Nada con exceso, todo con medida
In-grid Telecom

Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

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Nada con exceso, todo con medida
Foto: Firmbee / Pixabay

Cuanto más te conectas a dispositivos, más te desconectas de ti.  

“Alexa, prende las luces”. “Ok, Google, pon la cámara de la casa”. Cuando usas el reloj que controla tu actividad física, Waze para que te lleve rápido a tu destino porque tu calendario de Google te avisó a qué hora debes salir de tu oficina para no llegar tarde. Ellos sí que están conectados y transformando tu realidad para crearte una nueva conciencia sobre ti mismo.

La buena noticia es que cada uno tiene el control. Saber utilizar correctamente la tecnología en tiempos y formas disminuye los riesgos que conllevan su abuso, y también las repercusiones para la salud física, emocional y psicológica; independientemente de los graves daños que pudieran surgir al perder el control y la privacidad de nuestros datos personales.

El consumo de bits y bytes crece al ritmo de la adopción tecnológica de una sociedad hiperconectada, que integra plataformas de consumo de contenidos de entretenimiento, información, educación, videojuegos, etcétera. Estas actividades podrían generar adicción por la velocidad tan cambiante de excitaciones que recibe la persona, y activar el sistema límbico de su cerebro que responderá a estos estímulos ambientales con emociones como miedo, alegría, enojo o tristeza.

¿Cuántas veces te ha pasado que ya es tarde, estás tratando de desconectar tu mente viendo la tele o leyendo cualquier cosa antes de dormir y se te ocurre ver tu celular?

O te metes a redes sociales y te enganchas con el entretenido narcisismo digital sobreestimulante, tan propio de estas plataformas. O te das una vuelta por WhatsApp y te encuentras con una solicitud de un “favorcito” de alguien del trabajo, que entre la hora y que tu “actitud más allá del deber” te enganchan en un sentimiento que no sabes describir si es enojo o un gen regresivo del niño héroe que todos llevamos dentro, y te pones a trabajar en ese momento.

Si te viste reflejado, te tengo noticias: el exceso en el uso de la tecnología te está causando una personalidad impulsiva, ansiedad y una incapacidad de afrontar las situaciones de manera asertiva. Ahora bien, si en ese momento decidiste conectar tu celular porque mañana necesita tener buena carga de batería, seguir con una buena lectura, mejor aún continuar con una buena plática en familia o en pareja para después dormir plácidamente, ¡felicidades totales, aún eres libre! (Tecnológicamente, hablando).

Está padrísimo que Alexa te abra la puerta, que Google te diga cómo llegar, que tu Apple Watch te motive a que te pares cada tanto y que estén conectados a una red para ayudarte a tener una vida más fácil, nada más no olvides que toda la información que compartes a través de ellos ya no te pertenece, se va a la nube para que un tercero la analice con big data, sepa mucho más de ti que tu propia madre y decida cómo utilizarla, para convencerte en un futuro próximo, en alguna u otra plataforma digital, de productos o servicios que no sabes aún que mañana necesitarás urgentemente adquirir, aunque no los necesites. 

La decisión es toda tuya.

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