La ciudad de Cristina ya se fue, tenemos que rescatarla
Contextos

Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

La ciudad de Cristina ya se fue, tenemos que rescatarla
Foto: Twitter / @CanalOnceTV.

En su última entrevista a un medio de negocio, Cristina Pacheco subrayó que la ciudad de la que se encargó de entrevistar ya se había ido. Se desvaneció desde la cordialidad hasta el lenguaje de las personas que transitan por las calles. La metrópoli de la que se encargó de registrar ante el papel y las cámaras de televisión se convirtió en un ente agresivo y desconfiado.

Cuando empezaron las transmisiones de Aquí nos tocó vivir, un programa dedicado a la entrevista urbana, corría el año de 1978. En ese entonces, el presidente era José López Portillo y la economía sufría la debacle del llamado “milagro mexicano”. Aunque el gasto era cada vez más estrecho, las personas de a pie mantenían una apertura más amable.

El aumento de la violencia conforme pasó el tiempo pudo contribuir a la desconfianza y malicia de las personas. No todo fue malo, a partir de la globalización en los años 80, México experimentó a pasos agigantados un cambio tecnológico que impactó en la manera en que las personas se mueven, comunican y comportan.

Durante los 50 años que estuvo al aire Aquí nos tocó vivir mantuvo su rúbrica, el Mambo del Politécnico de Dámaso Pérez Prado, un símbolo del esplendor de la ciudad que nunca dormía, cuando a Eje Central se le conocía como Niño perdido, el Blanquita albergaba al teatro de revista y el Salón México divertía a la clase obrera. La música el inicio de su programa era una bocanada de nostalgia como preludio a un rio de historias nuevas.

Ese México “romántico”, que no siempre fue así, donde todos se hablaban de usted sin importar la edad, ya se fue. Ahora es difícil que alguien detenga su caminar para responder la pregunta de un desorientado por temor a ser asaltado o estafado, los autos y el comercio ambulante se multiplicaron en zonas donde no había; ahora la gente transita a la defensiva porque el instinto así se lo pide. Con todo eso, Cristina dijo en su última entrevista que aún así amaba esta ciudad.

La vamos a extrañar, era una gran maestra del lenguaje y la conversación, ya que lograba conectar con las personas para que relataran su historia. Desde la empatía, ella lograba que los televidentes entendieran la importancia de una persona común y corriente.

Que gran falta le hará Cristina a la ciudad y a los medios, el periodismo no sólo necesita de grandes investigaciones sobre complejos esquemas de corrupción, desapariciones, narcotráfico o violencia. El difícil contexto económico y político ha llevado a que la agenda esté llena de temas crueles, pero necesarios. Hay una sobre información en la sociedad, que según la teoría funcionalista, deja perplejo e inactivo al espectador de tanta noticia que recibe.

Hoy más que nunca se requiere la labor que hacía la maestra Pacheco, para rescatar el humanismo que persiste en las personas que caminan por el asfalto. A través de las historias vida, Cristina demostró el gran valor de las personas que hacen funcionar esta gran ciudad. Tras su partida, nos ha dejado a los periodistas una gran tarea: la de buscar historias que develen el gran corazón y amor que aún mantiene viva a esta bella ciudad.

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