El extraño caso de los cuerpos enterrados en el desierto
Zona de silencio

Periodista especializado en crimen organizado y seguridad pública. Ganador del Premio Periodismo Judicial y el Premio Género y Justicia. Guionista del documental "Una Jauría Llamada Ernesto" y convencido de que la paz de las calles se consigue pacificando las prisiones.

X: @oscarbalmen

El extraño caso de los cuerpos enterrados en el desierto
Desierto de Sonora. Foto: Highqueue para Wikipedia Commons

Algo muy extraño pasa en el desierto de Sonora. En el tramo que va de Caborca a Sáric, en la ruta migrante que lleva hasta Arizona —y que históricamente operó el Cártel de Sinaloa sin escisiones importantes hasta la extradición de Joaquín Guzmán Loera a Estados Unidos— crecen las denuncias de cada vez más cuerpos de jóvenes, a veces menores de edad, aventados a la vista de los pocos camineros.

Desde hace tres años, esta región es un campo de batalla entre grupos que alguna vez trabajaron bajo el membrete del Cártel del Pacífico. Alguna vez unidos por su devoción al “Chapo”, ahora están desunidos y tras el millonario negocio del tráfico de migrantes indocumentados. Unos están alineados con Los Chapitos, mientras que otros trabajan para Ismael “El Mayo” Zambada y unos más para clanes históricos como Los Salazar. Ahora son brazos armados llamados Los Pelones, Los Deltas, Los Cazadores, Los Flechas, Los Costeños, y más, con alianzas maleables como la arena.

Para poner en perspectiva lo que se pelean: el informe 2022 de la Comisión del Congreso de los Estados Unidos sobre la Lucha contra el Tráfico de Opioides Sintéticos calcula que el mercado del fentanilo vale anualmente unos mil millones de dólares, mientras que transportar seres humanos sin papeles migratorios hacia Estados Unidos representa 13 mil millones de dólares. Una diferencia de casi 180%.

Tanto dinero atrae sangre. Desde 2021 crecen reportes en prensa local, redes sociales y blogs que dan seguimiento al crimen organizado de enfrentamientos entre sicarios, polleros, dealers y policías municipales y militares que dejan muertos por todo el desierto, pero que no se cuentan en las estadísticas oficiales porque los mismos grupos criminales recuperan o roban los cadáveres para mantener “fría a la plaza”.

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Pero desde hace unos meses, los cuerpos ya no se ocultan. Aparecen sobre las dunas apenas cubiertos por la arena, bajo los cactus sahuaros, en la entrada de alguna cueva o sobre grietas superficiales. La mayoría de los cuerpos tienen evidencia de tortura: quemados, tableados, desmembrados. Yacen como si desearan ser encontrados.

A la par, en las redes sociales se han publicado cada vez más videos de interrogatorios a hombres jóvenes, incluso adolescentes, capturados por supuestos rivales en el desierto de Sonora. La mayoría sigue el mismo guion: antes de ser torturado y asesinado, el cautivo confiesa su adhesión a un grupo criminal y pide a sus compañeros no meterse en el territorio o seguirán matando a más como ellos. Pero algo inusual se advierte en esos videos: el acento foráneo de los asesinados.

Autoridades locales, policías y cuentas en X que siguen este fenómeno comienzan a preguntarse si esos asesinados no son sicarios, sino migrantes indocumentados a quienes sus propios guías (también integrantes de brazos armados) los hacen pasar por delincuentes. La hipótesis es estremecedora: el crimen organizado usaría a inocentes de Sudamérica y Centroamérica para, ahora, “calentar la plaza”.

“Entre los ejecutados por parte de Los Durangos y los Chubetos también se van los pollos que ellos mismos cruzan y los presentan como contras”, escribió la cuenta @calvariae_locus, que suele tener más y mejor información policiaca que algunos diarios locales amordazados por la violencia.

Mientras las autoridades confirman sospechas, cientos de migrantes hoy se acercan al desierto. Pocos saben que algo raro sucede sobre las dunas.

GRITO. Con la ruta migrante del Pacífico tomada por las escisiones del Cártel de Sinaloa y con la del Noreste asolada por las escisiones del Cártel del Golfo, ¿qué opciones seguras quedan a los migrantes?

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