El fin de la Edad de Piedra
Enernauta

Especialista en política energética y asuntos internacionales. Fue Secretario General del International Energy Forum, con sede en Arabia Saudita, y Subsecretario de Hidrocarburos de México.
Actualmente es Senior Advisor en FTI Consulting.

El fin de la Edad de Piedra
Reducción en oferta de crudo en un millón de barriles diarios (mbd). Foto Especial

En septiembre del 2000, el famoso “Sheik” Ahmed Zaki Yamani, ministro del petróleo de Arabia Saudí por 24 años (1962-1986), otorgó a un periodista de la agencia de noticias Reuters una entrevista por el 40 aniversario de la fundación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Yamani, que todavía era una celebridad internacional a pesar de haber dejado su cargo 14 años atrás, repitió una sentencia que llevaba meses circulando en los corredores de la conversación energética y que la posteridad terminó atribuyéndosela a él: “la Edad de Piedra no terminó por falta de piedras, y la era del petróleo no terminará por falta de crudo”.

Entonces los ministros de la OPEP discutían si debían recortar más lo oferta de petróleo para elevar su precio. En sus deliberaciones figuraba el objetivo de evitar otro colapso de precios como el que siguió a la crisis económica asiática a finales de la década anterior y salir al paso de la recesión que acompañó al término de la burbuja especulativa asociada a la expansión del internet, conocida como “dotcom” o “puntocom”. Yamani usó la frase para advertir que esa estrategia sería contraproducente. Mayores precios conducirían a los países consumidores a acelerar la búsqueda de sustitutos, como de hecho lo comenzaron a hacer a partir de los años 70. La prosperidad de los países petroleros no sería sostenible.

Cuatro meses más adelante, en otra entrevista con Reuters, Yamani apuntó con pesimismo: “la tecnología es un verdadero enemigo para la OPEP. La tecnología reducirá el consumo y aumentará la producción de áreas fuera de la OPEP. La verdadera víctima será Arabia Saudita, con enormes reservas con las que no podrá hacer nada”.

Veintidós años después de que Yamani pronunciara tan reservados pronósticos, Darren Woods, el CEO de ExxonMobil, reflexionaba en una entrevista con un periodista de CNBC sobre el devenir de su empresa si el consumo de combustibles fósiles disminuye: “Supongamos que…todos los automóviles en 2040 serán eléctricos…(entonces) la demanda de petróleo será la misma que en 2013-14… éramos un negocio bastante exitoso en 2014… más vehículos eléctricos ni harán ni destruirán el negocio”.

En el trasfondo de la pragmática reflexión de Woods figuraba la presión de accionistas activistas recién incorporados al consejo de administración de ExxonMobil que exigían un ajuste de estrategia frente a la pronosticada caída en la demanda de combustibles fósiles y el imperativo de combatir el cambio climático. Presiones similares ya estaban obligando a otras grandes petroleras, como Chevron, Shell, BP y Total a mudar de enfoque. 

Woods prosiguió a destacar que el futuro de la demanda de hidrocarburos se centrará en la industria química, el transporte pesado y hasta en el sector eléctrico. ExxonMobil contribuirá a atenderla y al mismo tiempo a reducir emisiones, capturando el carbono proveniente de estas industrias antes de su liberación a la atmósfera y enterrándolo en el subsuelo. Bajo un escenario como este, el crudo tendrá larga vida aunque en aplicaciones distintas que el transporte automotriz.

La advertencia de Yamani tenía al precio del crudo como motivante de la transición energética; la reflexión de Woods, a las emisiones de carbono. Para el primero, la innovación tecnológica apareció como amenaza; para el segundo, como oportunidad. 

¿Cuál perspectiva predominará? A juzgar por la historia, el crudo no desaparecerá pronto de la mezcla energética, de la misma manera que el carbón sigue siendo un combustible fundamental a 200 años de la Revolución Industrial, para bien o para mal. Y a juzgar por las proyecciones de centros de investigación especializados, el petróleo seguirá formando parte esencial del consumo energético en las siguientes tres décadas o más, sea porque la tecnología para reemplazarlo no habrá dado saltos asombrosos, porque faltarán materias primas sustitutas para la industria química, o bien, porque la tecnología sí dará saltos pero en otro sentido, el de continuar empleándolo en combustiones cuyos residuos serán finalmente controlados a un costo competitivo. 

No podemos saber el desenlace, pero sabemos que la Edad de Piedra, como la del Bronce o del Hierro que le sucedieron, fue sepultada por el avance tecnológico, el mismo que determinará si la era del petróleo llegó para quedarse o se registrará solamente como un episodio notable en las páginas del tiempo.

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