En modo supervivencia

Martes 15 de julio de 2025

Carlos Celis
Carlos Celis

Como crítico de cine y música tiene más de 30 años en medios. Ha colaborado en Cine Premiere, Rolling Stone, Rock 101, Chilango, Time Out, Quién, Dónde Ir, El Heraldo de México, Reforma y Televisa. Titular del programa Lo Más por Imagen Radio. X: @carloscelis_

En modo supervivencia

Otra vez, se han puesto de moda las películas de terror donde un grupo de jóvenes luchan por sus vidas.

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Película: Sé lo que hicieron el verano pasado.

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Foto: Sony Pictures.

A lo largo de la historia del cine, se han escrito múltiples ensayos y disertaciones sobre el significado y la función de géneros como la fantasía y el terror, y casi todos concluyen que los monstruos, demonios, asesinos y demás amenazas naturales y sobrenaturales sirven como metáforas de nuestros miedos como sociedad.

Así, las películas de monstruos o bestias salvajes como King Kong y Godzilla, surgieron en el contexto de la posguerra y funcionaron como una catarsis para ansiedades de la época como el caos de la Gran Depresión económica y el miedo al “otro” por tensiones raciales y geopolíticas.

De manera similar, cuando las películas “slasher” (aquellas donde un asesino mata a sus víctimas con armas filosas) aparecieron por primera vez en la década de 1970, con títulos como Black Christmas y Halloween, mucho se dijo que en el fondo eran historias moralistas que pretendían reforzar el statu quo, pues las víctimas siempre eran jóvenes que se desviaban del camino virtuoso por vicios, sexo o algún otro “pecado”. Pero esas tentaciones malignas cobraban forma humana y acababan con ellos.

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Sin embargo, en años recientes ha cambiado la perspectiva sobre estas películas y su posible significado, quizá porque los valores también han cambiado. Ahora, en retrospectiva, no se piensa que aquellos jóvenes que murieron a manos de Michael Myers, Jason Voorhees, Freddy Krueger o Ghostface, realmente lo merecieran.

Es decir, que ya no se miran sus acciones como inmorales o pecaminosas. Aquellos chicos y chicas no eran alcohólicos, drogadictos, delincuentes ni promiscuos, solamente eran chicos queriendo divertirse, viviendo la vida como simples jóvenes. ¿Merecían ser castigados o morir por ello?

Esto nos lleva a preguntarnos, ¿cuál es entonces el significado o la función de este tipo de películas ahora que están de moda otra vez? En los últimos meses hemos visto el regreso de franquicias como Destino final y Sé lo que hicieron el verano pasado, que se unen a otras como Until Dawn, Terrifier y la eterna Scream.

El primer impulso me llevaría a relacionar este revival cinematográfico con el “pánico juvenil” del que ya he escrito antes, y decir que esta es otra evidencia de que el pensamiento conservador pretende, en efecto, reinstalar el estado de las cosas anterior a la era de la justicia social. Sin embargo, no parece ser el caso.

Si a la lista de próximos estrenos sumamos el remake de The Running Man, aquella historia tan visionaria de Stephen King sobre un reality show (cuando ese concepto ni siquiera existía) donde los concursantes tienen que correr -literalmente- por sus vidas, me atrevería a decir que esta nueva ola de películas de terror más bien habla sobre la supervivencia del más apto.

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Y vaya que es terrorífico. Pensar que hemos alcanzado ese punto como sociedad en el que nos dicen a diario que “todo se vale” con tal de sobrevivir. Cuando The Running Man se llevó por primera vez al cine en 1987 con Arnold Schwarzenegger fue una rareza, y de hecho sigue siendo una de sus películas menos conocidas. Cuando The Real World comenzó a popularizar el formato del reality show en 1992, se habló de un “experimento social”. Y cuando el primer libro de The Hunger Games apareció en 2008, aún nos referíamos a estas historias como futuros distópicos. Pero hoy ya son una realidad, y más que eso, son casi la normalidad.

Crear individuos competitivos, obsesionados con el rendimiento y la productividad, con las cifras y los ratings, con los views y con los likes. Ególatras y exhibicionistas, insensibles y deshumanizados, siempre frente a la pantalla y siempre dispuestos a lo que sea con tal de superar al que estuvo antes en el scrolling. Un mundo en el que el afán por llamar la atención y por convertir nuestras vidas en simple contenido, nos ha llevado a presenciar el asesinato de influencers en tiempo real y, de hecho, a convertir la muerte en un espectáculo para el consumo masivo.

BREVES

Desde esta semana ya está disponible en Netflix la segunda temporada de The Sandman, la emocionante historia de fantasía del polémico autor Neil Gaiman. Aprovéchenla mientras puedan porque se acaba.

En salas de cine selectas desde el 2 de julio, Hot Milk, el debut como directora de Rebecca Lenkiewicz, guionista de películas como Ida, Colette y She Said, un drama sicológico con Vicky Krieps, Emma Mackey y la estupenda Fiona Shaw.*Para más información sobre las películas y series comentadas cada semana, visita mi perfil en Letterboxd.

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