Bajo la sombra de Belascoarán Shayne
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

Bajo la sombra de Belascoarán Shayne
Foto: Roberto Vargas

“La vocación de venganza, el mejor de los instrumentos políticos en estas tierras”. La frase, que pertenece a un emotivo texto llamado “Escribimos”, contenido en el libro Primavera Pospuesta. Una versión personal de México en los 90 (Joaquín Mortiz, 1999) define a la perfección la manera de pensar de Paco Ignacio Taibo II como funcionario del gobierno de la llamada Cuarta Transformación o 4T. Controvertido desde antes de su nombramiento como director general del Fondo de Cultura Económica (FCE) y por su incontinencia verbal, Taibo II (Gijón, España, 1949) cumple el próximo miércoles 11 de enero 74 años y es considerado el padre del género neopoliciaco en América Latina. 

Aunque la primera vez que lo leí fue en Encuentro de la juventud, una revista que el CREA publicaba en los 80, mi acercamiento definitivo a Taibo fue el día del padre de 1993, cuando mi precaria economía de estudiante solo me permitió regalarle a mi papá No habrá final feliz, la tercera novela de la serie del detective Héctor Belascoarán Shayne. Después, Gabriel Lara, uno de los buenos amigos que me dejó el ITAM, me prestó otras novelas de la saga del detective independiente mexicano. Al final las compré todas, algunas más de una vez.

Por la obra de Taibo tuve una devoción enfermiza a lo largo de dos décadas y debo agradecerle que fue la puerta de entrada al género negro y policiaco, y al descubrimiento de autores como Manuel Vázquez Montalbán, Andreu Martín, Juan Madrid, Juan Hernández Luna, Juan Sasturain, Dashiell Hammet, Ross McDonald, Raymond Chandler y hasta Osvaldo Soriano. A Chester Himes, Joe Wambaugh, Ed McBain, Lawrence Block y algunos más, los conocí a través de la colección “Etiqueta Negra” que el propio Taibo dirigió para Jucar en los 90 y que el FCE adquirió bajo su dirección. En la “sección Taibo” de uno de mis libreros están todos los Belascoaranes, las novelas del Jefe José Daniel Fierro, Pioquinto Manterola y las de Olga Lavanderos. Fuera de ese mueble sólo quedan las biografías de Pancho Villa y el del Che, que están en la sección histórica.

‘Escríbela tú, cabrón’

La mañana de un lunes de mayo de 2006 recibí en la redacción de Soccermanía una inusual invitación de Ediciones B para hacerle una entrevista a Paco Ignacio Taibo II a propósito de la publicación de Sólo tu sombra fatal, un libro de relatos donde aparece “Las memorias del bizco”, el único acercamiento del autor al futbol. Cuando llegué a la editorial, en Anzures, Paco ya se había ido: “Estaba muy cansado, pero te espera en su casa”, me dijo la mujer de relaciones públicas. En su estudio platicamos cerca de dos horas.

“¿Eres reportero de una revista de futbol que quiere escribir novelas policiacas o cómo está el pedo?”, me preguntó Taibo luego de charlar un rato. Le recordé las menciones futboleras que salen en sus novelas, como el casero español y atlantista de Belascoarán, y lo cuestioné por los personajes a los que les había dedicado algunos de sus libros, como el periodista Ciro Gómez Leyva o el ex canciller Jorge G. Castañeda. Me contestó con su peculiar estilo: “Unos más chaqueteros que otros, pero seguimos siendo cuates”. Cuando le pregunté por qué no había escrito una novela con el futbol como tema principal, respondió contundente: “¡Escríbela tú, cabrón!”.

De aquella charla apenas publiqué algunas líneas en el “Aficionado Famoso”, de la revista oficial de Pumas. Preparar la entrevista fue un reto mayúsculo porque no sólo era entrevistar a un escritor, sino a unos de mis autores favoritos, con el que apenas había cruzado palabra en las presentaciones de algunos de sus libros. Aquella tarde, además de revelarme que es aficionado del Club Universidad, del Sporting de Gijón y del ciclismo, me dijo que no le había gustado el “belascoarán” que escribió con el Subcomandante Marcos (Muertos incómodos). La entrevista terminó con la mejor dedicatoria que me pudo poner en un libro: “Para Roberto, que sorprendentemente las había leído todas”.

Hace unos meses Netflix comenzó a transmitir una miniserie llamada Belascoarán, con Luis Gerardo Méndez en el papel del famoso detective. El guion respeta la esencia de las novelas, la ambientación es muy magnífica y la música fenomenal, pero para mí, Héctor Belascoarán Shayne siempre será el Pedro Armendáriz que hizo “Días de combate” en 1982, con Julissa, Ernesto Gómez Cruz, el “Flaco” Ibáñez y Juan Peláez. No me gusta el tonito de voz de Méndez en el primer capítulo de la nueva serie, aunque mejora en los siguientes. Eso sí, es mucho mejor que Sergio Goyri, que protagonizó al investigador privado a mediados de los 90.

A pesar de su rotundo éxito en algunos países europeos, en México, un sector de la crítica no ha sido muy bondadosa con la obra de Taibo: “Las novelas de Belascoarán me han sorprendido, releídas, por lo poco policiacas que, en su esencia, son. La deducción le importa poco a Taibo II y la realidad sólo un poco más. Los asesinatos y sus soluciones no creo que complazcan mucho a los aficionados del género… Siempre importa más el detective que los crímenes que le toca resolver porque estos ya están resueltos de antemano: todo crimen es crimen de Estado, del Estado capitalista”.

La crítica, publicada por Christopher Domínguez Michael en junio de 2011 en Letras Libres, me molestó cuando la leí por primera vez por mi inverecundo fanatismo por Taibo II. Pero hoy, a pesar de su “padre”, al que debe reconocérsele, eso sí, una gran fidelidad con sus ideas, aunque no simpaticemos con ellas, todavía siento una gran simpatía por el buen Héctor Belascoarán Shayne.

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