“Premio por estudiar”, el discurso meritocrático para salir adelante
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Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

“Premio por estudiar”, el discurso meritocrático para salir adelante
Premio por estudiar

Este miércoles, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) presentó la edición 2023 del estudio Compara Carreras, donde muestra cuáles son los estudios universitarios más y menos rentables para los egresados. El mensaje principal es motivar a los jóvenes a la educación superior y que elijan una carrera redituable para el mercado laboral. Pero, ¿qué tan justo es ese panorama? 

En su conferencia de prensa, el IMCO dijo que las personas con educación superior ganan en promedio 85% más que aquellos que sólo tienen bachillerato; a esa brecha salarial la llamó “premio por estudiar”, sin embargo, subrayó cuáles son las 5 mejores carreras para invertir y cuáles son las 5 peores para estudiar por su baja rentabilidad. 

Este discurso meritocrático no es nuevo, desde hace varios años la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha insistido en que los jóvenes se deben adaptar a las necesidades del mercado laboral, y no al contrario (https://la-lista.com/opinion/2021/03/27/noticias-mercado-pide-mucho-da-poco-universitarios-vs-sistema). Incluso en este espacio hemos hablado sobre por qué cursar una carrera universitaria no asegura un mejor nivel de vida.

El estudio del IMCO develó algunas de estas dificultades, ya que también se dijo que el mercado laboral para los profesionistas es más competido que hace 10 años. Además, el llamado “premio por estudiar” ha disminuido durante los últimos 7 años. En 2016, una persona con licenciatura ganaba poco más del doble que alguien sin estudios universitarios, hoy en día esa diferencia se redujo al 66%. 

La intención de esta investigación es orientar a los jóvenes para que estudien una carrera que les sea rentable, según las exigencias del mercado laboral, pero esto excluye el gusto, la pasión y la vocación por una profesión. La disyuntiva es fuerte, o estudias una carrera que te pronostica un buen ingreso en el futuro o eliges una que te apasione, pero con un mercado laboral más crítico. Para el sistema económico global no es difícil elegir, sobrepone las necesidades de la industria por encima de lo que la gente quiere hacer de su vida. 

Ahora, ¿si una persona no estudia una carrera universitaria no merece tener una buena calidad de vida? ¿Si no se esfuerza o “sufre” lo suficiente no tiene derecho a un salario digno? Este discurso a partir de la meritocracia es discriminatorio, porque idealmente todas las personas deberían tener acceso a un buen nivel de vida, incluso, los estudios universitarios deberían de ser opcionales según los intereses y la vocación de las personas, no una condicionante para tener o no un ingreso económico decente. 

Del ser al deber ser hay un largo camino, las exigencias anteriores parecen utópicas ante el sistema económico global, pero no porque sea una realidad quiere decir que sea la única opción, ni la correcta, ni que está escrita en piedra. El primer paso está en cuestionar los cánones que por años nos han dicho que son inalterables. 

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