Más allá de la representación
RacismoMX

Abogado por la Universidad Autónoma de Yucatán y maestro en psicopedagogía por la Universidad José Martí de Latinoamérica. Su pasión son los derechos humanos, el antirracismo, la educación y la cultura para la paz. Y, sobretodo, ama la mar. Actualmente es coordinador de investigación en RacismoMX.

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Más allá de la representación
Presentación de la campaña "Revolución vs el algoritmo" de RacismoMX y la Unesco. Foto: Isaac Esquivel/EFE.

Con la esperanza de ser célebres nos 
transformarán en jabón negro. 
Luego nuestros verdugos se lavarán las manos 
con ese jabón y se blanquearán todavía más»

Mohamed Mbougar Sarr,

 La más recóndita memoria de los hombres.

Se resiste a la opresión desde diferentes frentes y perspectivas. No hay un parámetro de legitimidad entre unas y otras. El peligro es creer que existe sólo una estrategia contra el racismo. Abordar un solo camino y no pensar en las otras resistencias es la gran trampa que tenemos en el antirracismo. El sistema nos excluye de todos los espacios, públicos o privados. La colonización, decía Fanon, parte al mundo en dos. Y al parecer, hizo lo propio al hacernos creer que hay competencias incluso dentro de los activismos. ¿Derribaremos el racismo sin tocar el capacitismo? ¿Eliminaremos la lgbtfobia sin tocar el patriarcado? Los sistemas de opresión son interdependientes, nuestras luchas no pueden ser excluyentes.

Las brechas de desigualdad no surgen por generación espontánea. Hay un largo camino de dominación, de botas asfixiando cuellos y de escupitajos a la dignidad, que minan la situación actual de poblaciones racialmente marginadas. La pobreza, la falta de acceso a servicios médicos, las desapariciones forzadas, el perfilamiento racial, no son azares de la vida, no son un juego de dados del destino, sino efectos crudos del racismo.

RacismoMX junto con UNESCO, de la mano creativa de Manuel Vega, lanzó la campaña «Algoritmo vs. Revolución». Simbólicamente es avasallador que en las búsquedas el internet nos enseñe siempre estereotipos raciales relacionados a belleza, pobreza o éxito (lo que sea que eso signifique). Pero no podemos agotar ahí la conversación. La campaña nos da la oportunidad de pensar más allá de la representación, por ejemplo en el uso de las herramientas algorítmicas y tecnologías biométricas para perfilar racialmente a las personas, como sucede en Panamá. 

Es cierto, la representación importa. Apostar a ella es ver por efectos en la estructuralidad e imaginario colectivo. Hay gente dedicada al teatro, pero su racialización les anquilosa a papeles mediocres y mal pagados. —¿Eres morena? Tendrás el papel de sirvienta. —¿Eres negro? harás de violador en la película. La falta de diversidad en los medios de comunicación tienen consecuencias que se ven reflejadas, por ejemplo, en la movilidad social de personas racializadas en sentido negativo, o en el sostenimiento de narrativas sociales mediante historias que designan qué cuerpo es desechable y peligroso.

Esa falta de diversidad está mal. Lo sabemos y alzamos la voz ante ello. Pero también es cierto que no podemos agotar nuestros esfuerzos en pensar que la representación es la panacea contra el racismo. No podemos permitirnos caer en la trampa de la conformidad al obtener más contratos para televisoras. La representación es una estrategia importante contra el racismo, sí, pero apenas es un paso entre los miles que requerimos para desmantelar al sistema.  

¿Aparecer en televisión siendo negrx o marrón, nos hace cruzar la línea fanoniana del No Ser? ¿Aparecer en streaming nos hace humanos? ¿acaso es necesario? por supuesto, sólo un ermitaño diría lo contrario. Hasta le más deconstruide y teórico disfruta Betty La Fea. Pero la trampa está ahí.

Mbougar Sarr afirma que «la colonización siembra entre lxs colonizadxs la desolación, la muerte, el caos. Pero también siembra en ellxs —y es su triunfo más diabólico— el deseo de convertirse en quien los destruye». El escritor T.C. Elimane fue repudiado y acusado falsamente de plagio, pues ‘el arte no es lugar de racializadxs’: «quiso convertirse en blanco y le recordaron no solo que no lo era, sino que jamás lo sería a pesar de todo su talento. Pagó todos los peajes culturales de la blanquitud y solo consiguió que lo mandasen de vuelta a su negritud», escribe Sarr (2022, p.410).

¿No es el arte, en cualquiera de sus formas, lo que nos dignifica? Diría Woolf que el destino de le escritorx es cualquiera, menos publicar. Creo que aplica a cualquier experiencia sensible. Pienso en mi amiga Yamile que me enseñó que sus compas indígenas resisten desde el teatro comunitario, y que ese arte es por y para ellxs, para nadie más. No, al menos, para las luces frías de las cámaras y el capital. Y sí para el corazón ardiente de su comunidad.

Les contaré una fábula: Juan Román, un joven cuervo, estaba caminando a casa de su mamá Tina en la costa de Villadelsol. Quería llegar pronto para comer con su viejita después de un día cansado de trabajo. De pronto, unos cerdos uniformados le vieron y decidieron detenerlo, pues sus alas grandes y negras eran sospechosas.

Juan Román, el joven cuervo, fue encarcelado durante días y sometido a golpes porcinos. Llorando en el piso, alzó la vista y vio que en el televisor de la cárcel pasaba un nuevo film sobre un patito que fue rechazado por negro, y luego solamente aceptado cuando se volvió blanco. Juan Román seguía llorando en la cárcel porque los cerdos le habían cortado sus negras alas. 

No tengo moraleja, sólo dudas. Y pido ayuda, porque no encuentro la respuesta. ¿De qué me serviría tener a una persona racializada en la serie número uno del streaming si hay miles otras que la estarán viendo desde la cárcel después de haber sido torturadas y perfiladas racialmente?

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