Un día para nombrar todas las violencias

Marisol Aguilar es coordinadora de Programas y Ángeles Cruz es coordinadora de Educación en RacismoMX.

<strong>Un día para nombrar todas las violencias</strong>

Afirmaciones como “nos matan por ser mujeres” se han quedado cortas en días como hoy y es necesario mirar las violencias que viven las mujeres indígenas, negras o racializadas en un análisis de clase y raza. El Día Internacional de Eliminación de la Violencia contra la Mujer ya no trata solo de ver al género, sino también la raza y la clase. 

Factores como la hipersexualización que viven los cuerpos de las mujeres racializadas, el racismo lingüístico que obstaculiza que las mujeres indígenas puedan denunciar a sus agresores en sus lenguas o el racismo sistémico que no permite que las mujeres de tonos de piel moreno puedan acceder a la movilidad social –según Oxfam– hace que repensemos si en realidad es la misma violencia la que azota a todas las mujeres de la misma forma. 

Precisamente mirar al grupo históricamente discriminado “mujeres” ya no solo con los lentes púrpura sino con lentes que puedan ver más allá del género, como la raza y clase, es importante porque las violencias no son las mismas y por ende las estrategias para “erradicar la violencia de género” no deberían serlo. Lo anterior, porque se ha mirado a lo largo de la historia a las mujeres como un monolito, pero qué pasa con las mujeres desaparecidas, nadie habla de ellas; qué pasa con los transfeminicidios, no las consideran mujeres; qué pasa con las mujeres trabajadoras sexuales, no reconocen su trabajo; qué pasa con las mujeres trabajadoras del hogar, no se les respetan sus derechos; qué pasa con las mujeres migrantes, no tienen derechos.

También implica mirar la violencia que viven las mujeres más allá del amor romántico, como han planteado en varios foros internacionales como en la declaración final del Foro Internacional sobre Feminicidios en Grupos Etnizados y Racializados, que indicó que el incremento de las diversas formas de violencia contra las mujeres y su relación con las dinámicas de acumulación del capital global, en América Latina tiene una expresión colonial y racista. Es decir, que entre mujeres, ser blanca o racializada hay un impacto en cómo vivimos la violencia de género y que entre mujeres ricas y pobres, hay un impacto en las posibilidades de movilidad social.

Bajo esta tónica interseccional también se han documentado los vínculos entre la degradación ecológica y los efectos de la crisis climática con la violencia hacia las mujeres, sobre todo en aquellas comunidades despojadas por los proyectos de desarrollo o extractivos. Parecería que todos los fenómenos que violentan los derechos humanos han comenzado a feminizarse, sin embargo, en nuestro parecer solamente se están visibilizando las diversas violencias hacia las mujeres, que implica mirar detalladamente las diferencias en su impacto. En México, la militarización de proyectos de energía eólica para evitar el acceso y la afluencia de trabajadores masculinos ha llevado a un aumento del riesgo de agresiones sexuales y de tráfico sexual en contra de las mujeres según la Unión Internacional para la Conservación en su informe Vínculos entre la violencia de género y el medio ambiente, la violencia de la desigualdad de 2020.  

Con esto, no queremos decir que las mujeres no racializadas o blancas no experimenten violencia de género o que sea menos importante o grave por tener privilegios, pero las vidas de las mujeres están sujetas a distintas opresiones. Hablar del día para eliminación de las violencia contra las mujeres implica mencionar todas las violencias: racistas, clasistas, transfóbicas, lgbtfóbicas, las capacitistas y las edadistas que vivimos las mujeres para poder erradicarlas.

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