¿Existen los gustos culposos musicales?
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Reportero egresado de la UNAM, formó parte de los equipos de Forbes México y La-Lista. Con experiencia en cobertura de derechos humanos, cultura y perspectiva de género. Actualmente está al frente de la Revista Danzoneros. X: @arturoordaz_

¿Existen los gustos culposos musicales?
La culpa y la vergüenza existen, pero no deberían de ser motivos para delimitar, negar o suprimir algo que es parte de nosotros. Foto: Envato Elements

Cuando conversé esta semana con el trompetista Toño Moreno salió a colación el tema de los gustos culposos musicales, aquello que te agrada en el mundo de la música, pero te da vergüenza compartirlo o hacerlo público. Esa canción, grupo o artista que escuchas con audífonos o en soledad para evitar críticas o señalizaciones, debido a que la ejecución musical no es buena o simplemente hay un prejuicio negativo sobre quien sigue esta expresión.

Dicha plática me hizo recordar mi época de secundaria, cuando yo era un apasionado amante del rock clásico y no escuchaba otra cosa más que eso. A los 13 años desdeñaba ritmos como el reguetón, ya que lo clasificaba como ausente de cultura y complejidad musical. Mis amigos coincidían conmigo, sin embargo, con una de ellas tuve la confianza de decirle un secreto que no podía guardar más, me carcomía por dentro. Así que un día me armé de valor y le dije al oído: “Alexa, creo que me gusta la música de banda”. La que ahora sigue siendo una de mis más íntimas me miró con una sonrisa pícara y me respondió casi musitando “a mí también”. Así los dos nos echamos a reír.

Como bien lo señala Antoine Hennion en su artículo: Gustos musicales: de una sociología de la mediación a una pragmática del gusto, el gusto musical va más allá de la identidad y la diferenciación social. Es decir, dónde crecimos, las tradiciones heredadas, el sector económico donde nos desarrollamos, a qué elementos culturales tenemos acceso, entre otras cosas. Bajo ese panorama, dice lo siguiente:

“El gusto es una modalidad problemática de vinculación al mundo. En esta concepción pragmática, se analiza como una actividad reflexiva, corpórea, estructurada, colectiva, equipada, dependiente de los sitios, los momentos y los dispositivos”.

La investigación de Hennion analiza la manera en que los amantes de la música se hacen sensible a las cosas, a sí mismos y al momento que viven; así como a la manera en que todo lo anterior lo comparten con los demás.

Por lo tanto, el reconocer un gusto musical no sólo es tomar consciencia de nuestra historia e identidad, también de las elecciones y de la sensibilidad que tenemos para sí mismos. Lo anterior debe ser más fuerte e importante que los rígidos cánones o expectativas de una sociedad, sobre lo que sí es penado escuchar y lo que no.

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La coincidencia en la música es un papel importante en la integración social, ya sea dentro de un barrio o en círculo selectivo de académicos. ¿Cómo le iba a decir a amigos rockeros de la secundaria que me gustaba la banda? ¿Cuánto tiempo tuve dejar de lado la propia sensibilidad interna para poder vivir “a gusto” dentro de una externa?

El gusto existe por el mismo hecho de existir, de lo que provoca la música, de lo que significa emocionalmente para nosotros o los recuerdos que traen consigo. También si es un elemento de anclaje social o de tradición. Pero el hecho de no reconocer cuál es nuestro gusto, sería negarnos a nosotros mismos.

La culpa y la vergüenza existen, pero no deberían de ser motivos para delimitar, negar o suprimir algo que es parte de nosotros. Se puede sentir culpa por escuchar un tipo de música, es válido, pero uno mismo decide seguir viviendo con eso o darle paso a la sensibilidad interna y aceptarse tal como es, con todo la historia e identidad.

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