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Es abogada por el ITESM y maestra en derecho por la Universidad de Georgetown. Interesada en el derecho a la salud y los derechos humanos. Es asociada en el Instituto O'Neill para el Derecho y la Salud Nacional y Global de la Universidad de Georgetown y puedes contactarla en: fr399@georgetown.edu y Linkedin.
X: @ferropli
La empatía en tiempos de Trump
A la par de las vías legales en acción y manifestaciones públicas en contra de las ordenes ejecutivas de Trump, el discurso de Budde es una invitación a hacer uso de los espacios que tenemos en nuestra vida diaria para practicar la empatía.
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A la par de las vías legales en acción y manifestaciones públicas en contra de las ordenes ejecutivas de Trump, el discurso de Budde es una invitación a hacer uso de los espacios que tenemos en nuestra vida diaria para practicar la empatía.
Cientos de personas con gorras de “Make America Great Again” llenaron la estación de trenes de Washington, D.C.. Las botas de los Proud Boys caían sobre el pavimento mojado mientras sus brazos sostenían banderas y armas, protegidos bajo la segunda enmienda.
Los simpatizantes de Donald Trump venían a apoyarlo en su toma de posesión. A su paso, cientos de personas se resistían en contra del nuevo gobierno y las ordenes ejecutivas que incluyen la cancelación del derecho de asilo; el retiro del Acuerdo de París; la eliminación del reconocimiento de diversas identidades de género y de la ciudadanía por nacimiento, entre otras.
Al mismo tiempo, Mariann Edgar Budde, Obispa Episcopal de Washington, terminaba de afinar su sermón. Budde es la primera mujer en liderar la Diocesis Episcopal en Washington D.C. con más de 32 años de experiencia. Se graduó de la Universidad de Rochester y el Seminario Teológico de Virginia. Representaría a su iglesia en el servicio interreligioso que formaría parte de la toma de posesión del primer presidente con una sentencia condenatoria en la historia del país.
Con un temple admirable, Budde centró su mirada en el presidente al finalizar su sermón. Se dirigió al hombre que tras un presunto atentado en su campaña declaró haber sido salvado por la mano de dios para gobernar. “Como dijo, usted ha sentido la mano providencial de Dios. En nombre de él, le pido que tenga piedad de las personas que ahora tienen miedo. Hay niños gays, lesbianas y transgénero en familias demócratas, republicanas e independientes. Las personas que recogen nuestros cultivos y limpian nuestros edificios…que lavan los platos después de que comemos y trabajan turnos nocturnos en hospitales”. El presidente se mantuvo sin expresión. El vicepresidente Vance no logró contenerse: levantó sus cejas y con una mueca burlona comentó algo al oído de su esposa -una abogada de padres inmigrantes- quien hizo caso omiso y mantuvo su mirada fija en la obispa. “Tenga misericordia…de aquellos cuyos hijos temen que sus padres sean llevados lejos…Dios nos enseña que debemos ser misericordiosos con el extranjero, porque nosotros también fuimos extranjeros en esta tierra”.
Más tarde, Trump salió a los medios a llamarla una izquierdista radical que lo odia y le exigió una disculpa. La llamó poco inteligente. Los seguidores del presidente se unieron, pronunciándose en contra de su activismo político en la iglesia y de abrir la iglesia a la comunidad LGBTQ+. Algunos incluso dijeron que la estadounidense debía ser deportada.
Budde dejó claro que no se iba a disculpar por pedir empatía. Ahondó en su mensaje, explicando que inicialmente se quería centrar en tres valores: respetar la dignidad inherente de todo ser humano; la honestidad, y la humildad. Pero tras la firma de las órdenes ejecutivas, agregó la compasión y empatía.
A la par de las vías legales en acción y manifestaciones públicas en contra de las ordenes ejecutivas de Trump, el discurso de Budde es una invitación a hacer uso de los espacios que tenemos en nuestro vida diaria para practicar la empatía. La polarización actual es peligrosa para el bienestar de la sociedad. Si bien lo político es personal, ello debe ser independiente a los valores humanos, sobre todo aquel de la empatía. Gran ejemplo de valentía de Marianne Edgar Budde.