Jordi Alba, carrilero eterno
Alioli

Es periodista y analista de datos. Ha colaborado en medios como Reforma, Chilango y Tec Review. Fue coautor del libro Ayotzinapa, la travesía de las tortugas, publicado por la editorial Proceso. También es hincha incondicional de los Leones Negros. Twitter: @ridderstrom

Jordi Alba, carrilero eterno
Jordi Alba. Foto: IG @jordialbaoficial

No es fácil ser lateral en el esquema del FC Barcelona, pero Jordi Alba lo hizo ver así. El de L’Hospitalet de Llobregat se comió el carril izquierdo del Camp Nou durante 11 temporadas y esta semana anunció que dejará el club en junio, luego de 18 trofeos, 457 partidos, 26 goles, 91 asistencias y un último par de temporadas cuesta arriba. Unos números deslumbrantes, sobre todo en el apartado de asistencias y goles.

Alba se formó en la Masía, donde aprendió los mecanismos del futbol total y desarrolló su clara vocación asociativa y su gran capacidad para leer los espacios. La primera posición en la que jugó fue mediapunta, una de esas figuras extrañas que casi no se ven claras en el esquema del Barça. Cuando aún era juvenil, notó que su progresión se iba estancando y decidió irse a la Unión Sportiva Cornellà. Luego, su buen futbol y su velocidad hicieron que el Valencia FC se fijara en él.

Fue justo en Valencia donde explotó, se convirtió en un lateral inteligente y punzante, encandiló a La Liga y desde ahí miró cómo sus compañeros de Selección ganaron la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010. Cuando esa generación dorada de España comenzó a acusar un cambio generacional, ahí estaba Jordi para tomar el relevo. Su eclosión total llegó en la Eurocopa de 2012, donde se ganó la titularidad y marcó un gol en la final contra Italia a pase de Xavi Hernández; días después, ya con el trofeo continental bajo el brazo, el FC Barcelona haría oficial su fichaje. Llegó para suplir a otro lateral histórico como Éric Abidal, mientras el francés luchaba contra el cáncer, y el catalán cumplió con creces. Su regreso al club es, quizá, el más fructífero de un canterano en la historia del Barcelona.

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El recuerdo que quedará grabado en las retinas de los culés durante el resto de la historia es el de su estrecha relación con Lionel Messi, tanto fuera como dentro del campo. Aquel pase largo que Messi daba a la espalda de los defensas para que Jordi pudiera alcanzarlo a toda velocidad y luego dar un pase en diagonal retrasado de vuelta hacia Messi supuso varios goles. Y por más que los defensas estudiaran ese ataque, muy pocos pudieron anularlo efectivamente. Cuando Messi la pasaba y Jordi recibía, los culés ya preparaban el grito de gol.

Pero Alba también demostró ser un tipo temperamental, al que le costaba digerir cuando su equipo quedaba anulado en el campo. Varias veces se le vio discutir con jugadores como Antoine Griezmann, Jules Koundé, Gareth Bale y tantos otros a los que incluso agredió. Su exquisito control de balón, su potente carrera, sus goles de bolea y sus pases milimétricos quedaron un poco opacados por sus salidas de tono contra el rival. Aun así, será el eterno lateral izquierdo de un Barcelona de época.

Alba tendrá en Alejandro Balde un digno relevo, con quien pudo convivir dos temporadas para transmitir conocimientos. Sucede, también, que Andrés Iniesta, Sergio Busquets y Messi quedarán libres en junio y está por verse si habrá un reencuentro en algún destino exótico, donde sólo jueguen por jugar y expriman sus últimos años, ya sin presiones.

Con su salida, Alba se suma a las de Busquets y Gerard Piqué (los tres capitanes se despidieron del club esta temporada, motu proprio). Con su marcha se termina la camarilla que parecía tener secuestrado ideológicamente al vestuario, y económicamente al club con sus altísimos salarios. Se termina de una manera pacífica ese reinado de las vacas sagradas, sin necesidad de que Xavi hubiera hecho sangre con ellos, y así el presidente Joan Laporta se quita el gran lastre de los salarios desorbitados que había impuesto su predecesor, Josep Bartomeu.

Mejor irse con el recuerdo intacto. Chapeau, Jordi.

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