Ciudadano Guardiola
Alioli

Es periodista y analista de datos. Ha colaborado en medios como Reforma, Chilango y Tec Review. Fue coautor del libro Ayotzinapa, la travesía de las tortugas, publicado por la editorial Proceso. También es hincha incondicional de los Leones Negros. Twitter: @ridderstrom

Ciudadano Guardiola
Pep Guardiola. Foto Adam Vaughan/EFE

El inicio fue hermoso para los amantes de la táctica: una declaración de intenciones con Kevin De Bruyne tocando el balón hacia atrás, directamente hacia Ederson Moraes, para que fuera él quien comenzara la construcción de la jugada, para que el balón rodara por todos los jugadores del Manchester City, pusieran a bailar a los del Madrid, los hicieran correr detrás de la pelota y los dejaran como un equipo de barrio. Durante todo el partido.

A semifinales de Champions se llega por dos vías: si tu equipo está en un alto grado de forma o si eres el Madrid y tiras de mística. Luego, alcanzar la final depende de un ingente cantidad de detalles, como que uno de tus jugadores haga el partido de su vida, por ejemplo. Por noches como la del City of Manchester Stadium, Xavi Hernández pidió, infructuosamente, el fichaje de Bernardo Silva. Cuánto derroche de clase del portugués luego de haber salido desbordado en el partido de ida. Parece que cambió los roles con De Bruyne, que en la ida salió inspirado, con todos sus dotes de centrocampista de otro tiempo, pero que en la vuelta erró demasiado a comparación de sus compañeros. Rodri Hernández se multiplicó y honró la labor del 5, del pivote, del que lo ve y lo controla todo (como hizo Pep Guardiola en sus tiempos de jugador). Lo de İlkay Gündogan, también, fue una cátedra de lectura de juego y asociación y los culés ya se relamen los bigotes por tenerlo en el equipo.

El City hizo gala de su mediocampo de época, que se comió al mediocampo de época del Madrid, que ya está cerca de la jubilación y no ha podido hacer el relevo generacional como se debe y se mostró molido físicamente debido a lo corto de su plantilla. Dentro de 10 años, cuando revisen las alineaciones, se verá que el City tenía el mejor mediocampo de Europa, con un ansia de títulos y al tope de sus cualidades (y que el Madrid tenía un exceso de años).

Y así jugaron los mismos 11 del City durante 170 minutos entre las dos eliminatorias. “Tienen fuelle y saben guardar el balón”, había dicho Guardiola cuando nada más terminar el partido de ida le preguntaron por qué no hizo ningún cambio. Y es que para eso trabaja un equipo de élite: para lograr automatismos y que el cuerpo resista el ritmo mientras despliega toda su idea futbolística. ¿De qué otra forma David Silva y Gundogan, jugadores cortos de estatura y hasta escuálidos, podrían pegarle un baile al reciente campeón de Europa? Si la pelota rueda, el contrario se desgasta y tú no.

Guardiola resanó los huecos que los hicieron naufragar la temporada pasada, le insufló compromiso defensivo a jugadores como Jack Grealish, que pecó de soberbio el año anterior, y, por supuesto, trajo un 9, esa figura que otros entrenadores, como Julian Naggelsman, habían desdeñado, pero que sigue siendo de capital importancia para ganar partidos clave. Erling Haaland fue un señuelo, la defensa del Madrid lo mordió y los extremos del City pudieron jugar más libres y hacer daño. Ganó el futbol total, con centrales que a veces juegan como mediocampistas y un equipo que sabe cubrir la espalda del compañero de al lado.

Linda final aguarda en Estambul: la muestra de dos ideas diametralmente opuestas, el futbol total del City contra el catenaccio del Inter. Como de otro tiempo, cuando nos atraía aún más este juego.

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