La primera vez que oí hablar de Chin Chin El Teporocho fue gracias a mi papá: “sí quieres conocer la esencia de Tepito, ve la película”. Después de la cinta, me enteré que estaba basada en un libro que escribió Armando Ramírez, un escritor tepiteño que se dedicó a retratar la esencia pura de dicho barrio bravo. Esta semana, el pasado 10 de julio para ser más exactos, se cumplen 5 años del fallecimiento de este gran cronista.
Chin Chin El Teporocho es, quizá, la obra más popular que escribió Ramírez, aunque tiene más de una decena, pero esta novela retrata tres puntos fundamentales: la violencia que se vivió en el barrio, la marginación de sus habitantes, así como la forma en que sortean sus problemas. Este libro cuenta la historia de Rogelio, un huérfano que vive con sus tíos y sus primos, sin embargo, en una fiesta se enamora de Michel, la hija de un español de clase media que tiene un negocio exitoso.
Aunque Rogelio y Michel logran entablar una relación amorosa, no pueden vivir su idilio como ellos quisieran. El primo de Chin Chin, como se le apoda al protagonista, es asesinado y culpan de ello al mejor amigo del personaje principal, que se llama Rubén. Para hacerle frente a cada uno de estos problemas, el alcohol siempre fue un paliativo que ayudaba a hacer el trago menos amargo, aunque esto terminaría por cobrarle una factura muy cara.
Ante el crecimiento del rencor entre Rogelio y Rubén, Chin Chin descubre que quién fuera su mejor amigo, no sólo era novio de la hermana de Michel, también mantenía una relación homosexual con su suegro. Este fuerte golpe emocional termina con una batalla a muerte entre ambos hombres donde sale victorioso Rogelio, sin embargo, esto provoca que el amor de su vida lo abandone y que ella se vaya para siempre.
De la gran decepción, Rogelio se convierte en un teporocho más de la colonia, con el cabello largo y grasoso, las uñas largas, el pantalón rasgado y una hediondez muy molesta. Más allá del retrato de violencia, narcotráfico, falta de oportunidades, desigualdad y una serie de observaciones que han hecho los intelectuales, ¿qué nos enseña esta obra? ¿Qué aprendizaje puede surgir para los hombres?
El alcohol fue una herramienta para Chin Chin (y para muchos hombres) para gestionar y manejar sus emociones. Por el contexto de la obra, podemos entender el machismo arraigado de los años setenta cuando los hombres no tenían permitido llorar, a menos que fuera con una copa de vino en la mano. También se puede intuir que los masculinos de la historia no tenían acceso a la educación mental ni emocional, que hoy muchos tenemos. ¿Cómo podría hacerles frente Rogelio a tales impactos?: la muerte de sus padres, el asesinato de sus primos, la decepción amorosa de Michel, la frustración de no ser lo suficiente para que su suegro lo acepte y así una larga lista bombas emocionales.
Rogelio no sólo es una víctima del alcohol sino también de un sistema que no les permite a los hombres sentir, ni tampoco les enseña qué hacer con ello. Ante esto, el trago se ha convertido históricamente en una herramienta de auxilio a estos problemas, lo cual vemos no sólo en el barrio bravo de Tepito, también en las canciones de José Alfredo Jiménez, en las películas de Pedro Infante y muchos círculos sociales.
Esta obra literaria de Armando Ramírez no se limita a ser un retrato de Tepito en los años setenta, es una oportunidad de reflexión sobre cómo podemos transformar las masculinidades a unas más sanas, así como evitar los estragos que han cobrado a lo largo de la historia. Los hombres también tenemos derechos a sentir y a tener acceso a las herramientas pertinentes para manejar esas emociones. Si Chin Chin se convirtió en un mártir, qué mejor manera de honrar su memoria y legado que modificando las oportunidades de las nuevas generaciones de hombres.