El recuerdo de un titán
La terca memoria

Politólogo de formación y periodista por vocación. Ha trabajado como reportero y editor en Reforma, Soccermanía, Televisa Deportes, AS México y La Opinión (LA). Fanático de la novela negra, AC/DC y la bicicleta, asesina gerundios y continúa en la búsqueda de la milanesa perfecta. X: @RS_Vargas

El recuerdo de un titán
A mi papá me gusta recordarlo con alegría, nunca con dolor, a pesar de que lo extraño con frecuencia y me gustaría recibir sólo una vez más sus consejos… y sus regaños. Collage: Roberto Vargas

Para mi amiguito Ernie, hoy es el primer Día del Padre que pasará sin su papá. Desconozco la relación que tenía con él, pero debe ser duro para un chico de ocho años, que hace un par de semanas perdió a su viejo, pasar este domingo con su mamá, tía, abuela y primos, mientras la mayoría de sus amigos y vecinos celebran a su papá.

Valery tiene 53 y perdió a su papá en los últimos días de diciembre del año pasado. Aunque es una mujer de un carácter excepcionalmente fuerte, a veces se derrumba y comparte su tristeza en redes sociales.

No recuerdo el primer Día del Padre en que no estuve con mi viejo, sin embargo, como escribí hace dos años, recuerdo el primer partido de Pumas que no pude comentar con él.

A mi papá me gusta recordarlo con alegría, nunca con dolor, a pesar de que lo extraño con frecuencia y me gustaría recibir sólo una vez más sus consejos… y sus regaños.

Debo darle gracias al Barba que nunca lo vi enfermo. A pesar de que un cáncer que comenzó en la tiroides ya bajaba por su espina dorsal, él nunca se enteró. Un desafortunado accidente en el hospital precipitó su partida. Y aunque me duela reconocerlo, creo que fue lo mejor para él, porque no hubiera soportado estar postrado en una cama.

Cuando se jubiló anticipadamente se operó la rodilla izquierda, destrozada por muchos años de futbol llanero. Su recuperación fue lenta y dolorosa. No le gustaba que lo ayudáramos a bajar las escaleras, mucho menos que los vecinos lo vieran en muletas o en andadera. Pero un día lo convencimos, cuando ya sólo usaba bastón, de que fuera a caminar al Parque de Los Coyotes, en un circuito de arcilla de 1.4 kilómetros. Poco a poco recuperó la movilidad en la pierna y hasta el día en que se internó para su última operación, recorría a trote lento aquella pista de tierra colorada seis días a la semana. También levantaba pesas y dejó de fumar.

Mi papá era un titán. Siempre fue mi héroe. Hace poco que buscaba la foto aquella en que bajaba de un avión de regreso de Chicago, encontré decenas de postales de mi viejo en equipos de futbol en los que jugaba como defensa central. Siempre era el más alto y el más fuerte, pero también hallé muchas jugando boliche, deporte en el que ganó infinidad de trofeos, algunos de ellos acompañados de una generosa cantidad de dinero, como cuando mi mamá estaba embarazada de mí.

Incluso, hay una foto en la que está toreando un novillo, seguramente después de algunas copas en una fiesta de fin de año de la compañía. En su afán de sorprendernos, a veces rayaba en la irresponsabilidad, lo reconozco, como cuando nos subía a la cabina de un tráiler para dar una vuelta en los patios de descarga en su lugar de trabajo en la Industrial Vallejo o cuando mis hermanos y yo nos trepábamos a una tarima de madera y nos levantaba por los aires con un montacargas, mientras mi mamá miraba callada.

Alguna vez se abrió la cabeza con el piso de la alberca después de tirarse un clavado o lo revolcó alguna ola mientras intentaba impresionarnos en nuestras vacaciones de verano. ¡A quién carajos le importaba todo eso, así era nuestro papá!

Seguramente, para Valery su viejo también fue su héroe. Me duele pensar que Ernie crecerá sin esa figura. Aunque no soy fan ni experto en Los Simpson, recuerdo un episodio en que Lisa le canta a Homero Wind beneath my wings, de Bette Midler, una canción que siempre me hizo levantar la cabeza cuando recordaba con tristeza a mi papá.

Hoy me gustaría abrazar al pequeño Ernie y decirle que podrá llegar tan alto como quiera porque, además de su admirable mamá, su papá será el viento que impulse sus alas.

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