La resaca del viernes pasado
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

La resaca del viernes pasado
Aspectos de la sesión ordinaria en la sede alterna de Xicoténcatl. Foto: Galo Cañas Rodríguez / Cuartoscuro.

A veces, escribir un análisis también implica compartir ambivalencias y perplejidades, esperando que sirvan para que la persona lectora construya su criterio. Dicho lo anterior, comienzo con un preámbulo:

Corría el año 2003 y el presidente Vicente Fox tenía dificultades para impulsar su agenda de reformas, ante la resistencia del PRI. En esos días, una persona editorialista de renombre sugirió desde sus columnas que el presidente recurriese a todo su arsenal de recursos para lograr la aprobación de sus propuestas, incluyendo exponer los “trapos sucios” de las personas legisladoras ante los medios y asediar mediáticamente al Congreso. 

La propuesta me pareció en ese momento un exceso, aunque parecía no haber esfuerzos serios de comunicación o estrategia política. Por si fuera poco, la clase política había construido un sistema de privilegios, redondeado con mecanismos de rendición de cuentas ineficaces. Además, bastaba algo de cinismo para descubrir que el PRI y el PAN apoyaban o rechazaban las mismas reformas, dependiendo si estuviesen en el gobierno o la oposición.

Sin embargo, el bloqueo por rédito político ayudó a que arraigase un discurso antipolítico, donde esta agenda de reformas servía solo para las clases privilegiadas, a costa del pueblo. Eso, aunado a un liderazgo creíble como el de Andrés Manuel López Obrador, hizo que las tomas de tribuna en las Cámaras del Congreso de 2008 –tras la presentación de la reforma energética de Felipe Calderón– tuviese tanto poder de chantaje que tuvo que negociar un arreglo para que pudiesen proseguir las sesiones.

Si bien los acuerdos en el marco del Pacto por México destrabaron las negociaciones que habían quedado detenidas por años, fue a un alto costo. El PRD casi se desangra totalmente con la salida de un contingente que fundó Morena. Las votaciones también fueron a puerta cerrada, protegiéndose las sedes de las Cámaras con aparatosas barricadas. Incluso llovieron acusaciones de corrupción para inducir votaciones y menciones a “pactos de impunidad”, las cuales fueron usadas para alimentar el discurso antipolítico. Bastó un mal manejo de las crisis de la “Casa Blanca” y la tragedia de Ayotzinapa para darle el triunfo a López Obrador en 2018.

Hoy, ante el atropello que llevó a cabo Morena para aprobar su agenda, descubrimos que el presidente no se toca el corazón para usar herramientas de gobierno que las administraciones anteriores no se atrevían. Eso lo puede hacer gracias a la fuerza moral de su discurso ante sus seguidores, ganada gracias a las omisiones y errores de gobiernos anteriores.

Definitivamente es injustificable lo ocurrido el viernes pasado. Sin embargo, no saldremos de esta situación si insistimos en no reconocer que el predominio de la víscera sobre la razón no fue algo gratuito. En este entorno, cada persona no solo es responsable del actual estado, sino de la capacidad que tengamos colectivamente para superarlo.

¿Y la persona editorialista sobre la que hablé? La verdad, nunca la consideré como referente para seguir sus textos y, como a la mitad de Twitter, me tiene bloqueado. Por eso desconozco su reacción ante un gobierno que está cumpliendo sus recomendaciones. ¿Quién es? Me importó solamente expresar la idea, no personalizar una discusión.

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