Tenerle miedo al miedo
Enernauta

Especialista en política energética y asuntos internacionales. Fue Secretario General del International Energy Forum, con sede en Arabia Saudita, y Subsecretario de Hidrocarburos de México.
Actualmente es Senior Advisor en FTI Consulting.

Tenerle miedo al miedo
Foto: Pixabay

Mi lectura de los medios me deja con la nada original impresión de que el ambiente de opinión y acaso el ánimo colectivo de Occidente convergen cada vez más hacia una polarización preocupante. Los lugares comunes sobre la política, la economía, la sociedad y la cultura que distinguía al orbe de las democracias están bajo revisión desde los extremos. El liberalismo está de nuevo a prueba.

Tengo en mente, por ejemplo, lo que está en juego en las elecciones de hoy Estados Unidos. Superficialmente, no se trata sino de otra edición de la competencia entre los partidos republicano y demócrata por el control del poder legislativo. Pero es la primera vez en décadas que los votantes de un partido encuentran tan poco en común con los del otro, como lo documenta un estudio reciente. Hace 70 años, la mitad de los ciudadanos norteamericanos encontraban pocas diferencias entre ambos partidos, hoy 9 de cada 10 opina que los separa una distancia abismal.

Combinada con la paridad de votos entre los dos partidos, esta distancia entre las percepciones de los ciudadanos estadounidenses significa que la disputa electoral se ha tornado identitaria y bastante crispada. Una pequeña diferencia en votos puede significar un gran cambio en la agenda de prioridades, desde el aborto y la diversidad de género hasta la apertura comercial y la inmigración. Para los demócratas sería terrible que los republicanos controlen la Cámara de Representantes y viceversa.

Los sondeos apuntan a que tomarán el control de la Cámara de Representantes políticos del partido republicano que aseguran, sin más base que su propia creencia, que la elección de 2020 fue robada. Aún si el resultado fuera otro, es prácticamente un hecho que la disputa por fijar las reglas electorales volverá a abrirse bajo la premisa de que es inaceptable que algún político del otro partido gane la elección. Quizá se trate del desafío más grande a los valores e instituciones democráticas norteamericanos desde la Guerra Civil.

Con esto bastaría para nublar el panorama, pero aún hay más. La Reserva Federal pretende continuar el combate a la inflación aumentando la tasa de interés hasta donde sea necesario, pues no hay otra manera de frenarla en el corto plazo. Para quienes dedican su tiempo a leer las hojas del té, esto significa que la economía norteamericana entrará en recesión a más tardar el próximo año, enviando a decenas o cientos de miles de personas al desempleo. No es precisamente una receta para la concordia después de décadas documentadas de creciente desigualdad en la distribución del ingreso. ¿Podrá la Reserva Federal sostener su postura monetaria? En los años setenta, cuando las opiniones eran menos extremas, sucumbió ante la presión política. En los años ochenta logró resistir, quizá porque la inflación fue tan molesta para todos que las diferencias políticas quedaron de lado y abrieron el espacio para la restricción monetaria. No está claro cuál es el escenario actual.

Lo que ocurre en Estados Unidos es solo una muestra. Frente a desafíos identitarios, inflación galopante y perspectivas económicas mermadas, los votantes se han ido a los extremos en países tan diversos como Brasil, Italia o Suecia. Los políticos cuyas propuestas parecían fuera de moda o simplemente descabelladas hace una década han conseguido colocarse en el imaginario del público en todos los continentes. 

Si las sociedades occidentales insisten en su propensión a tenerle miedo al que piensa distinto, el liberalismo político, social y económico quedarán en el retrovisor. Quizá sea ocasión, como en otra era de extrema aprehensión económica, de seguir la sugerencia de Franklin D. Roosevelt y mejor tenerle miedo al miedo. 

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