Dos maneras de decir adiós
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

Dos maneras de decir adiós

El miércoles 1 de febrero me desperté (tarde) con el anuncio, una vez más, del retiro de Tom Brady, el quarterback (“coreback”) más ganador en la historia de la National Football League (NFL) y poseedor de una infinidad de récords que tardarán muchos años en ser superados. Más “impactante” para mí fue el anuncio de Ozzy Osbourne de poner fin a las giras con su banda homónima, con la que tenía fechas pendientes por Europa con otros veteranos de la escena metalera: Judas Priest.

Ya el 1 de febrero de 2022, Brady había anunciado su retiro del fútbol americano. Sin embargo, poco más de un mes después, trámites de divorcio de por medio, dijo que seguiría jugando para la temporada 2022. Pese a quedar fuera de los playoffs, su irregular actuación en su último año sólo sirvió para hacer más grande la leyenda de un hombre que ha ganado más Super Bowls que los 32 equipos de la NFL. Aunque reconozco su grandeza, el egresado de la Universidad de Michigan nunca fue muy de mi agrado por aquella polémica marcación de los oficiales en el llamado Tuck rule game, el 19 de enero de 2002, cuando Brady soltó el balón después de una tacleada de Charles Woodson. No quiero volver a pensar qué hubiera pasado con su carrera si aquella noche se marcaba “balón suelto” en lugar de pase incompleto. Cuando dejó New England y se fue Tampa Bay, Brady se ganó todos mis respetos, sobre todo después de humillar en el Super Bowl LV a Kansas City y aventar el trofeo Vince Lombardi de un barco a otro en medio de una borrachera por los festejos.

“No more tours”

Con 74 años, 29 más que Brady, John Michael Osbourne anunció también el miércoles su despedida de los escenarios debido a su precario estado de salud. El “Príncipe de la oscuridad” (y los excesos), que en septiembre del año pasado lanzó Patient number 9, su décimo tercer álbum en solitario después de ser corrido de Black Sabbath en 1979, regresó del más allá en múltiples ocasiones, sobre todo en la década de los 80, cuando la adicción a la cocaína y el alcohol casi acabaron con su carrera. Aunque muchos le perdieron la pista en las últimas dos décadas y pensaron que estaba retirado en un asilo, sobre todo después de su patético “reality show” llamado The Osbournes (2002-2005), Ozzy siguió trabajando y reclutando excelentes guitarristas, como lo hizo toda su carrera, con Randy Rhoads, Jake E. Lee y Zakk Wylde. Para Patient number 9 se dio el lujo de grabar con Eric Clapton, Mike McCready (Pearl Jam), Josh Homme (Queens of The Stone Age) y el recientemente desaparecido Jeff Beck. ¡Quién se iba a negar a grabar con la leyenda del heavy metal! Sólo tuve el gusto de verlo en directo dos veces y nunca lo vi arrancarle la cabeza a un murciélago como contaba la leyenda, aunque si sacó su cubetita para lanzarle a gua a los espectadores de las primeras filas. No more tours, Ozzy! No more tears!

La costumbre de no despedirse

La noche del asesinato del periodista Manuel Buendía, el viernes 30 de mayo de 1984, mi primo Manuel le dijo a su esposa que iba a comprar cigarros y no volvió. Con un hijo recién nacido, la desaparición del “Macua” movilizó a sus hermanos, mi papá y mi tío José Trejo. El retrato hablado del sospechoso de dispararle al autor de la columna Red privada, un hombre de tez morena y con bigote poblado, de entre 25 y 35 años, coincidía con el de miles de capitalinos, entre ellos mi primo Manuel, por eso la búsqueda comenzó, recuerdo, por agencias de ministerio público y los separos de la “Procu”. Mi primo volvió a su casa el lunes siguiente y su desaparición fue siempre un misterio para la familia. Como hace casi 40 años, Manuel Martínez Vargas se fue sin decir adiós. Nos enteramos de su muerte el pasado domingo: falleció el 22 de noviembre pasado. Aunque hace muchos años decidió apartarse de la familia, es raro pensar que Manuel ya no está en este plano. Es el primero de los primos del clan Vargas Ponce de León en partir. 

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