A la conquista de los Juegos Olímpicos
Breve, pero a fondo

Periodista por convicción y formación. Con una trayectoria de 30 años, desarrolló su carrera en distintos medios, entre estos, Worldwide Television News, United Press International y Notimex. Fue corresponsal en Centroamérica, Colombia y EU. Ha realizado coberturas en México y el mundo. Colaboró por 20 años en El Universal. Coautor del libro Haití, Isla Pánico. Twitter: @jlruiz10 

A la conquista de los Juegos Olímpicos
México aspiraba a ser sede de los Juegos Olímpicos en 2036. Foto: Juegos Olìmpicos.

En la historia de la humanidad existen pruebas suficientes de que las mentes visionarias trascienden en el tiempo y así podemos constatar que las grandes cosas surgieron de una simple idea.

Un solo ejemplo de esto, aunque parezca trillado, es Mark Zuckerberg, quien creó y desarrolló Facebook a partir de una tarea escolar, y miren ahora en lo que se convirtió, en una red social que ha evolucionado hasta llegar a ese conglomerado multimillonario llamado Meta, cuyas plataformas son utilizadas en todo el planeta.

Por supuesto que el entonces estudiante de Harvard enfrentó el escepticismo de muchos, que con comentarios sutiles y en ocasiones malintencionados buscaron desalentar su idea de crear una red para vincular a una comunidad universitaria diversa y sobre todo dispersa.

Lo que acabó haciendo fue algo un poco más ambicioso, sumar a casi 3 mil millones de usuarios, solo en Facebook. Se dice fácil, pero esto consiguió porque de ninguna forma se dejó intimidar.

Entonces, ¿por qué no escuchar con atención la propuesta de buscar que sea México de nueva cuenta sede de unos Juegos Olímpicos?

No se trata de comparar esta iniciativa con la que tuvo el joven oriundo de Nueva York, pero sí destacar que los grandes proyectos nacen a partir de una idea hasta convertirse, con trabajo y esfuerzo, en una contundente realidad.

Por esta razón, hay que dar la bienvenida a la propuesta de que sea México el anfitrión de unos Juegos Olímpicos en el 2036. ¿Que falta mucho tiempo? Eso depende de cómo lo queramos ver.

Lo cierto es que se trata de una iniciativa que no tiene otro propósito más que heredarle a las nuevas generaciones una fiesta global deportiva, que además le daría al país el prestigio internacional que se merece. 

De ahí, que la idea impulsada por el canciller Marcelo Ebrard y la presidenta del Comité Olímpico Mexicano (COM), Marijose Alcalá, no solo deba ser vista con simpatía, sino también ser apoyada y gestionada desde ya, para avanzar rumbo a ese objetivo que destacaría todo lo positivo que tiene México a nivel mundial. 

Sin duda es una tarea titánica, sobre todo en el contexto actual que vive el país, lo que detonó pronunciamientos dolosos al considerar la propuesta como excesiva y onerosa. Nada más lejano que eso.

La crítica no hiere, pero sí la mala fe de quienes se supone deberían empujar todo proyecto en favor de los atletas. Pero así pasó. Ana Gabriela Guevara, titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, ha tratado de dinamitar esta iniciativa que le daría mucho no sólo al deporte, sino a México. Lamentable.

Con esta propuesta, México tiene todo qué ganar, por eso hacen bien el secretario de Relaciones Exteriores y la presidenta del COM, al empujar esta idea. Dejaron en claro que estos Juegos Olímpicos no causarán gastos excesivos ni la construcción de elefantes blancos, porque el Comité Olímpico Internacional (COI) ya tiene definida la estructura de financiamiento del evento. 

Del 100 % del costo, el COI asumiría el 30%, 30% en patrocinadores globales y otro 30% se solventaría por la venta de boletos. el 10% restante estaría bajo el gasto del gobierno y aliados estratégicos, que básicamente canalizarían la inversión a infraestructura, movilidad, salud y bienestar. 

Por donde se le quiera ver este proyecto es monumental, pero bondadoso, ya que le daría a las nuevas generaciones el gusto de vivir en su propia casa, México, unos Juegos Olímpicos que los llenarían alegría y sentirse orgullosos de un país que tiene mucho que ofrecerles. Esta puede ser una gran herencia.

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