El hallazgo de ENI y la expropiación petrolera
Enernauta

Especialista en política energética y asuntos internacionales. Fue Secretario General del International Energy Forum, con sede en Arabia Saudita, y Subsecretario de Hidrocarburos de México.
Actualmente es Senior Advisor en FTI Consulting.

El hallazgo de ENI y la expropiación petrolera
La petrolera italiana Eni anunció el hallazgo de un nuevo yacimiento de petróleo en México. Foto: Instagram/@eni

Dos notas sobre el sector petrolero mexicano llamaron la atención hacia el término de la semana pasada: el hallazgo de un nuevo yacimiento por parte de la empresa italiana ENI y la celebración del 85 aniversario de la expropiación petrolera. 

¿Cómo se comparan desde una perspectiva internacional e histórica?

ENI ha estimado un volumen preliminar de aproximadamente 200 millones de barriles de petróleo en ese campo. Es espléndido considerando el registro reciente de hallazgos en México, la mayoría inferior a esta cifra, mas no fuera de serie desde una perspectiva internacional. Conforme a datos de la consultora Wood Mackenzie, en 2022 el descubrimiento promedio alrededor del mundo alcanzó 150 millones de barriles, más del doble que el promedio de la década previa de estancamiento en la inversión, pero lejos de descubrimientos de épocas (y épicas) más tempranas de la industria.   

Un descubrimiento que llamaría todavía más la atención internacional superaría los 500 millones de barriles. Desde 1868 la industria petrolera mundial ha encontrado más de 1,200 yacimientos de este tipo, conocidos como gigantes. En México se habían encontrado 18 yacimientos gigantes hasta 2016, de donde provenía 80% de la producción, hasta que en 2017 la petrolera Talos encontró mil millones de barriles frente a las costas de Tabasco, en el campo Zama. 

Los yacimientos supergigantes, cuyas reservas superan los 5,000 millones de barriles, son mucho menos comunes. La lista de los 20 más grandes incluye al enorme Ghawar de Arabia Saudí (80 mil millones de barriles originales), Burgan de Kuwait (66 Mmmbls), Gachsarán de Irán (60 Mmmbls) y sin duda a Cantarell (México, 17 Mmmbls). Volver a encontrar un campo con volúmenes tan grandes es poco probable, aunque los varios descubrimientos de yacimientos gigantes en Guyana a partir de 2015, que en conjunto suman ya más de 11 mil millones de barriles, estimulan la imaginación.

Respecto a la expropiación de la industria petrolera, el registro del siglo XX contiene cinco experiencias previas a la mexicana, entre las que destacan las de la Unión Soviética (1918) y Bolivia (1937), y 61 casos posteriores con una alta incidencia en la década de los setenta, cuando en nacionalismo sobre los recursos naturales cobró auge en Medio Oriente y América Latina. 

El análisis agregado de estos casos revela que las nacionalizaciones han sido más comunes con la combinación de cuatro factores: si el precio del petróleo es alto, bajo regímenes no democráticos, a partir de olas de imitación de políticas de países en circunstancias parecidas, y si hay un desacuerdo respecto a la repartición de los ingresos entre empresas y estado. 

Es decir, decenas de gobiernos autoritarios y necesitados de ingresos han encontrado en la expropiación una oportunidad para legitimar su poder, sobre todo cuando el precio del crudo ha sido alto y las empresas petroleras han ganado utilidades extraordinarias. Y la propensión a imitar este tipo de política es mayor si más gobiernos la han adoptado, generando una ola de entusiasmo.

México es una curiosa excepción a este patrón. Su nacionalización del petróleo no ocurrió en un ambiente de precios al alza, como en la ola de los 70s, sino a la baja, durante los rigores de la Gran Depresión. Los ejemplos numerosos de países siguiendo una política similar brillaban por su ausencia, aun cuando la década de los años treinta fuera una era de intervención estatal, corporativismo y autoritarismo. Su parecido con el resto de las experiencias es la ausencia de democracia y la búsqueda de afirmar la soberanía frente a empresas que se rehusaban a respetar la ley o compartir una mayor tajada de sus beneficios.

Tomando en cuenta este registro de la experiencia internacional e histórica, especialmente la mexicana, la magnitud del más reciente hallazgo de ENI es menos notable que el hecho de que una empresa privada extranjera pueda anunciarlo sin caldear los ánimos nacionalistas (hasta ahora), y que el gobierno mexicano se lleve la mayor parte de los ingresos de esa inversión sin haber desembolsado un centavo más allá de los costos de administrar y regular al sector. 

Tener una empresa petrolera nacional ya no es novedad como en 1938. De hecho, más del 80% de las reservas mundiales son hoy controladas por empresas nacionales como Saudi Aramco, la noruega Equinor o Pemex. Los contrastantes resultados de estas empresas en términos de rentabilidad, sostenibilidad y aportaciones al fisco provienen del estilo nacional de gobernarlas.

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