos hay expresiones violentas hacia la mujer. Sin embargo, ¿cómo hacer del reguetón una herramienta de revolución sexual? 

En su tesis de maestría para la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Carolina Rodrigues realizó un estudio con jóvenes latinos en Bruselas, donde destacó que “el reggaeton también se ha convertido en un área de expresión para las jóvenes mujeres latinas que encuentran así una manera de negociar, a través del baile y de la vestimenta, tensiones sobre la sexualidad y la feminidad.

“Para esto, fue importante retomar el cuerpo como instrumento de poder para así pensar el reggaeton como lenguaje no verbal utilizado por las chicas latinas en su búsqueda de una cierta libertad sexual y estética”, agregó en la investigación Reggaetón, mujeres e identidades. 

Bajo ese panorama, el baile ha sido una herramienta de expresión importante ante la supresión de la rígida moral conservadora. Desde el danzón hasta el reguetón, los ritmos musicales fueron estandartes para promover la corporalidad en contra de los tabùs de la época. 

Antes de lanzar un prejuicio sobre cómo se expresan las nuevas generaciones y la inconformidad que ello nos causa, sería bueno pensar cómo nos expresamos en nuestro momento cuando fuimos víctimas de la rebeldía natural por la edad. Así como los vemos, nos vimos y ojalá podamos romper la cadena de prejuicios. 

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