¿Nos da permiso de vivir, don Crimen Organizado?
Zona de silencio

Periodista especializado en crimen organizado y seguridad pública. Ganador del Premio Periodismo Judicial y el Premio Género y Justicia. Guionista del documental "Una Jauría Llamada Ernesto" y convencido de que la paz de las calles se consigue pacificando las prisiones.

X: @oscarbalmen

¿Nos da permiso de vivir, don Crimen Organizado?
Logo Cártel de Jalisco Nueva Generación. Diseño: BaptisteGrandGrand para Wikipedia. Licencia: CC BY-SA 4.0

“No venga para acá, porque lo van a matar”, me dice una mujer del pueblo wixárika en el norte de Jalisco. “Lo que quiera, se lo cuento yo ahorita que sí tengo señal, pero si viene aquí ese quita rancho le van a cortar la cabeza”.

“Aquí” es una región que comprende Huejuquilla, Mezquitic, Huejúcar, Santa María de los Ángeles, Colotlán, Totatiche, Villa Guerrero, Bolaños, Chimaltitlán y San Martín de Bolaños. Y el “quita rancho” es un demonio suelto apodado “El Rojo”, el jefe criminal de la región que se ostenta como miembro del Cártel Jalisco Nueva Generación.

Sólo un grupúsculo de mexicanos sabía de él, pero el 16 de enero cinco mujeres wixárikas lo exhibieron frente al país como un despiadado delincuente mediante un video en el que aparecen embozadas y le piden —no al presidente, no al gobernador— a su superior en la estructura del cártel, “El Mencho”, que le corte la cabeza. Mejor dicho: imploran. Suplican.

No te pierdas: El pueblo masacrado que espera a las luciérnagas

“Le queremos pedir a usted nuestro regalo de año nuevo: que nos quite a este vulgar bandido, “El Rojo”. Córtale la cabeza, mata al bandido ese (…) Segunda petición: de la manera más respetuosa, que el cartel que usted comanda respete nuestra cultura, nuestros usos y costumbres. Queremos seguir manteniendo nuestra forma de vida”, ruega una mujer.

Le pregunto a mi fuente por qué le dicen “El Rojo”. Su respuesta es que no sabe. En 2021 llegó a sustituir a un jefe de plaza abatido por el Ejército y así se presentó frente a la comunidad, aunque las mujeres de esos 10 municipios creen que su alias viene del sangrado que causan sus furiosas embestidas cuando viola a quien le guste y se atraviese en su camino, especialmente a las niñas.

Es alto, robusto y volcánico. Debe ser treintañero, aunque su rostro está tan arrugado por sus gestos violentos que es difícil adivinar su edad. Se mueve siempre con una jauría de 10 sicarios que le dan cerveza, comida y dinero que arrebatan a comerciantes, ganaderos y presidentes municipales. Raptan mujeres, roban casas, envenenan a los perros. Debe ser rico, dice mi fuente, pero no se le nota: porta camisas mugrosas, botas enlodadas y un aliento fétido que comprueba que algo podrido vive dentro de él.

Su último abuso, me cuentan, es que “El Rojo” prohibió las ceremonias de los pueblos wixárikas que adoran al venado azul, el maíz y el peyote. El capo es un pederasta, asesino, ladrón, pero se autonombra católico y le molesta que los indígenas no veneren a la virgen de Guadalupe y a los santos que él lleva colgados en sus automóviles, así que ha amenazado con matar a quienes hagan esos actos “diabólicos”.

“¿Cómo nos va a decir eso, si el señor es el mismísimo demonio?”, pregunta mi fuente y del otro lado de la línea se escucha su voz angustiosa. “Ya mejor voy a colgar, porque aquí donde estoy todos te ven hablando y ese maldito tiene ojos por todos lados”.

“Antes, le pido un favor”, concluye. “Cuente esto para que la gente nos entienda: si queremos que le corten la cabeza es por justicia, porque él decapita gente. A mí me mató a mi esposo”.

No te pierdas: 8 peligros para un 2024 convulso

GRITO. Los ruegos de las mujeres wixárikas ocurren en la misma semana que el secretario de Seguridad en Tamaulipas pidió consideración al crimen organizado para que dejen que se organicen las elecciones 2024 en el estado y que madres buscadoras piden al Cártel Santa Rosa de Lima que devuelva con vida a la buscadora Lorenza Cano, secuestrada en Salamanca, Guanajuato.

Síguenos en

Google News
Flipboard