Esto también es futbol
Alioli

Es periodista y analista de datos. Ha colaborado en medios como Reforma, Chilango y Tec Review. Fue coautor del libro Ayotzinapa, la travesía de las tortugas, publicado por la editorial Proceso. También es hincha incondicional de los Leones Negros. Twitter: @ridderstrom

Esto también es futbol
La policía lanzó gases lacrimógenos en contra de los aficionados. Imagen: Captura de pantalla.

Fue una derrota en casa por la mínima ante el eterno rival en la liga de Indonesia. Fue la rabia desatada de una afición que no podía creer que el equipo de sus amores perdiera así. Fue una marea que desbordó todos los protocolos de seguridad del Estadio Kanjuruhan, resguardado por fuerzas militares. Fue el derby del Este de Java, entre el Arema FC (local) y el Persebaya Surabaya (visitante), que quedó 3-2. Fueron 125 muertes y más de 180 heridos, en una de las peores tragedias de las que se tenga registro en la historia del futbol, algo que debería ser impensable en el tiempo en que vivimos, y que sin embargo sucede.

Nada más sonar el pitido final, varios hinchas locales se precipitaron hacia el campo para increpar a los jugadores de su equipo. Rebasado desde el principio y sin el menor atisbo de cordura, el cuerpo de seguridad del estadio lanzó gases lacrimógenos hacia la grada y golpeó violentamente a las personas que invadieron el campo. Una respuesta torpe y caótica, que inició una estampida infernal. En los túneles, la gente se apoltronaba para abandonar el estadio, pero el miedo, la presión de la masa y el irritante gas hicieron que 38 personas sucumbieran a la asfixia. El resto de los decesos sucedieron en los hospitales cercanos.

La FIFA aseguró en un comunicado oficial que el gas lacrimógeno no está permitido como medida de seguridad en ningún estadio. En su visita al lugar de la tragedia, el presidente de Indonesia, Joko Widodo, atribuyó los decesos a que varias de las puertas estaban cerradas cuando la estampida sucedió. La asociación nacional de futbol de Indonesia dijo que la falta de personal hizo que no todas las puertas pudieran abrirse al mismo tiempo para dejar salir a la gente. Por su parte, la policía local aseguró que las puertas estaban abiertas pero que eran demasiado angostas para que tanta gente cupiera por ellas a la vez. Entre tantas declaraciones cruzadas, la única certeza es la tragedia.

La hemeroteca, por desgracia, cuenta varios sucesos similares a la tragedia de Indonesia. La que viene más rápido a la memoria es la tragedia de Hillsborough, Inglaterra. En abril de 1989, durante un encuentro entre el Liverpool FC y el Nottingham Forest, una grada del estadio de Hillsborough se vino abajo debido a una avalancha de seguidores del Liverpool. Hubo 97 muertos y una herida profunda en el futbol inglés.

En mayo de este año, más de 120 sobrevivientes de aquella tragedia asistieron a la final de Champions League entre el Liverpool FC y el Real Madrid. El partido se retrasó una hora porque hubo disturbios en los alrededores debido a las fallas logísticas en el Stade de France, en Saint-Denis. Hace un mes, Peter Scarffe, presidente de la asociación que ayuda a los sobrevivientes de Hillsborough, declaró que un par de los aficionados que asistieron a la final de Saint-Denis revivieron el trauma que acarreaban y poco después tomaron la decisión de suicidarse. Aquello habla de cuánto puede alargarse una tragedia como la de Indonesia, donde ya hay seis personas imputadas con cargos criminales (tres miembros del comité organizador y tres policías).

A nivel local, por desgracia, el futbol mexicano vivió en marzo pasado la trifulca entre aficionados del Querétaro y del Atlas, que dejó escenas sanguinarias en los túneles y gradas del Estadio Corregidora.

Un estadio también es un barómetro social. Si de verdad le preocupa el futbol, la FIFA debe crear nuevos protocolos para que vuelvan a ser un lugar seguro.

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