Las miles de Rihannas mexicanas a las que nadie aplaude
Columnista Invitada

Luisa Cantú Ríos dirige Audio Centro, el área de podcast de Grupo Radio Centro, y conduce ahí mismo el noticiero de medio día. Colabora en el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano y RompevientoTv. Fue premio Rostros de la Discriminación y es coautora del libro Ayotzinapa, la Travesía de las Tortugas.

Las miles de Rihannas mexicanas a las que nadie aplaude
Rihanna en el medio tiempo del Súper Bowl. Foto: EFE

Lo sorprendente de ver a Rihanna en el show de medio tiempo del Super Bowl número 57 o interpretando “Lift me up” en la 95 entrega de los premios Oscar no fue ver a una mujer embarazada trabajando, fue ver a una mujer rica embarazada trabajando.

Por poner algunos ejemplos de mi ruta cotidiana en la Ciudad de México: en la esquina de Río Churubusco y División del Norte hay una mujer muy jóven, con panza de siete u ocho meses, que vende dulces y cigarros sorteando los automóviles; en la entrada al Metro Coyoacán es común encontrarse a otra embarazada vendiendo paletas, lo hace mientras carga a su primer hijo pequeño en la espalda; recientemente dos mujeres acuden al parque de Diagonal San Antonio, ambas embarazadas -de tres y siete meses- y una de ellas con un hijo de cinco años, a buscar trabajo o donaciones para poder mantener a las o los bebés en camino.

Ellas también hacen “hazañas” todos los días y nadie tuitea o escribe columnas con frases como las dedicadas a Rihanna: “definitivamente demostró que las mujeres son sobrehumanas” o “si embarazadas podemos estar en una plataforma cantando en un evento de clase mundial, claro que podemos con tu trabajo, Juan”.

¿Por qué? porque la potencia de la imagen de Rihanna no recae en EL EMBARAZO sino en ver a una mujer en control total sobre su propia vida, lo que se logra sólo con todos los derechos garantizados. Eso, desgraciadamente, es la excepción y no la regla al menos en países como México. 

Una situación ideal sería un embarazo deseado y adulto. Llegar ahí ya implica una serie de privilegios previos (información, anticonceptivos, etc) y aún así cuesta dinero extra: para las cosas más superficiales como ropa especial y para cosas fundamentales como llegar a una cita médica. El 30% de las mexicanas mayores de 15 años no recibe un ingreso propio y la mitad de quienes sí lo reciben están en la informalidad, es decir sin prestaciones o seguridad social. 

La diferencia entre ser una mujer rica embarazada y una mujer pobre embarazada no es sólo “empoderamiento”, puede ser incluso la vida: el 95% de las defunciones maternas ocurren en países de bajos y medianos ingresos y 9 de cada 10 pudieron evitarse con la atención adecuada. Aunque en México hay avances en la atención prenatal, todavía hay dos mujeres de cada 10 que no la reciben y la mayoría de las que sí tiene menos de una consulta al mes.

Éstas no son las únicas tasas más altas entre las mujeres de menores ingresos: la depresión durante el embarazo -un fenómeno del que se habla todavía menos que la depresión postparto- también pega más fuerte en estos sectores. Ni siquiera tenemos cifras exactas porque los síntomas se confunden con los de la gestación y no ha sido una prioridad para ninguna autoridad o sistema de salud. 

Las mujeres lidiamos con estándares imposibles gracias a las redes sociales, las revistas de moda y en general al mundo del espectáculo. El peligro de romantizar el embarazo y a las embarazadas es que pone la responsabilidad total de verse y sentirse como Rihanna en nosotras y no en quienes deberían garantizarnos un contexto para que nuestra única preocupación sea seguir con nuestro día a día como si nada. 

Esta es una columna invitada por el equipo de periodistas de La-Lista, quienes seleccionaron a un grupo de mujeres y colectivas que son inspiradoras para las integrantes. Las columnas se publicarán a lo largo del mes de marzo.

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