Habitar el alma, hacer hogar
Archipiélago Reportera cultural egresada de la ENEP Aragón. Colaboradora en Canal Once desde 2001, así como de Horizonte 107.9, revista Mujeres/Publimetro, México.com, Ibero 90.9 y Cinegarage, entre otros. Durante este tiempo se ha dedicado a contar esas historias que encuentra a su andar. X: @campechita
Habitar el alma, hacer hogar

“El duelo termina dándote las dos mejores cosas: la suavidad y la iluminación”

Anne Lamott

En 24 horas pueden suceder muchas cosas, puedes encontrar al amor de tu vida, fracturarte una pierna andando en bicicleta, prender fuego en medio de una discusión de la que ya no hay vuelta atrás, decirle sin decirlo que amas a tu padre entre el agobio del encierro en casa, el fantasma de una enfermedad terminal y el transcurrir de un día cargado de símbolos y recuerdos. Así parte del transcurrir de Tótem, la más reciente película de la cineasta mexicana Lila Avilés.

La historia comienza en un baño público donde una madre, Lucía y su hija, Sol, juegan mientras la niña intenta hacer popó. La escena, más allá de ser escatológica, revela una complicidad que conmueve. ¿Cuántos no estuvimos dando suaves golpecitos en las rodillas de las criaturas para que se concentraran y evitar que se les durmieran sus piernitas de tanto estar sentados?

Minutos después nos subimos con ellas al auto, por los globos alcanzamos a deducir que van a un festejo, en eso toca cruzar un paso a desnivel y como tradición aguantan la respiración y piden un deseo, ahí ya me tenía Lila más que enganchada, me acordé cuando cada que íbamos a una zona con muchos árboles, mi hija me hacía decir con los ojos cerrados “yo sí creo en las hadas”, una frase que según ella evitaba que murieran los seres fantásticos del lugar, bueno, pues algo así tienen como pacto Sol, la niña de 8 años y su mamá; al momento de revelar el deseo, Sol expresa que pidió que no se muera su papá.

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Cargada de silencios, momentos íntimos y asomos a las pequeñas cosas, Tótem se abre en flor para presentarnos a la familia paterna de Sol: unas tías contenidas que, entre el cigarro y tragos, sobrellevan el peso de su propia realidad; una prima menor que por momentos es el pivote de su madre; un abuelo que se encapsuló en su mundo al quedarse viudo y que a pesar de su profesión, no tiene los recursos para ser un soporte emocional de su familia.

No son todos, en algún momento conoceremos al tío, otros primos y la enfermera de Tona, el papá de Sol, personajes que figuran en momentos de la película, pero sin duda, el animal espiritual de la familia es Cruz, la enfermera interpretada por Teresita Sánchez, quien a pesar de no recibir oportunamente el pago por sus servicios, demuestra ese corazón de quienes muchas veces sostienen el mundo y al final nadie se acuerda.

Un elenco coral que se desengrana conforme avanza la trama, una cinta que coloca en los hombros de Sol, la niña protagonista, esa desazón de la vida real, del saberse finitos, de percibir el abandono y con su alma de niña imaginar un mundo distinto.

Sin duda, Tótem es una película de muchas lecturas, es un acompañamiento para las perdidas, es ese hombro para llorar los procesos de despedida, es ese ponerse en el lugar del otro, no hay juicios de valor, no hay más, sólo humanidad. El amor incondicional y complicidad que generan las querencias.

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Una vez más, la pequeña pero tan grande Lila Avilés nos deja asomarnos a ese micro universo que habita su cabeza, corazón, cuerpo, mugre, fluidos… Tótem surge de lo individual a lo universal, se asoma sin tapujos a una paternidad frágil, más allá de la enfermedad, nos presenta el amor de la amistad, el amor de hermanas, los miedos a flor de piel y esa claridad de que nadie, nadie, sabe actuar con certeza en asuntos del corazón.

Tótem es distribuida por Cine Caníbal, fue seleccionada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas para ser representante de México en la entrega del Oscar y desde su primera función en festivales ha conquistado premios. En una época de añoranzas, ausencias y reflexiones que cuestan entender a los adultos y que las infancias viven igual o con mayor intensidad, la nueva película de Lila Avilés es una píldora que canaliza bienestar al alma.

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