No, es no
Archipiélago Reportera cultural egresada de la ENEP Aragón. Colaboradora en Canal Once desde 2001, así como de Horizonte 107.9, revista Mujeres/Publimetro, México.com, Ibero 90.9 y Cinegarage, entre otros. Durante este tiempo se ha dedicado a contar esas historias que encuentra a su andar. X: @campechita
No, es no

Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo

Elie Wiesel

Hay segundos que cambian vidas, hay ideas sobre nuestro actuar que solo observamos desde lo que nos satisface o no, hay demasiado que hablar sin cortapisas sobre nuestra propia responsabilidad afectiva y moral, que en una época de poco tiempo para la reflexión simplemente abona para que a una se llene el buche de piedritas y lo que pudo ser un diálogo se torne en una acción violenta.

Voy a desarrollar con más calma la idea. Primer acto: Daniel Zavala es un actor que  ha comenzado a desarrollar una carrera prometedora en el cine, toman proyectos diversos y en una de esas le llega esa llamada de un casting que te podría lanzar a las grandes ligas, la emoción le embarga. Al llegar a su llamado de la película en turno muestra una relación con todos por demás cordial, podríamos decir que es un actor apreciado, además hay buena química con la co protagonista y en casa las cosas van de maravilla, acaba de ser papá y comparte la crianza con su pareja, nada podría salir mal, hasta que en una conversación en la sesión de maquillaje se realiza un comentario en torno a la próxima escena en la que Sandra y  Daniel podrían tener sexo de verdad para hacerlo más creíble.

Segundo acto: ante el planteamiento de una escena de cama no fingida, Sandra es enfática y dice que no, que para eso es actriz, para interpretar, en el caso de Daniel hay la broma de que él no tendría problema. Llega el momento de la filmación, luces, ambientación, cámara, acción… todo transcurre con naturalidad hasta que en voz baja Daniel le dice a Sandra, entonces, ¿sí?… el director grita corte y comienza el periplo de ese segundo en el que a Daniel se le hizo fácil.

Tercer acto: la filmación se detiene, se argumenta un posible contagio de covid. Nadie pregunta, todo el equipo técnico se va y quedan en el set el director, la productora, la asistente de dirección, vestuarista, Sandra y Daniel. Los monstruos se desatan. Sandra acusa violación, Daniel se defiende y lo niega todo, el hartazgo por una historia de acoso y violencia constante hacía las mujeres se hace presente y la tragedia griega cierra su circulo.

Es la trama de Un actor malo, cinta de Jorge Cuchí que aborda la violencia de género en un set de filmación, una practica recurrente que lamentablemente no solo se circunscribe en el ámbito cinematográfico, sino que es el pan de cada día de las mujeres en México y el mundo.

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Un ejercicio crudo en el que podemos decir que un director se vuelca desde múltiples preguntas y no bajo el argumento de querer explicar cosas a las mujeres, vale mucho la pena darse una vuelta al cine y sentarse en su butaca con esa sensación de que en cualquier momento se volteará el balde agua fría sobre nosotros.

Para descubrir en propia voz del director, en breve comparto una charla para #Archipiélago sobre Un actor malo, cinta protagonizada por Fiona Paloma y Alfonso Dosal.

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