Si tú hablas, yo hablo
Columnista invitada

Periodista desde 2008, he escrito sobre política, pobreza y violencia machista. Finalista del Premio Breach-Valdez de Periodismo y Derechos Humanos 2022. Feminista desde que de chiquita no me conformaba con que hubiera unos juegos de niños y otros de niñas. Un día decidí que además de escribir quería hacer activismo, y aquí estoy.

Si tú hablas, yo hablo
Pancarta en la marcha del 8M en la CDMX. Foto: La-Lista.

Hace unas semanas, varias mujeres compartían en una conversación la frustración de que a agresores denunciados públicamente se les siguen abriendo espacios. Como si nadie hubiera escuchado nuestra voz, como si lo que denunciamos no fuera para tanto. Pero aun en medio de eso, una se atrevió a volver a señalar; otras se organizaron para recordar lo que había pasado. Y yo volví a pensar: si ellas hablan, yo hablo. Y al final del día, recibí una noticia que no sé si esperaba: que ante la inconformidad de las mujeres, de nosotras, quedaba cancelado uno de esos espacios para un agresor.

Qué distinto fue de hace unos años, cuando el #MeToo nos abrió una puerta para desahogarnos, pero del otro lado (casi) todo siguió igual. No, con el tiempo, nuestra voz ha cobrado fuerza, el patriarcado se ha dado cuenta de que no escucharnos sí trae consecuencias. Ha costado trabajo, llanto, frustraciones, pero estoy convencida de que hoy no llegamos al 8M igual que como llegábamos entonces.

Ahora hablamos, mucho más, de las violencias que vivimos. Y así, hablando, estamos cambiando al mundo.

No lo digo solo por señalamientos específicos. ¿Cuántas ya le contamos a nuestra familia y amigues experiencias que habíamos vivido y nunca antes revelamos? ¿Cuántos amigos, novios, compañeros ahora han preguntado por cosas que no entendían y antes ni les habían interesado? Desde enterarse cuántas veces nos han tocado en el transporte público, hasta vivencias de terror que ni se hubieran imaginado.

Hablando también nos hemos encontrado entre nosotras. Hemos descubierto que esa experiencia que tanto nos avergonzaba, la vivió también la de al lado y su amiga, y la de más para allá… Que entonces no era solo yo, no fue mi culpa. Hemos descubierto que tenemos en común más de lo que pensábamos y eso nos ha unido hasta con otras que nunca nos imaginamos apoyar.

Hemos cambiado el mundo porque ahora dudamos menos de la otra y la escuchamos más. Porque hemos apoyado a otras, incluso sin conocerlas. Porque ahora sabemos que otras nos apoyarán, incluso sin conocernos. Y así como durante siglos ellos (y algunas ellas también) protegieron pactos patriarcales, porque el patriarcado nos enseñó a desconfiar de las mujeres y normalizar lo que hacen los hombres, ahora nosotras hacemos pactos sororos y nos protegemos. Aunque sea solo contándonos, advirtiéndonos, recordándonos historias que ya no vamos a callar.

¿Para qué sirve el 8 de marzo, Día de la Mujer? Si todavía tienes dudas de que sirva de algo, de que cambie algo, ahí va un dato. En los últimos años, las estadísticas de violencia contra las mujeres muestran que en marzo siempre hay un pico de denuncias ante el Ministerio Público por violencia familiar y violaciones. ¿Es que justo en marzo los machos se ponen más violentos? No necesariamente. Es que en marzo muchas oyen resonar tantas voces, que se animan a alzar la suya propia. Que deciden: si ellas hablan, yo hablo.

Hoy que me invitan a escribir una columna no puedo más que dedicarla justamente al valor de usar la palabra. A agradecer que alguien haya considerado inspirador lo que salgo a decir. A asegurarle a las mujeres que su voz sí será escuchada, y a recordarle a quienes han mantenido pactos patriarcales que nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio.

Esta es una columna invitada por el equipo de periodistas de La-Lista, quienes seleccionaron a un grupo de mujeres y colectivas que son inspiradoras para las integrantes. Las columnas se publicarán a lo largo del mes de marzo.

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