Hablemos de racismo
opinión

Actor egresado de CasAzul Artes Escénicas Argos y de la British American Drama Academy. Con una trayectoria de más de 20 años ha participado en cine (Nosotros Los Nobles, Placa de Acero), teatro (Esto No Es Hedda Gabler, La Pieza Que Falta) y televisión (Diablero, Soldados o Zombies). Espectador asiduo, gusta de los videojuegos, los animales y la gastronomía.

X: @quetzallicortes

Hablemos de racismo
Foto: Pixabay.

En México no hay racismo porque todos somos mexicanos”. Esa es una de las principales resistencias con las que nos encontramos en la lucha antirracista.

En México existe el racismo, y es justamente nuestra incapacidad para llamarlo por su nombre uno de los principales problemas para combatirlo. No es gratuito, en parte es herencia de la búsqueda de la “identidad nacional” que ha necesitado el Estado para consolidarse. Este argumento es racista en sí mismo. ¿No son estadounidenses los afroamericanos, latinos y asiáticos; los judíos en la Alemania nazi; los sudafricanos segregados durante el apartheid?

Además de que, aunque sea uno de los objetivos de la lucha antirracista, pensar que en este país se trata por igual a todes es vivir voluntaria o involuntariamente ajeno a la realidad de nuestra nación. Ejemplos sobre esta disparidad sobran en nuestra cotidianeidad: está presente en nuestra idea de lo que es la belleza, en la publicidad, en el inconsciente colectivo que le dice al cadenero a quién deja pasar a un antro, al policía de la tienda a quien hacer marcaje personal, en la instrucción (secreto a voces) a las y los anfitriones de varios restaurantes de “renombre” de no sentar a los comensales morenos en zonas donde puedan verse desde el exterior, en el negar o no el acceso al baño de un establecimiento, en la radio, en el cine, en la televisión, en el teatro y un larguísimo etcétera.

Negar la existencia del racismo no es una apuesta por la unidad nacional, al contrario, es profundizar las divisiones y perpetuar la normalización del mismo.

El racismo es un sistema. Por ello, es responsabilidad de todes combatirlo, sin importar el color de piel. Pasando de la obviedad de reconocer su existencia, un primer paso es identificar desde dónde vamos a hablar; identificar nuestro privilegio (incluso siendo compañeres en la lucha antirracista, no hablo desde el mismo lugar yo, una afromexicana o un indígena).

Ser privilegiado o tener un privilegio no es “malo”. Un privilegio es una ventaja dentro de un contexto específico. Sin embargo, saber que estas ventajas existen y, por ende, que no toda la gente las tiene es, entre otras cosas, un puente para entendernos, empatizar e idealmente un impulso a equilibrar la balanza.

Creo profundamente en que la mayoría hemos perpetuado este sistema racista sin malas intenciones. Esta ignorancia, fruto de siglos de colonialismo, invisibilización y normalización, se deshace cuestionándose, reflexionando, señalando, visibilizando, informándose.

En las próximas semanas, mis compañeras y compañeros de lucha, de diferentes contextos (y privilegios), ocuparán este espacio para guiarlos a través de diferentes aristas de esta problemática. No son los únicos, Poder Prieto no es LA lucha antirracista, ni la primera, es solo una de ellas. Atendamos a sus múltiples voces, ejerzamos nuestra responsabilidad, quitémonos las culpas y hablemos de racismo.

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