Emprender un negocio, ¿pasión o necesidad?
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

Emprender un negocio, ¿pasión o necesidad?
Planificación financiera para el futuro. Foto: maitree rimthong/ Pexels

Hace unas décadas, estudiar una carrera universitaria era una oportunidad para elevar el nivel de vida. Muestra de ello fue mi padre, salió del barrio bravo de Tepito para estudiar en la UNAM. Mi madre también hizo lo suyo, descartó la opción que le ofrecía mi abuelo, poner un salón de belleza, y optó por hacer una licenciatura. El objetivo era trascender y conseguir un ingreso seguro, algo que el comercio no les ofrecía, aunque ambos venían de ese linaje. 

El sueño pintaba bien para los trabajadores de esa época: un salario estable, prestaciones por encima de la ley y una pensión vitalicia tras 30 años de servicio. No había opulencia, pero sí la oportunidad de hacerse de un patrimonio como una casa. Cuando fue oportunidad mía y de mi hermana de integrarnos a ese sueño, ya era demasiado tarde: outsourcing, afore y prestaciones al margen de la ley. 

El panorama que tuvieron nuestros padres se esfumó: no basta con trabajar de 9 am a 6 pm, ni el afore que otorga la ley, también es importante hacer un fondo de inversión o diversificar los ingresos. ¿Qué pasa si vivo más de lo que mi aseguradora estima? ¿Y si me quedo sin pensión? ¿Y si mejor pongo un negocio?

Mi mejor amiga estudió una carrera universitaria en una de las escuelas privadas más prestigiosas del país. Sin embargo, decidió que no quería entregar su vida a una empresa: “yo quiero ser mi propia jefa”. Con el grito en el cielo de sus padres comerciantes, decidió dejar de lado su título para emprender su propio negocio. A los tres años de esa decisión, su “changarro” le dio para hacerse de su propio bien inmueble. 

Estudiar una carrera universitaria por pasión o por buscar una mejor calidad de vida ya no son la mejor opción para el futuro de muchos. “Quisiera emprender mi propio negocio aunque no sea lo que yo estudié”, esa frase la he escuchado en más de una ocasión entre amigos y personas de la edad. ¿Será que la explotación laboral, el agobio emocional, la presión y frustración por no tener un futuro certero nos orilla a tomar decisiones desesperadas? ¿Estarías dispuesto a emprender un negocio, aunque no es algo que te guste, para tratar de asegurar un buen nivel de vida?

El emprendimiento es una medida desesperada de la clase media y baja para subsistir, para tratar de asegurar un futuro estable ante las inclemencias adversas del actual campo laboral. Esta es la interpretación que le doy a las cifras del estudio “(Des)ventajas al emprender en México” de Impact Hub CMDX y Meta.

La investigación reveló que el 45.5% de los emprendedores son de la clase media, mientras que el 38.7% de la clase baja. Además, el 55% estudiaron en una escuela pública y el 48.4% cuentan con una licenciatura. Sin embargo, dos de cada 10 nuevos microempresarios mexicanos gana más de 35 mil pesos al mes, por lo tanto cuatro de cada 10 perciben menos de 10 mil pesos mensualmente. 

Además, cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) revelaron que la esperanza de vida promedio de una pequeña o microempresa en el país es de 7.8 años, periodo en el que es poco probable que se consoliden en el mercado nacional. 

¿Es culpa de los emprendedores cuando fracasan? No lo creo, simplemente son personas que están buscando soluciones para salir adelante. El estudio de Impact Hub CMDX y Meta también destacó que quienes estudiaron hasta la licenciatura tienen los ingresos más bajos, es decir, el 70% de los emprendedores. No todos tenemos la oportunidad de crecer con las oportunidades y rodeado del conocimiento para poner un negocio, menos cuando tu carrera fue totalmente ajena a ello. 

Tal vez el negocio de mi mejor amiga no hubiera tenido tanto éxito si ella no hubiera estudiado la universidad, definitivamente la educación superior te amplía el panorama. También influyó la red de apoyo, sus padres comerciantes le mostraron el sendero. La receta no es la misma para todos, hay quienes solo están en busca de un trabajo estable donde se cumplan las prestaciones de ley, y esto está bien. Pero también se vale aceptar con humildad que un grado universitario no es símbolo de calidad de vida y que eso no frene la búsqueda de nuevas oportunidades, o incluso de crearlas. 

Es verdad que tenemos que jugar el plan de este sistema económico: producir para vivir, pero también está la oportunidad de moldear el régimen a nuestra manera, fácil no es, aunque habría que intentarlo. 

Síguenos en

Google News
Flipboard