No olvidar para forjar un futuro
Archipiélago Reportera cultural egresada de la ENEP Aragón. Colaboradora en Canal Once desde 2001, así como de Horizonte 107.9, revista Mujeres/Publimetro, México.com, Ibero 90.9 y Cinegarage, entre otros. Durante este tiempo se ha dedicado a contar esas historias que encuentra a su andar. X: @campechita
No olvidar para forjar un futuro
Héctor Bonilla. Foto: Twitter

Hace no mucho alguien me dijo que ya nadie quería saber de los mayores, de quienes han forjado el camino; que simple y llanamente el futuro residía en las nuevas miradas que con asombro nos revelan otros horizontes. ¡Menuda aseveración!.

Si bien las rutas del aprendizaje son de ida y vuelta, así como la suma de propuestas frescas renuevan ideas, lo cierto es que las experiencias resultan reveladoras y casi siempre suceden de manera cíclica, algo que no va a hacer a los más jóvenes experimentar en cabeza ajena, sino más bien les presenta una especie de spoiler o “estropeo” de la película de su vida y si están con ánimo de observar, escuchar pondrán pausa y quizá editaran algunas tomas o de plano reescribirán el guión.

Una serie  de cavilaciones que me vinieron a la mente en los últimos días, quizá semanas, primero con la muerte de Héctor Bonilla el pasado 25 de noviembre, del recuento de su vida, la entrega de la medalla Bellas Artes póstuma, lo que se decía de él, lo que me tocó presenciar. Vaya que me hizo reflexionar sobre el ojo que tuvo para generar oportunidades, a pesar de las adversidades. Fue como diría mi papá un hombre orquesta al que parecía que nada lo amainaba y esa resiliencia lo volvió un guía para los suyos, los próximos y los ajenos, hace no mucho escuchaba una entrevista con Luis Gerardo Méndez sobre su personaje de Belascoarán y habló sobre Bonilla y su influencia para dar vida al detective. Todo un crack que alguna vez fue un mozuelo pero tuvo la cabeza para mirar los pasos que lo precedieron, tomó lo necesario para hacer las cosas a su manera y a la vez, se dio tiempo para echar aguas a los que venían atrás.

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Pocos días después, murió el escenógrafo Alejandro Luna, otro referente del teatro que fue homenajeado este 16 de diciembre en el Palacio de Bellas Artes y al estar ahí escuché como personal del Palacio, desde responsables de prensa y técnicos recordaron su manera de hacer las cosas, de como había sido su celebración junto Compañía Nacional de Teatro, “fue muy emotivo, me sentí orgulloso de haber podido trabajar con él”, mencionó alguien, otros recordaron lo sucedido en enero de 2020 en el Teatro El Milagro, festejo en el que sus colegas lo celebraron y casi lo levantaron en hombros. Entre esas anécdotas me quedó con aquella de que afrontaba los nuevos retos sin inmutarse, ya luego analizaba  cómo hacerle y de los contras se las ingeniaba para generar virtudes. 

Personajes que me dirán fueron de otra época, sin duda, pero los tiros a la hora de elegir de qué vamos a vivir se desarrollan más o menos igual, dejemos de lado los factores externos, que eso en definitiva es otro tema. Lo que rescato es esa capacidad de aprender de los otros, para a partir de ese punto expandir la línea o de plano aplicar el borrón y cuenta nueva.

A lo que quiero llegar es que la experiencia no estorba, no compite con ese atrevimiento de ser joven, todo lo contrario suma y en algunos casos evita descalabros, yo misma lo he experimentado con aquello que hicieron mis padres y que he decidido dar la vuelta o más bien desempolvar para continuar por ese camino.

Tanto por hacer, tanto por aprender y tanta prisa que no nos permite mirar atrás, ojalá se animen a retomar algunos de esos caminos o al menos echar un ojo o ya de menos escuchar a sus padres, abuelos, mayores para de ahí armar la bitácora de viaje y en caso de ser necesario re direccionar la brújula.

Mientras tanto gracias por ese legado Héctor Bonilla, Alejandro Luna, papá, mamá, maestros, colegas, hija. No nos neguemos la oportunidad de escuchar al otro.

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