Sinfonía (des)concertante
Enernauta

Especialista en política energética y asuntos internacionales. Fue Secretario General del International Energy Forum, con sede en Arabia Saudita, y Subsecretario de Hidrocarburos de México.
Actualmente es Senior Advisor en FTI Consulting.

Sinfonía (des)concertante
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Si la política mundial siguiera el curso de una sinfonía, estaríamos en ese punto donde la tensión continúa creciendo y nuestros oídos exigen algún tipo de resolución. Las notas estridentes se multiplican, quizá bajo un plan, acaso bajo un procedimiento de selección aleatoria, más probablemente como resultado de la deriva de una orquesta sin director, mientras los tambores anuncian la cercanía de un momento culminante. ¿Vendrá una explosión que continuará el drama o escucharemos un retorno a armonías reconfortantes?

Los acontecimientos del primer trimestre de este año apuntan a la continuación de la estridencia del año pasado. De las fronteras políticas proviene una incesante música de desasosiego cuyos ecos resuenan por el planeta entero. Disparos, incendios y muerte en los territorios donde Rusia y Ucrania se (des)encuentran; donde México y Estados Unidos han resuelto (por omisión) dejar que siga corriendo la crisis humanitaria que azota a los migrantes y que se prolongue la violencia del crimen organizado; donde Turquía y sus vecinos se muestran indispuestos a atender la situación de los kurdos; donde China disputa el control de Taiwán y los mares contiguos, entre tantas otras fricciones distribuidas alrededor del mundo.

Que las fronteras sean el fin y el comienzo de los conflictos internacionales no es novedad, pero que éstos coincidan en una era de rebalanceo del poderío económico, político, militar y digital reafirma la convocatoria a la disonancia y al resquebrajamiento de un ensamble orquestal que prometía la música celestial de la integración pacificadora. Los intérpretes no solo han dejado de mirar a la misma partitura, ahora buscan imponer la suya a los demás y arrebatarse el papel protagónico. La Sinfonía Concertante de Mozart es un recuerdo lejano.

Los descalabros económicos frecuentes y los acontecimientos climáticos extenderán la ya inescapable cacofonía. Sumada al alza en las tasas de interés dictada por la Reserva Federal, la crisis bancaria que comenzó en Estados Unidos, aunque aparentemente contenida, ha elevado la probabilidad de un duro aterrizaje para la economía mundial.

El rescate desde otras regiones es poco factible. Europa ha superado la primera prueba del choque energético que significó el embargo a las exportaciones de gas y petróleo rusos, pero enfrenta un desafío inflacionario más pronunciado que el norteamericano, su propia complicación para evitar el contagio de las fallas bancarias en Estados Unidos y la dificultad de mantener el crecimiento con una población que envejece. China intenta la recuperación económica después del largo encierro de la pandemia, bajo una perspectiva de población decreciente y con un sistema financiero que todavía sufre los estragos del colapso por los excesos de la especulación inmobiliaria.

Mientras tanto, los gobiernos enfrentan demandas más frecuentes e intensas de alivio frente a sequías e inundaciones extremas asociadas al cambio climático. En combinación con los costos de la pandemia y la inflación, han significado una mezcla explosiva para los procesos políticos nacionales. El resultado es la instalación de gobiernos que enfrentan y alientan sociedades polarizadas, en menos condiciones de cooperar con sus pares justo cuando la armonía es indispensable.

Todo esto reverbera sobre los mercados energéticos. Durante el cuarto trimestre del año pasado era imposible apostar con siquiera un atisbo de confianza hacia dónde se dirigía el mercado petrolero. Puesto que al término de este primer trimestre la situación es todavía más incierta, los miembros de la OPEP+ han preferido suponer el peor escenario y acordar un nuevo recorte a la producción. Su decisión implica que estiman un crecimiento en la demanda de la mitad de lo esperado -un millón de barriles diarios en lugar de dos- y que es mejor retirar crudo del mercado para evitar un desplome en su precio. Los hechos cantan con una sonoridad poderosa.

La Segunda Guerra Fría, como se ha dado en llamar a esta nueva era, se desenvuelve al compás de notas no precisamente alegres. Algunos gobiernos han optado por interpretar la Sinfonía Patética de Tchaikovsky, otros parecen preferir la Sinfonía Trágica de Mahler; otros más tocan sin ton ni son. Quizá sea un sueño para otro planeta, pero valdría la pena inclinarse por la Heróica (Eroica) de Beethoven, por cierto considerada entre expertos una de las mejores, si no la mejor, de todos los tiempos.

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