La verdadera generación de cristal 
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

La verdadera generación de cristal 
Foto: Facebook / Frente Nacional Mujeres

El término generación de cristal se le atribuye a la filósofa y política española Montserrat Nebrera para referirse a los jóvenes nacidos entre los años 1990 y 2000, aunque este lapso de tiempo cambia según algunos autores. Esta denominación busca definir a la juventud como inestable a la frustración y la crítica, así como poco tolerante a las normas sociales, sobre todo a las heteropatriarcales. 

¿Por qué señalar así a toda una generación? Durante la última década ha habido una serie de movimientos que ponen en tela de juicio a hechos como el acoso normalizado, la violencia de género, el lenguaje inclusivo, entre otros. 

Por ejemplo, hace un par de años hubo una polémica por la cancelación del personaje Pepe Le Pew, el cual fue acusado de promover y normalizar el acoso y hostigamiento. Los adultos que crecieron con esta caricatura justificaron su papel y salieron a la defensa de este ataque: “esta generación no aguanta nada, todo ven mal”. ¿Pero quién fue el que se quebró por dentro? El joven que razonó el comportamiento del zorrillo, decidió sacarlo de su vida porque no representa sus ideales y continuó con su vida; o en su contraparte el adulto que se negó a recibir una crítica por los símbolos de su infancia y lo que sus acciones representan en su día a día. 

La crítica a los lineamientos establecidos, sobre todo cuando eres consciente de que los mismos van en contra de derechos fundamentales, es el comienzo de una fortaleza que muchos no alcanzan a vislumbrar. Desde el hecho de por qué soportar violencia física o verbal de familiares, acoso normalizado en los contenidos televisivos o simplemente explotación laboral como símbolo de fortaleza para una “vida digna”. 

Aunque estas características se le han dotado a una generación, nacer en este lapso de tiempo no significa que compartas los puntos anteriores. Desgraciadamente esta forma de pensar o actuar es un resultado multifactorial, depende del acceso a la educación, a la salud mental, a un buen nivel de vida, a la tecnología, a las artes, a la crítica y muchos aspectos más. Una persona puede tener 80 años y compartir la crítica que hace la generación “cristalina” o tener 15 años y justificar los lineamientos tradicionales. 

Tal vez nos critican por inestables, po rno querer regalarle 30 años de trabajo a una empresa que realmente no nos llena. O quizá darnos cuenta a los 27 años que la carrera que estudiamos no era la correcta, ¿quién sabe a los 18 años a qué se quiere dedicar el resto de su vida? El dilema existencialista tal vez es el mayor juicio que le hacen a los que compartimos este pensamiento, pero es más revolucionario elegir la manera en que queremos vivir y buscar la felicidad, que agachar la cabeza y respetar los lineamientos arcaicos que sabemos van en contra de nuestras convicciones. 

También es importante ser sensibles y comprender que cada persona vive en un contexto diferente, y no porque no comparta la misma manera de ver la vida tiene que ser juzgada. La tolerancia es parte de la deconstrucción, uno mismo decide sobre qué vereda es la que quiere caminar. El fragilidad la encuentro en el material que es estático y se niega a ser flexible, lo único constante ha sido el cambio, por eso la importancia de evolucionar para seguir viviendo.

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