La banda sonora del cataclismo
Futuros alternos

Es escritor, periodista, locutor, productor de radio y gestor cultural. Sus textos han aparecido en catálogos como Crafting our Digital Futures (Victoria & Albert Museum) y Do Flex Text (Buró Buró).

Ha escrito para Vogue, RollingStone, Revista 192, Esquire, Código, El Universal, entre otros, y colaborado en Imagen Radio, Ibero 909, Reactor, Milenio Televisión, Bullterrier FM y Aire Libre FM.

X: @mangelangeles

La banda sonora del cataclismo

“No son tiempos sencillos. El mundo ha encadenado crisis determinantes en poco tiempo. El 11 de septiembre de 2001; la debacle económico-financiera desatada por las hipotecas tóxicas en 2007-08; el magnicidio sirio y el arribo de cientos de miles de refugiados a Europa en 2015; la pandemia del coronavirus de 2020-21. Cuatro eventos que cualquier profeta hubiera leído como anticipos del apocalipsis y a los que deben las crisis particulares de cada nación”, leo en el Amado Líder de Diego Fonseca (Harper Collins). Auch.

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“Podremos vivir en un país, pero ahora sabemos del mundo en tiempo real. Demasiada carga psicológica”. Recuerdo esas más de 6 horas y 30 minutos que los usuarios a nivel global pasaron frente a una pantalla según el Digital 2023: Global Overview Report de DataReportal en el tercer trimestre de 2022. Auch.

“Nada como un desastre nutritivo, una especialidad latinoamericana. Algunas de nuestras crisis: la brutal violencia del crimen organizado en México, que acumuló en quince años más de 70.000 homicidios; las caravanas migrantes de Centroamérica; la recurrente crisis argentina, que incapacitó todavía más a ese país, el desastre institucional peruano, con su calesita de presidentes; o la crisis de Venezuela, que sigue cayendo en un hoyo humanitario. La gestión del coronavirus en Brasil, México, Argentina, Ecuador y siguen las firmas. Dos terremotos que postraron más a Haití en poco más de una década. La permanencia de la Revolución Cubana, una crisis que se cuenta por décadas. Suma y sigue“, continúa Fonseca. Sumo y sigo: el temblor de 2017, casi un sexenio de polarización dictada por el Amado Líder Versión Mexa, las eternas no precampañas que ya son precampañas y apenas van a ser campañas, Acapulco tras Otis y lo que implica en el imaginario colectivo un mundo post pandemia con conflictos con etiquetados con los nombres Ucrania, Rusia, Israel y Hamás. Ciclón de ansiedad. Claro. Llegando a ti que lees esto en 5, 4, 3…

Pienso luego en los más de 9 mil minutos que dice Spotify Wrapped que pasé durante este año escuchando música: no son tantos como los que veo ser presumidos en redes: 100 mil, ¡wow! Medalla de oro o no. Leo que a algunas personas tal situación no les parece: como todo en las redes siempre hay alguien dispuesto a salir a conflictuarse a sí mismo con sendas respuestas aparentemente inesperadas: tormenta tropical de likes y odio cibernético.

En el entendido compartido de que la música es un bálsamo para el alma en tiempos áridos -y sin abonar aquí en cuestiones que deben abordarse sin duda sobre el mercado de la música y plataformas como la antes mencionada- me pregunto qué está diciendo de nosotros como sociedad un story así. Que en medio de todo siempre se pueden oír otras cosas. Que el mundo se puede siempre ver como una pista de baile o de menos, como una imagen a la que podemos agregar una banda sonora de nuestra elección. Que oír es ver. Que cantar puede ser un escape.

Pienso en los rankings musicales globales y me pregunto qué estamos queriendo oír en medio del estruendo en que vivimos cuando el top ranking de canciones más “streameadas” en Spotify incluye “Flowers” (Miley Cyrus), “As It Was” (Harry Styles), “Ella Baila Sola” (Eslabon Armado, Peso Pluma), “Cruel Summer” (Taylor Swift), “Shakira: Bzrp Music Sessions, Vol. 53” (Bizarrap, Shakira)

“Anti-Hero” de Taylor Swift, “TQG” (Karol G, Shakira), “La Bebe – Remix” (Yng Lvcas, Peso Pluma), “un x100to” (Grupo Frontera, Bad Bunny) o “Unholy” (Sam Smith, Kim Petras) por citar apenas unos ejemplos.

Por supuesto que sí: que podemos comprar por nuestra cuenta nuestras flores como canta Cyrus y, en un mundo en el que las pruebas son fehacientes de que se trabaja más para tener menos, por supuesto que es mejor oír que “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”. ¿Y el fenómeno Peso Pluma? ¿y el vendaval Taylor Swift? ¿y la furia non-sancta de una mujer trans como Kim Petras y un ser fluido como Sam Smith?

Mientras pongo play a mi selección de canciones del año pienso que un acorde adecuado puede en muchas ocasiones salvarnos más de lo que creemos sea un día de lluvia o el cataclismo nuestro de todos los días. Aunque parezca recurso de James Cameron o un invento llamado Disocify en una película de Spike Jonze.

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