Los hijos de Pedro Páramo

Es licenciada en Ciencia Política y Gobierno por la Universidad del Rosario en Colombia y maestra en Administración y Políticas Públicas por el CIDE. Previo al IMCO trabajó como analista de monitoreo y asuntos públicos. @imco_mx

Los hijos de Pedro Páramo
Crecer sin una figura paterna se asocia con afectaciones socioemocionales, menores niveles de escolaridad y mayores niveles de embarazo adolescente. Foto: Waldryano/Pixabay

“Tengo que agradecer a mi madre, a mi padre ni lo he conocido”, dice una famosa canción ranchera. Y parece ser la historia de miles de mexicanos y mexicanas que han crecido sin una figura paterna, con las consecuencias familiares, económicas y psicológicas que esto tiene.

De acuerdo con el Inegi, 18% de los hogares en México se conforman por una mujer que vive solamente con sus hijos; es decir, son hogares sin la presencia paterna. Vivimos en un país de padres ausentes y lo hemos normalizado. La historia del papá que sale a comprar cigarros y no regresa se ha convertido en un relato cómico que esconde historias dolorosas de hijos que deben acudir al sistema de justicia para exigir que su padre les reconozca, les otorgue la pensión alimentaria y contribuya a su crianza.

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Crecer sin una figura paterna se asocia con afectaciones socioemocionales, menores niveles de escolaridad y mayores niveles de embarazo adolescente. Además, tiende a implicar menores ingresos en los hogares que se puede traducir en una baja calidad de vida de las familias. En México, los hogares con jefatura femenina perciben ingresos trimestrales 3.6 veces menores que los hogares con jefatura masculina. Aunque la figura de jefa de familia no implica necesariamente ausencia paterna, es más probable que en estos hogares la crianza de los hijos se ejerza únicamente por la madre.

Sumado a las dificultades emocionales y sociales, los hijos y sus madres deben enfrentar las cargas económicas asociadas a la búsqueda de justicia, ya sea para buscar el reconocimiento de la paternidad o el derecho de la pensión. Por citar un caso, en 2022 se ingresaron 527 expedientes en materia de reconocimiento de paternidad en la Ciudad de México, 16% más que en 2021. Asimismo, en México, la pensión alimenticia se otorga en un 48% de los casos a hijas e hijos. 

En este contexto, en mayo de este año el Congreso federal aprobó una reforma que crea el Registro Nacional de Obligaciones Alimentarias, un padrón que concentrará la información de las personas declaradas como deudores alimentarios tras incumplir con tres meses de su obligación.

El registro representa algunos desafíos considerables. El primero es que la sanción social que implica está sujeta a que el sistema judicial logre llevar el proceso para declarar a una persona como deudor alimentario. El segundo es que requiere de herramientas técnicas efectivas para que el padrón se actualice de forma oportuna. Por último, para enfrentar este fenómeno, además de garantizar la sanción social y judicial, es necesario dejar de normalizar ciertos patrones sociales.

Como dice la escritora Alma Delia Murillo, “en este país todos somos hijos de Pedro Páramo”, haciendo alusión a la magnitud del abandono paterno. Además de promover los cambios estructurales que aseguren que los hombres cumplan con sus obligaciones de paternidad, vale la pena plantear una reflexión colectiva acerca de por qué normalizamos a los padres ausentes e irresponsables que un día deciden irse llevándose a su paso las vidas que engendraron. 

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