COP26 y la oportunidad del sector privado para contener el cambio climático
Espacio ESG

Es una entusiasta de la sustentabilidad y el impacto social y ha trabajado en los sectores privado, público y social. Es Maestra en Política Pública por la Universidad de Harvard, Licenciada en Economía por el Tecnológico de Monterrey, y está certificada en inversión ESG por el Instituto CFA.

Twitter: @mariana_reina

COP26 y la oportunidad del sector privado para contener el cambio climático COP26 y la oportunidad del sector privado para contener el cambio climático
El acuerdo para detener la deforestación, firmado en la COP, contó con el apoyo de 105 países. Foto: Jonne Roriz / EFE.

La participación del gobierno mexicano en la vigésima sexta Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) dejó mucho a desear. Más allá de adherirse a tres iniciativas (Compromiso Global de Metano, la Declaratoria de Bosques y Tierra y la Declaratoria para Acelerar la Transición a Vehículos 100% Zero Emisiones), hubo una falta de liderazgo y peso político detrás de los compromisos asumidos.

Esto no es una sorpresa ya que México no iba bien parado desde un inicio. El desempeño del país respecto al Acuerdo de Paris fue calificado como altamente insuficiente por los investigadores de Climate Action Tracker. Por un lado, en la actualización 2020 de nuestras Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC por sus siglas en ingles), la meta de reducción de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) no fue lograda. Por otro lado, la política energética y la inversión pública del país nos aleja cada vez más de la ambición climática, poniendo en cuestión si siquiera vamos a cumplir nuestras limitadas metas para el 2030.

Sin embargo, la renuencia del gobierno en incorporar la perspectiva de cambio climático en su toma de decisiones y de abiertamente apoyar proyectos energéticos regresivos no debe detraer a otros de tomar un liderazgo en dicho espacio. El sector privado está especialmente bien posicionado para tener un impacto. En 2019, México emitió 439 toneladas métricas de dióxido de carbono, posicionándonos como uno de los 15 principales emisores a nivel global. Un estudio encontró que el sector privado mexicano tiene un vínculo directo en al menos un tercio del total de las emisiones del país.

El interés en la sustentabilidad ha incrementado en todos los ámbitos, desde consumidores que buscan productos más responsables hasta inversores que quieren apostar por empresas con estrategias sustentables. Larry Fink, CEO de Blackrock, el gestor de activos más grande a nivel global, recalcó en su carta anual 2021 a CEO’s que “Conforme la transición avance, las empresas con una estrategia a largo plazo bien articulada y con un plan claro para abordar la transición a emisiones netas cero, se distinguirán con clientes, hacedores de política pública, empleados y accionistas – al inspirar la confianza de que pueden navegar esta transformación global. Pero las empresas que no se preparen rápidamente, verán sufrir a sus negocios y valuaciones cuando estos mismos actores pierdan confianza en que estas empresas puedan adaptar sus modelos de negocio a los cambios dramáticos que vienen.”

Los beneficios de integrar la sustentabilidad a una empresa pueden ir desde poder adquirir deuda a un precio más bajoincrementar la eficiencia de la producción, reducir costos operativos, fomentar la innovación y la posibilidad de integrar nuevas líneas de productos o incluso tener un riesgo menor de multas ambientales o eventos adversos que pudieran tener un impacto en la reputación de la empresa.

Sin embargo, aun con todos estos beneficios la gran parte de las empresas en México no cuentan con un plan transparente para abordar su impacto medio ambiental. Un estudio de WWF México llevado a cabo en 2019 analizó a 151 de las empresas más importantes del país y encontró que solo el 54% reportan inventario de emisiones y solo el 23% tienen metas públicas para reducir sus emisiones. Esto apunta a un área de oportunidad enorme y aunque empezar puede ser abrumador, hay una gran cantidad de buenas prácticas a nivel global de las que se pueden aprender. 

Lo más importante es dar el primer paso. En este caso, es mapear las operaciones de la empresa de manera exhaustiva. No se debe limitar a las operaciones directas de producción o de prestación de servicios, se debe tomar en cuenta toda la cadena de valor de los insumos, así como las emisiones que pueden ser generadas a lo largo del ciclo de vida del producto. Este mapa es indispensable para diseñar una estrategia de contención de emisiones de GEI, sirve también como una base para establecer una estrategia más amplia ambiental, social y de gobernanza (ESG por sus siglas en ingles). El mapa va a mostrar las áreas de oportunidad en todos los ámbitos medioambientales incluyendo el manejo eficiente del agua y de deshechos, el impacto en la biodiversidad, pero también los impactos sociales, de capital humano y del modelo de negocios en general. 

Una vez entendiendo esto, establecer un plan es mucho más asequible. El Foro Económico Mundial establece cuatro pilares para que los negocios tengan un impacto positivo en el cambio climático, el primer pilar es reducir sus emisiones directas que corresponden a la producción o prestación de servicio de la empresa y su suministro de energía (alcance 1 y 2), el segundo es establecer un plan para reducir las emisiones indirectas generadas por proveedores a lo largo de la cadena de suministro y por el consumidor del producto (alcance 3), el tercero es integrar la sustentabilidad en el modelo de negocios y el ultimo pilar es influir a la sociedad más ampliamente sobre la acción climática.

Hay muchos recursos a los que se pueden acceder en el camino hacia la sustentabilidad corporativa. La Iniciativa de Metas Basadas en Ciencia (SBTI por sus siglas en ingles) ayuda a establecer metas realistas y medibles para reducir emisiones. Los estándares GRI y SASB (ahora parte del Value Reporting Foundation) dan lineamientos para que las empresas puedan reportar eficientemente sobre el avance de su estrategia de sustentabilidad. SASB incluso tiene unos mapas interactivos que marcan los elementos que tienden a tener más riesgo financiero para la empresa (también conocido como riesgo material) por sector e industria. Finalmente hay redes como la del Pacto Global en México de las Naciones Unidas que constantemente apoyan a los negocios en cualquier punto de su camino a la sustentabilidad al brindar información, seguimiento, acceso a expertos y talleres.

Queda claro que el camino hacia un mundo con emisiones netas cero es un reto global que no puede ser logrado por un solo actor y va a requerir acción contundente del gobierno. Sin embargo, hay mucho que se puede hacer para contribuir a estas metas globales desde México a pesar de los contratiempos que generen las decisiones del sector público. El sector privado tiene mucho que ganar de estar en línea con las tendencias globales y de ser un ejemplo en el país en temas de sustentabilidad tanto para su negocio como para tener un impacto importante en el cambio climático. La ruta hacia la sustentabilidad de cada empresa va a verse muy diferente pero lo importante es comprometerse. 

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