Más vacaciones ¿para todos?
Con lupa de género

Trabaja en el área de economía de IMCO, en los temas de mercado laboral y comercio exterior, principalmente. Además, contribuye con el monitoreo y análisis continuo de indicadores sobre empleo, comercio, inversión, consumo e inflación. Antes trabajó en el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural. Tiene maestría en Economía Aplicada con Mención en Estudios Regionales por la Universidad Católica del Norte en Chile (UCN) y estudiÓ Economía en la UNAM. Twitter: @Nataly_Hdez_

Más vacaciones ¿para todos?
Foto: Pixabay

¿Hace cuánto que no tomas vacaciones? Necesitamos tiempo de descanso y recursos que lo garanticen. En días recientes se discutió en el Senado una propuesta para duplicar el periodo de vacaciones pagadas, de seis a 12 días después del primer año de servicio. Esto es una forma de mejorar las condiciones laborales, pues en México se trabaja 24% más tiempo al año que el promedio de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

El aumento de los días de descanso puede contribuir a mejorar nuestro desempeño en el trabajo e incrementar la productividad. Esto se podría traducir en mayores ingresos para ambas partes. Por un lado, los trabajadores podrían pedir un aumento salarial al tener mejores resultados y, por otro, las empresas podrían tener mayores ganancias. Aunque es un cambio que, por supuesto, ocurriría paulatinamente.

De aprobarse la reforma, ¿todos los trabajadores gozarán de los beneficios? De acuerdo con el Inegi, tres de cada 10 trabajadores no reciben prestaciones y, por tanto, quedarían excluidos. Es decir, no beneficiaría a los 38.9 millones de empleados subordinados en el país, porque sabemos que no todos laboran de manera formal ni tienen acceso a prestaciones, como son las vacaciones pagadas.

Además del alcance limitado de la propuesta, hay que tener en cuenta que su aprobación implica costos que tendrían que asumir los empleadores en el corto plazo, asociados al aumento en la prima vacacional y, de ser necesario, la reorganización de operaciones para suplir al personal que se encuentre en descanso. El encarecimiento del empleo formal puede llegar a tal nivel que desincentive la creación de este tipo de empleos, por lo que es deseable que se tomen medidas compensatorias adicionales para garantizar que las empresas permanezcan o transiten hacia la formalidad.

La informalidad laboral tan elevada en México hace que mejorar las condiciones de empleo no sea una tarea sencilla. Cualquier política pública dirigida a los trabajadores formales excluirá a más de la mitad de la población ocupada e incluso puede tener el efecto adverso de agudizar la desigualdad, al ampliar las brechas existentes entre trabajadores formales e informales. 

Si bien la informalidad ha representado por años una alternativa de subsistencia para gran parte de los trabajadores mexicanos, no hay que perder de vista que representa un obstáculo para el desarrollo de habilidades y el aprovechamiento de talento, que propician el crecimiento económico necesario para elevar nuestra calidad de vida. 

Entonces podemos celebrar el avance que representan este tipo de acciones para optimizar las condiciones laborales, sin dejar de demandar políticas integrales que contemplen medidas para incentivar la formalización de empresas y la generación de empleo suficiente y bien remunerado. De lo contrario, contar con un empleo de calidad, que garantice los derechos laborales, seguirá siendo privilegio de unos cuantos en nuestro país. 

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