El rey del cash, libro fallido
Medios Políticos

Es un periodista especializado en el análisis de medios y elecciones. Tiene posgrado en Derecho y TIC, obtuvo el premio alemán de periodismo Walter Reuter en 2007, fue conductor en IMER y durante 12 años asesor electoral en el IFE e INE, editor, articulista y comentarista invitado en diversos diarios, revistas y espacios informativos. Twitter: @lmcarriedo

El rey del cash, libro fallido
Portada del libro. Foto: Especial

La semana pasada, una intensa campaña publicitaria promovió El rey del cash, libro escrito por Elena Chávez con prólogo de Anabel Hernández. Desde su primer párrafo, Chávez expone a las y los lectores que tuvo una relación personal durante 18 años con César Yáñez, hoy subsecretario y antes jefe de prensa muy cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador cuando era jefe de gobierno y cuando fue candidato a la presidencia.

La autora dice que por ese vínculo se enteró de cosas, fue “espectadora”, pero ya en el desarrollo de su relato cuesta trabajo identificar revelaciones de corrupción concretas. Todo queda en una incumplida promesa de solapas que ofrece una luz que no llega sobre financiamiento electoral ilegal, donaciones indebidas, “moches” y flujo de dinero en efectivo (cash) en el entorno presidencial.

Leyendo el contenido, nada de eso se documenta. Chávez afirma haber escuchado decir a otras personas cosas, pero las únicas fuentes que dan algún comentario directo son sus tres entrevistados: Guadalupe Acosta Naranjo, Fernando Belaunzarán y Ricardo Pascoe.

Es un libro periodísticamente mal logrado. Tal vez Chávez no está mintiendo sobre lo que escuchó de otros, es probable que mucho de lo que escribe tenga alguna una dosis de realidad, pero así, sin ninguna prueba y con tantos calificativos, con tantos aspectos de vida privada frívolos sobre diversas personas, sin valor para el planteamiento del “cash” o interés público alguno, su obra que pierde seriedad y se queda en insumo para conjeturas o actos de fe. 

En el mejor de los casos tiene el mérito de abrir un debate sobre el uso de dinero en efectivo en campañas y dar a conocer algunas versiones indiciarias de “moches”, así como aportar anécdotas de pleitos entre políticos, pero el título no corresponde a eso, no hay ejemplos sólidos para de ahí partir y seguir la pista de uno o dos casos fuertes sobre dinero ilegal en “cash”.

Por ejemplo, escribe con redacción descuidada que Acosta Naranjo daba dinero al hoy presidente. Se lee: “López Obrador recibió de manos del perredista el primer cheque que el IFE le dio al PRD por concepto de prerrogativas: 300 millones” (página 215).  En entrevista posterior con Carmen Aristegui, Acosta cambió el monto diciendo que fueron “como 320 millones”, pero sigue sin quedar claro cómo se volvieron “cash” ilegal. En el libro ni siquiera se precisa la fecha de esa entrega de recursos y, ya de entrada, dice algo que es falso porque el IFE no entregaba, como tampoco lo hace el INE, primeros o segundos “cheques” a partidos que pudieran pasarse de una mano a otra así nomás.

El financiamiento partidista no se entrega en una sola exhibición, se otorga con ministraciones mensuales durante todo un año y a cuentas autorizadas, no es un “cheque” único al portador que luego alguien pueda endosar a voluntad a cualquier persona física o canjear completo en efectivo para luego repartirlo como si fuera bolo de bautizo sin consecuencias. 

Sí existen triangulaciones ilegales que hacen políticos para darle la vuelta a la fiscalización electoral y convertir en efectivo fondos públicos para “operar”, pero si este fuera el caso pues entonces Acosta o la autora podrían clarificar qué comprobantes falsificó el partido (entonces PRD) o qué proveedor dio facturas simuladas para cobrar y luego convertir cheques a efectivo, lavar y ya sin rastro dar eso a uno o más candidatos en bolsas o maletas. Si le dio dinero de campaña con cheque y el gasto fue para campaña y se reportó, pues eso no es ni revelación, ni es ilegal, ni prueba acto de corrupción de nada.

Ese es el episodio más sonado, la revelación con cifras y fuentes que pueden rastrearse pero tristemente se derrumba en menos de un párrafo. Cuesta trabajo encontrar otros ejemplos más o menos sólidos en los demás capítulos, no hay “carnita”, “nota”, aunque sea así nomás enunciada; no están los datos o las tramas tangibles sobre el famoso “cash” y cuando aparece por fin algo, pues resulta que no era “cash” sino cheque y el propio entrevistado ahora dice que todo lo de ese cheque sí se reportó a la autoridad electoral, ¿entonces?

No se trata de aprovechar las inconsistencias del libro para negar que sí hay episodios públicos cuestionables en el entorno presidencial relacionados con manejo de dinero, pero ni esos casos se mencionan en el libro para argumentar algo medianamente serio. El rey del cash ni siquiera retoma casos como los sobres de dinero de David León, operador del exgobernador de Chiapas Manuel Velasco, que se ve en videos entregando a un hermano del presidente efectivo y que él mismo habría grabado.

El libro ignora lo que sí existe y pone cosas que no puede sostener, se atropella con frecuencia en un excesivo bombardeo de adjetivos que habita sus párrafos, casi nunca logra amarrar argumentos bien estructurados y abusa mucho de chismes y conjeturas sobre la vida sentimental del presidente y colaboradores, sin justificar o al menos sugerir cuál es la relevancia que ve en dedicar tanto espacio y atención a frivolidades: que si le dijeron que en el coche de fulano un funcionario estaba sentado muy cerquita de otra funcionaria, que si una mujer era muy “confianzuda” o que si López Obrador salía siempre apurado para llegar a su casa para atender a su hijo pequeño antes de que diera la hora en que terminaba el turno de una supuesta nana (un padre va a la escuela por su hijo o se apresura a casa para cuidarlo, ¿qué tiene que ver con “cash” irregular?). 

De López Obrador dice que “ha robado”, que le obsesiona el poder, que se “autoproclama” profeta o que “su alma está perdida en acciones perversas”. ¿Qué tiene que ver eso con “cash”? ¿Qué revelación de corrupción hay en opinar sobre el “alma”?

Cosas por el estilo abundan y demeritan la seriedad de los pocos intentos por articular buenos planteamientos. La promoción del libro estuvo muy politizada y generó, con habilidad y marketing, gran expectativa pero que el contenido defrauda, no cuaja.

No es un trabajo de investigación periodística, aunque su autora sí aseguró en entrevistas que lo hizo “desde el periodismo”. Tampoco es un testimonio preciso, ordenado y menos contrastado o verificado en sus partes sustantivas (ni fechas pone en varios casos). No va más allá que allá del “supe”, “me enteré”, “me contaron”, “me dijo César”, “se pensó” o “se sabía” (abundan esos conectores en casi todo el libro).

Pese a la formación de periodista de la autora, no hubo periodismo para acreditar medianamente los dichos que publica y tal vez haya cosas ciertas, pero así sin pruebas, mezcladas con chismes y amarillismo, se pierden, se queman.

Hay algunos episodios que como relato son interesantes, pero nada tienen que ver con denuncias bien logradas sobre “cash”. 

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