El virus de la otredad
opinión

Actor egresado de CasAzul Artes Escénicas Argos y de la British American Drama Academy. Con una trayectoria de más de 20 años ha participado en cine (Nosotros Los Nobles, Placa de Acero), teatro (Esto No Es Hedda Gabler, La Pieza Que Falta) y televisión (Diablero, Soldados o Zombies). Espectador asiduo, gusta de los videojuegos, los animales y la gastronomía.

X: @quetzallicortes

El virus de la otredad
El virus de la otredad. Foto: Envato Elements

“En este ciclo escolar, los libros de texto tendrán contenido #comunista, que ve a la pobreza como una virtud y crea resentimientos”, dice una publicación en X (antes Twitter) de una de las cadenas “informativas” más populares de este país. Esta es parte de una campaña que desde hace unos días ha hecho el medio en todos sus noticiarios y redes sociales, supuestamente en contra del contenido de los libros de texto gratuitos de la SEP, que se entregarán en el próximo ciclo escolar.

Me parece que es evidente que lo que realmente busca esta campaña es promocionar a la oposición como la respuesta ante el “peligro para México” que “es” el partido gobernante. Y preocupante es el uso del terror para posicionar esta campaña; llamar “virus” al supuesto contenido “comunista”, repetir hasta el cansancio esta palabra, declarar que lo que los libros buscan es generar “hambre, desabasto, sumisión, e ignorancia”, que “atacan a los comerciantes, a las pequeñas empresas y a los changarros (¿por qué no a las grandes?), que “acaban con las oportunidades de tus hijos” y que “atentan contra la religión y la unidad familiar”.

No me interesa para nada en la presente columna defender a los libros de la SEP o al gobierno en turno. Me parece maravilloso que, aunque sea por las razones más incorrectas, tantas personas se preocupen por el contenido educativo de los libros que formarán a nuestras infancias, y extiendo una invitación a continuar atentos a ello, analizando a profundidad y criticando con fundamentos. (Puede encontrar aquí los libros).

Lo que me interesa en esta columna es señalar algunos puntos muy preocupantes de esta polémica, específicamente de esta campaña que tienen que ver con la discriminación y el racismo.

Lo primero es la polarización, esa de la que se quejan la izquierda, la derecha y sus promotores que “el otro bando hace”, pero que lejos de combatir, alimentan, y que rara vez contrarrestan apostando por el respeto o la construcción de puentes.
En afán de posicionar esta campaña, alguien conscientemente mezcla los miedos sociales más populares y los une para direccionarlos convertidos en odio, hacia un falso enemigo común que, lamentablemente, termina asociado con poblaciones históricamente discriminadas.

Podemos verlo en el uso del eslogan #ConLosNiñosNo, que encontramos frecuentemente en consignas homófobas o el usar “Los niños de Me’phaa”, un cuento escrito por una niña indígena como ejemplo de que “los otros nos están tratando de dividir”.

Dice otra comentarista que ella no quiere “enseñar a sus hijos a estirar la mano”. Es decir, la visión que tenemos de la lucha antirracista es que señalar esta problemática es secretamente una promoción de políticas de asistencia… Motivo para escandalizarse. No que una niña al narrar su cotidiano en 2014 (pero bien podría ser hoy) refleja inocentemente la realidad de miles en este país; la discriminación racista por no hablar español, por tener una identidad diferente que tratamos como inferior y que ha llegado incluso a cobrar vidas; eso no, señalarlo sí.

Somos tan egocéntricos que la mayoría de nosotros somos incapaces de ver los factores fuera de nuestro control que nos han ayudado a crecer y a colocarnos en el lugar en el que nos encontramos hoy y atribuimos este crecimiento únicamente a nuestra genialidad. Somos tan egocéntricos que no podemos soportar que estos factores existen y preferimos exigir que se oculten estas realidades; la opresión, las clases sociales, los privilegios, el racismo, el clasicismo, etc. con tal de mantener la mentira de que “el pobre es pobre porque quiere” y así la de nuestra “superioridad”.

La lucha antirracista no es una lucha por el asistencialismo, ni por el gobierno en turno, ni una herramienta para dividirnos o generar resentimiento.

El resentimiento se da cuando esas discriminaciones e injusticias suceden tanto que se vuelven “normales”. El resentimiento se da cuando intentas cambiarlo y automáticamente se te coloca como ejemplo de “un virus que se creía erradicado”. Cuando se trata con seriedad, la lucha antirracista es una por identificar y solucionar problemas sociales que hemos perpetuado tanto en gobiernos de izquierda como de derecha.

Por último, no puedo evitar mostrar una enorme preocupación por lo mucho que se alinea esta campaña con la ultraderecha, y de verdad espero que esta casualidad sea producto de la avaricia y la estupidez y no una verdadera promoción de lo que verdaderamente es un atentado a la libertad, el respeto y a la diversidad de pensamiento y de identidades.

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