A 30 años del levantamiento del EZLN
Perístasis

Jefe de la División de Educación Continua de la Facultad de Derecho de la UNAM, socio de la firma Zeind & Zeind y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

X: @antoniozeind

A 30 años del levantamiento del EZLN
Integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a 30 años de su levantamiento. Foto: Carlos López/EFE.

Fue el 1 de enero de 1994 cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) salió a la luz alzándose en armas y logrando desestabilizar a un gobierno que, luego de haber arribado con una carencia de legitimidad muy clara, dio pasos firmes para que con el transcurrir de los años lograra consolidarse en el ejercicio del poder en México. Se trataba del último año de la administración en curso y la noticia sobre la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) acaparaba los titulares de la prensa, mismos en los que se auguraba la apertura definitiva del país y un eventual arribo de la prosperidad a la sociedad mexicana.

Básicamente, el levantamiento del EZLN fue el resultado de una deuda histórica de distinta índole que nuestro país tenía y sigue teniendo con sus pueblos indígenas ya que, si bien se han logrado incipientes avances en lo referente al reconocimiento de sus problemas y formas de solucionarlos, lo cierto es que aún el Estado mexicano tiene mucho por hacer en favor de los sectores más desfavorecidos de la población mexicana. Asimismo, la irrupción del EZLN significó una expresión clara y muy escuchada a nivel internacional de la oposición de un sector importante de la población a las políticas neoliberales que efectivamente se encontraban en auge no sólo en México sino alrededor del mundo: la firma del TLCAN era prueba fiel de ello.

Esta forma de levantar la voz no sólo fue por demás comprendida en el mundo sino que dejó patente algunas de las asignaturas pendientes que México tenía al interior en momentos en que comenzaba a brillar en el exterior por la acogida de las políticas que se estaban priorizando por parte de las élites políticas y económicas mundiales.

Luego de un trabajo político que no estuvo exento de severas críticas (con la creación de normas órganos colegiados ex profeso incluida) y que se vio rebasado por otros sucesos que generaron inéditas turbulencias políticas y sociales que marcaron el futuro de México a partir de 1994, en febrero de 1996 se firmaron los Acuerdos de San Andrés Larraínzar entre el propio EZLN y el gobierno mexicano. En este documento se buscó que se reconocieran los derechos de los pueblos indígenas y se tomaran medidas contundentes para sacarlos de la marginación de todo tipo de la que habían sido objeto históricamente a través de diversas medidas consistentes en hacerlos parte importante de la participación política y en brindarles derechos que implicaban para el Estado obligaciones de proveerles.

Sin embargo, al día de hoy el cumplimiento de los Acuerdos mencionados sigue estando pendiente y, si bien ha habido avances en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, lo cierto es que la brecha de desigualdad sigue siendo pronunciada y las posibilidades de estos de desarrollarse se complica al mismo paso de que la presencia del Estado se ha difuminado en algunas regiones del país.

El Estado mexicano de finales del siglo pasado no tiene hoy la misma cobertura y fortaleza, pues el surgimiento de franjas del territorio en donde buena parte del gobierno recae en poderes fácticos que por definición son extraestatales, complica el acercamiento directo entre los pueblos indígenas y el propio Estado, lo que en automático aleja la posibilidad de que aquello que se pactó entre 1994 y 1996 sea cumplido.

Es indispensable que el Estado mexicano haga un mayor esfuerzo para que sus pueblos indígenas cuenten con las condiciones de equidad suficientes para tener una mejor vida y, de esta manera, la deuda histórica que se tiene con ellos sea finalmente saldada.

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