Viento negro
Breve, pero a fondo

Periodista por convicción y formación. Con una trayectoria de 30 años, desarrolló su carrera en distintos medios, entre estos, Worldwide Television News, United Press International y Notimex. Fue corresponsal en Centroamérica, Colombia y EU. Ha realizado coberturas en México y el mundo. Colaboró por 20 años en El Universal. Coautor del libro Haití, Isla Pánico. Twitter: @jlruiz10 

Viento negro
Foto: Pixabay

“Viento negro” con este título se estrenó en el lejano 1965 la extraordinaria película dirigida por Servando González, y viene muy a cuenta porque en muchos sentidos es un reflejo de lo que hoy se vive en el país.

Primero por la anécdota, ya que se cuenta que gracias a este ferrocarril por el desierto de Sonora, Baja California no fue anexada a Estados Unidos. Segundo, porque según la trama, un ingeniero y tres de los trabajadores de su cuadrilla lograron anotar, antes de morir de sed en el desierto, la información necesaria para unir el ferrocarril del sur con el del norte, lo que se consiguió, aunque con este final dramático.

La reciente visita a México del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, para reunirse con el presidente Andrés Manuel López Obrador perpetuó seguramente en muchos, la idea de que estos encuentros no dejan nada, solo sonrisas y abrazos para las fotografías.

En mucho podría haber razón en esto, pero también, y no se debería ser mezquino en reconocerlo, que estas cumbres sirven de forma sustancial para unir más al sur con el norte, fortaleciendo la relación en todos sus campos y provocando prosperidad.

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Tener de aliadas a dos superpotencias económicas es algo que cualquiera quisiera y esto hay que aprovecharlo. Sería ingenuo pensar que en cónclaves como éste se acuerde en lo inmediato abrir de par en par fronteras a la migración, o se resuelvan los grandes problemas como el tráfico de armas a México y de drogas a Estados Unidos (ahora enfrentar el consumo del fentanilo es prioridad en Estados Unidos) o se acaben de tajo los diferendos en materia de energía, tema central de la parte canadiense.

Pero este tipo de encuentros si permiten, aunque se piense en lo contrario, el tendido de vías para que el ferrocarril de sur se una con el norte. Aún así, hay un viento negro que cierne en la relación y los temas, algunos de ellos, están brevemente mencionados arriba.

A la par de esto, en México las sorpresas no se dejaron esperar y desde el arranque de este 2023 las noticias impactantes nos sumergieron en un entorno nebuloso que se niega a disipar del panorama nacional.

Los hechos trágicos en el país se suceden uno tras otro en una cascada sin fin, como si se tratara de la desembocadura de un río caudaloso, cuya furia parece no cesar.

Por más que en México se grite ¡ya basta! ante la violencia rampante que nos estrangula a todos, las cosas no parecen cambiar. Aún así, millones de mexicanos salen a las calles a trabajar, a crear riqueza, a llevar el sustento a los hogares de un país donde la inflación de casi el 8% en el 2022, ya arrasó como un tsunami lo poco que se había ganado con los aumentos salariales.

Conflictos por doquier parecen ser la tónica que definirá también este 2023, ya que en el corto plazo, por lo menos, no se visualiza algo que nos diga que México podría entrar en una senda de bienestar y el desarrollo.

Del crecimiento económico ni hablar, este casi fue inexistente y por lo que se ve en este año las cosas estarán igual. De ahí la importancia de sacar provecho a estas reuniones y alejarlas de la retórica y la simulación, para estimular a los sectores productivos del país para que arranquen a plenitud sus motores y contribuyan al resurgimiento de un país que se niega a morir.

Qué grandioso es escuchar que nuestros paisanos, nuestra gente trabajadora en Estados Unidos, enviaron el año que acaba de terminar más de 54 mil millones de dólares, que sin duda ayudan en mucho a que el país no naufrague, no en las aguas turbias de un océano embravecido, que es ahora la economía internacional, sino en sus propios deshechos, en sus aguas negras, que amenazan con romper alcantarillados e inundarlo todo.

Por supuesto que no dejan de impactar noticias como la detención de Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo Guzmán, en Culiacán. Su detención trascendió fronteras, pero también dejó un espasmo de dolor aquí en el país, ya que de esta operación casi una treintena de personas perdieron la vida incluyendo soldados que se vieron envueltos en una refriega infernal en aquel episodio del pasado 5 de enero.

Entonces ¿por qué no festejar con bombo y platillo triunfos como el de Guillermo del Toro, quien obtuvo un Globo de Oro por su más reciente obra cinematográfica Pinocho?

Esta es solo una muestra de que en México el talento también desborda y apacigua de alguna forma el dolor de miles de mexicanos que han sufrido en carne propia la vorágine de violencia que nos azota a todos.

Sin duda, vienen momentos de decisión en este país, sobretodo en el ámbito político donde el clima electoral ya se encendió, primero por las elecciones, que se realizarán en Coahuila y el Estado de México, y porque ya se acercan dos grandes momentos, el fin de la presente administración (lo digo sin sarcasmo) y la llegada de todo un proceso para elegir a los candidatos que habrán de contender en las generales del 2024.

Hoy, el encono y la confrontación están dejando raíces en una sociedad que necesita urgentemente de algo que la reconcilie y la haga navegar en aguas mansas hacia un futuro más prometedor.

La historia está por escribirse y en este 2023 tenemos la oportunidad de dar un cambio de rumbo para dirigir a México hacia un futuro donde el bienestar sea la huella que marque estos tiempos. No dejemos que el viento negro cubra los cielos de éste México que aún tiene mucho que recibir y sobre todo que ofrecer.

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